Alrededor de 15 colegios permanecen tomados en la Ciudad de Buenos Aires en protesta contra la implementación del plan “Secundaria del Futuro”, que prevé una serie de reformas importantes en la dinámica educativa. La reforma implica, en sus puntos más polémicos, la implementación de pasantías laborales obligatorias en el último año, reemplazando horas de contenido curricular por lo que los estudiantes y gremios docentes denuncian como “mano de obra gratis encubierta” para las empresas, ONG y áreas gubernamentales que ingresen en este convenio. El reclamo, que incluyó una multitudinaria marcha el viernes pasado, cuenta con el apoyo de los principales gremios docentes.
Desde la administración porteña, la ministra Soledad Acuña defiende la propuesta, que en esta primera instancia se implementaría en 17 establecimientos el año que viene como primer paso antes de llevarlo a todas las secundarias de la Capital. Si bien reconoce que las pasantías laborales serán obligatorias “porque son parte de la formación” de los alumnos, la funcionaria destaca que no es ese punto el más importante de la reforma, que también implicaría el abandono de las evaluaciones numéricas, la incorporación de nuevas tecnologías al proceso pedagógico y un flamante sistema de promoción que reduciría a un mínimo el riesgo de repitencia, desalentando el abandono escolar.
Independientemente del debate de fondo, la cuestión se empiojó, además, por la supuesta emisión de un instructivo a las autoridades escolares que indica que en caso de una toma deben realizar la correspondiente denuncia policial. Aunque desde el Gobierno porteño niegan haber dado esa instrucción, un e-mail sin firma con ese protocolo salió de la dirección de correo electrónico oficial del Ministerio de Educación, y en algunas escuelas llegaron a implementarlo, lo que derivó en la intervención de fuerzas de seguridad en algunos colegios. Los alumnos y los docentes agremiados repudiaron de plano cualquier participación policial ante las protestas.
En el medio de todo este caos: los chicos, que montaron una protesta intensa y duradera que remite a la reacción ante la Ley Federal de Educación, hace ya casi 20 años. Además del rechazo al plan “Secundaria del Futuro”, piden por la implementación de un protocolo para casos de violencia de género y agregaron a sus reivindicaciones la aparición con vida de Santiago Maldonado. Dicen que no fueron consultados a la hora de diseñar el nuevo programa educativo, sostienen que perjudicará la formación en el último año, por quitar horas al contenido curricular para dedicarlas a las pasantías, temen por la carga laboral que perderán los docentes si se lleva a cabo este cambio y desconfían de ser evaluados por sus empleadores y no por sus profesores.
“En quinto año nos sacan el 50 por ciento de la cursada para meternos en empresas a trabajar gratis”, denuncia Sol, una alumna del Mariano Acosta, en un informe publicado online por la plataforma de noticias Bardo. “Como consecuencia, traería adentrar a la juventud a la precarización laboral, degradar los cargos docentes y desvalorizar nuestros títulos”, agrega Abril, del Colegio Nacional Buenos Aires. Julia, del Liceo 9, en tanto, asegura que con este programa las empresas podrían “despedir a trabajadores para que los estudiantes ocupen su lugar” a cambio de remuneraciones apenas simbólicas. Por último, señala Milton, del Carlos Pellegrini, se eliminan muchas horas de trabajo docente, reemplazando a los profesores por “un capacitador que no tiene nada que ver con la docencia”.
Desde el Gobierno de la Ciudad, Acuña sostuvo que las pasantías no son trabajo propiamente dicho sino “prácticas educativas” que “no hay que pensar con el formato de ir a una empresa a ocupar una silla que ocuparía un adulto” sino que tendrán “un objetivo educativo y pautas específicas y con un seguimiento pedagógico”. Además, denunció que hay “partidos políticos metidos en las escuelas” para “hacer política partidaria y no para construir”. También, que los gremios docentes están avivando el conflicto. Para la funcionaria, el programa propuesto por el Gobierno porteño, “es un cambio de paradigma educativo” para “transmitirles los conocimientos a los millennials” así, “cuando terminan, no se encuentran con un mundo desconocido”.
En tanto, un estudio realizado por Liliana Meyer y Leticia Cerezo demuestra que, al contrario de lo que propone el plan “Secundaria del Futuro”, retrasar el comienzo de la vida laboral de los jóvenes beneficia su performance en los primeros años de la universidad, lo cual a la larga impacta de forma positiva en su carrera laboral futura. Según esta investigación, basada en un programa piloto implementado por una ONG, los jóvenes que pueden dedicarse full time al estudio en el final de la secundaria y el comienzo de la carrera superior tienen una tasa de permanencia en la facultad mucho más alta que aquellos que se insertan tempranamente en el mundo del trabajo, lo que a la larga redunda en una mejora en sus ingresos de casi el 50 por ciento (y casi el 60 por ciento en mujeres). El debate, como puede observarse, da para largo.