El excapitán de fragata Alfredo Astiz -que en sus buenos tiempos fue conocido alternativamente como Gustavo Niño, Eduardo Escudero, El Ángel Rubio o El Ángel de la Muerte- se quejó por el juicio al que está siendo sometido desde 2012, acusó al tribunal que lo juzga por “comportamiento arbitrario” y denunció a los jueces por “abandonar hasta morir a los combatientes del terrorismo”.
El represor realizó estas declaraciones en el marco del juicio ESMA III, en la audiencia que se estaba desarrollando en los Tribunales Federales de Comodoro Py. El juicio lo lleva adelante el Tribunal Oral Federal 5, que preside Leopoldo Bruglia.
Desbocado, Astiz consideró “ilegítimo el juicio por violar la Constitución Nacional, que en su artículo primero habla de derechos y garantías”, a la vez que manifestó que “no acepto los abogados impuestos, más allá de su capacidad y honestidad personal”.
En medio de un juicio en el que se lo acusa -junto a otros exoficiales de la Armada Argentina- por el secuestro, tormentos y desaparición de 798 personas, el excapitán desconoció “a funcionarios judiciales, a cualquier acto que se desprenda de ellos, aún se trate de mi absolución” y culpó al TOF 5 de “abandonar a los combatientes del terrorismo” que murieron a lo largo del proceso judicial. Haciendo un gran esfuerzo por adaptar las leyes a su visión del mundo, Astiz sostuvo que “este abandono, muerte por negligencia, es un delito más de lesa humanidad“.
Durante su discurso, el exmarino, que el 17 de mayo de 1982 se rindió sin combatir frente a un pelotón inglés en Puerto Leith, en las islas Georgias del Sur, se refirió al exjuez Norberto Oyarbide, a quien cuestionó porque “benefició sin disimulo al kirchnerismo, se apuró por desvincular al matrimonio pero se apuró a procesar a un opositor al Gobierno”, en alusión al sobreseimiento que dictó el exmagistrado sobre el matrimonio Kirchner en la causa nombrada y a la paralela imputación contra el actual presidente, Mauricio Macri, en una causa por escuchas telefónicas ilegales.
Astiz, que en 2011 fue condenado a prisión perpetua, se refirió también al exvicepresidente Amado Boudou, diferenciándose de éste en que él mismo no tiene “ningún juez federal que lo asesore” y que no posee “lujosos departamentos ni otros bienes, a los que trata de cubrir con discurso nacional y popular”.
Astiz, se situó en el difícil banquillo de “perseguido” por el anterior Gobierno, que lo sometió -según sus palabras- a “juicios ilegales” como el que lo incluye, que comenzó en 2012 y acusa a 68 personas de delitos de lesa humanidad, que en tal carácter no tiene prescripción. Dentro de éstos, se están juzgando los populares “vuelos de la muerte”, en los que los secuestrados por la Armada Argentina eran arrojados vivos -inyectados con “pentonaval”, como le llamaban jocosamente al “Pentotal”, una anestesia que se utilizaba en las operaciones médicas- al mar o al Océano Atlántico.
Pero Astizno estuvo solo en su delirio místico. El excapitán Ricardo Miguel Cavallo, que recibió la misma pena que el anterior, amenazó con iniciar “una sangrienta venganza” contra quienes promueven su enjuiciamiento. “Esto se va a terminar y los que están hoy van a dejar de estar y a todos se les conocen los nombres“, precisó en su soliloquio.
Astiz llegó a esta instancia luego de haberse infiltrado entre familiares de desaparecidos, caracterizado como un falso Gustavo Niño, supuesto hermano de un desaparecido. Su infame trabajo rindió sus frutos, ya que el jueves ocho de diciembre de 1977, en un operativo realizado en la Comunidad Pasionista de Santa Cruz por sus verdaderos amigos, fueron secuestrados -y luego asesinados- las madres Azucena Villaflor de Devicentis, Esther Ballestrino de Careaga y María Ponce de Bianco y las monjas francesas Alice Domon y Leónie Duquet.
El día mencionado, a las 20:30 un grupo de hombres que se identificaron como policías detuvo a un grupo de familiares de desaparecidos que gestionaban la publicación de una solicitada en el diario La Nación. Se llevaron a nueve personas ese día, entre los que se encontraban Domon, Careaga, Bianco y Ángela Auad, Raquel Bullit, Eduardo Gabriel Horane, José Fondevilla, Patricia Oviedo y Horacio Elbert. También ese día se llevaron de su atelier a Remo Berardo, otro de los miembros del grupo. Dos días después fueron detenidas Villaflor y la otra religiosa, Leónie Duquet.
El objetivo de Astiz y del Grupo de Tareas G77 la ESMA era impedir que se extendiera el movimiento de Derechos Humanos, que comenzaba a organizarse en el país como consecuencia de la política de exterminio de la Dictadura, que secuestraba a sus opositores y luego directamente los asesinaba sin proceso judicial previo.
Como colofón, el excapitán de la marina argentina culminó su tarea identificando con un beso a cada uno de los familiares de desaparecidos que debían secuestrar sus camaradas.