Atrapados sin salida en el Pasaje Virasoro

Atrapados sin salida en el Pasaje Virasoro

En una carta que fue enviada a las autoridades de la Ciudad, un grupo de vecinos -todos ellos residente en el Pasaje Virasoro- solicitó la privatización del lugar, colocando rejas en las esquinas con Charcas y con Güemes. El insólito pedido se filtró entre una solicitud de colocar una luminaria y una del envío de inspectores para multar a quienes no recogen las deyecciones caninas


Sorpresivamente, en una carta que un grupo de vecinos del Pasaje Virasoro le envió a las autoridades porteñas, se coló un insólito pedido.

La primera solicitud que contenía la misiva era de una sencilla sensatez: pedían la instalación de una luminaria en la esquina de Virasoro y Güemes, porque "cuando los locales cierran sus puertas y apagan sus luces, la esquina queda muy oscura".

Ya en el segundo párrafo, los preocupados vecinos del Pasaje Virasoro -que tiene una extensión de sólo una cuadra, muy cerca del Jardín Botánico y de la Plaza Italia-, solicitan el envío de inspectores "para que cobren multas", ante la proliferación de dueños de perros "que no cumplen con levantar las necesidades de sus canes".

No contentos con cuestionar a los desaprensivos poseedores de cuadrúpedos de raza canina, los vecinos -para justificar la eventual presencia de funcionarios en su universo de cien metros- explican que "esto no es el Pasaje Virasoro, sino que lo llamaríamos ‘la cagada’ ".

Hasta aquí -aunque haciendo gala de una cierta exuberancia filosófica- las solicitudes de los vecinos del mencionado pasaje no superaban la media de tantas otras que pueblan los escritorios de los funcionarios. Mas en el tercer párrafo, Satán introdujo el rabo.

Muy sueltos de cuerpo, como quien no quiere la cosa, los audaces "virasorenses" -hasta hubo que inventarles un gentilicio- se despacharon con el pedido de fondo, que hizo que los otros dos quedaran en segundo plano: quieren privatizar el Pasaje que los alberga.

Así dijeron: "privatizar el pasaje, o sea cerrarlo con rejas desde Güemes hasta Charcas". Eso sí, el único objetivo de los "virasorenses" es "tenerlo con plantas y flores, más limpio e iluminado, con la colaboración de todos los vecinos que residen en dicho pasaje".

Lo que los solicitantes no aclararon es qué deberá hacerse con los ciudadanos que -atraídos por el paradisíaco paisaje botánico floral- intenten penetrar en él. ¿Deberán colocarse dos vigilantes -uno a cada extremo del pasaje-, que, llave en mano, abrirán las puertas sólo a los "habitués"?.

Si algún ciudadano persistiera en acortar su caminata entre Güemes y Charcas e importunara al guardián con insistentes pedidos para que le abriera las puertas del paraíso, ¿deberían los guardianes susodichos llamar a la cercana comisaría -que lleva el número 23- para que las autoridades hagan entrar en razón al desubicado?.

La última pregunta: para tener un lugar "con plantas y flores, más limpio e iluminado", ¿es necesario prohibirle a todo el mundo que lo disfrute?.

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