Ante un escritorio abarrotado de papeles, el diputado Álvaro González le explica a Noticias Urbanas: “Te pedí que me llamaras a esta hora porque desde las diez de la mañana estuve en siete comisiones distintas”. Son las ocho de la noche del martes y el legislador nacional de Cambiemos sabe que en el Congreso aún hay trabajo por hacer: están a punto de llegar las reformas impositivas y laborales del Gobierno.
Actual vicepresidente del bloque Pro, exlegislador porteño y exsubsecretario de Asuntos Públicos, González está convencido de que las reformas “achicarán en el tiempo el déficit”. Admite que el país no puede endeudarse por tiempo indeterminado y acusa al kirchnerismo de haber dejado “un regalito”. Pero, sobre todo, les pide a los gobernadores y al resto de la oposición “ceder un poquito”. “Son reformas muy importantes”, opina. “Tienen su complejidad, pero creo que para la semana próxima vamos a tener una idea de cómo van a estar los gobernadores, que son un actor importante. Luego hay que ver si los proyectos se tratan con el nuevo Congreso, que hay que ver bien cómo queda conformado”, dice.
–¿Haber ganado les da más poder en la negociación para las reformas?
–Somos la primera minoría. No tenemos per se la posibilidad del cuórum, donde hay que sentar a 129 diputados. En el mejor de los casos, tendremos 110. Creo que todo se definirá con algún aporte de la oposición y con la postura que adopten los gobernadores, que definirán lo que harán sus diputados. Soy optimista de que vamos a terminar teniendo un paquete de leyes de una reforma, como dice Macri, que no es la que proponemos sino la que conseguiremos. Y en el “conseguiremos” está que todos tenemos que ceder un poquito.
–¿Cuán necesario es ajustar la economía?
–Hoy el problema central está en el déficit fiscal. Y la reforma tributaria y laboral van vinculadas a achicarlo. En la administración anterior hubo una decisión de agrandarlo porque el gobierno kirchnerista subsidiaba cuando no tenía la plata para hacerlo. Ese resultado negativo se financiaba con emisión, lo que nos llevó a la inflación de casi el 50 por ciento. Este Gobierno, a partir de 2015, decidió implementar el gradualismo. Fue una decisión política, porque achicar el déficit fiscal con política de shock es lo que todos conocemos como “ajuste”, y así nos fue. Entonces el Gobierno decidió que ese bache entre la inversión y el crecimiento sea financiado por endeudamiento por un período de tiempo determinado, que no puede ser eterno porque se vuelve impagable.
–De 2015 a la fecha nuestro país se ha endeudado en el orden de los 35.000 millones de dólares anuales.
–Yo recuerdo una reunión donde Dujovne y Caputo nos dijeron que el endeudamiento tenía un punto de equilibrio, que crecía hasta 2020 y a partir de ahí el proceso de inversión genuina, el crecimiento y desarrollo, generará el dinero con el que se empezará a devolver la plata que se pidió prestada.
–¿El Gobierno se endeuda para solucionar problemas acumulados de antes?
–Hay problemas de infraestructura básica, de cloacas y agua potable. Parece mentira que el Presidente tenga que hablar de eso hoy en día. Cuando empezó la democracia, las cloacas eran un problema de los intendentes, no del presidente. Entonces, la deuda de la dirigencia con el pueblo es importante. Yo creo que hay una incipiente mejora en la economía argentina, pero, básicamente, la ciudadanía también percibe que hay obras en marcha.
–¿Le preocupan las críticas al Gobierno?
–Cuando a uno le toca la responsabilidad de gobernar, está sujeto a elogios y críticas. Si las críticas son sanas, bienvenidas sean. Pero si son obstruccionismo, y solo decir que no, sobre todo de aquellos que dejaron el regalito… Si les hubiera ido bien no estaríamos hablando de este paquete de reformas. Este paquete, este gobierno lo tiene que hacer en escasamente dos años versus un gobierno de doce años. Ser opositor siempre habilita a criticar, pero no a decir siempre que no.
–Habla del kirchnerismo, pero ¿toda la oposición es igual?
–Hay un sector mayoritario que está preocupado por los destinos del país. Y no estamos hablando de 2050, sino de 2018. Las elecciones de octubre dejaron una enseñanza a la dirigencia: el pueblo votó en algún sentido, y la dirigencia tiene que tener presente que somos mandatarios de los que nos votaron. La reforma es amplia y profunda. ¿Nosotros tenemos la solución? En principio, tenemos una propuesta. La solución será la que salga votada.
–La reforma ya tuvo cambios. ¿Cuán justos, para usted, son los reclamos de los gobernadores?
–Cambiemos no se enamora de sus propuestas. Por ejemplo, en la zona de vitivinicultura hicieron oír su voz y nosotros no demostramos que no estamos dogmáticamente enamorados de nuestras ideas. Ahora, los gobernadores también saben que hay otras provincias con otras producciones regionales. El arte de gobernar es ver cómo hacer para compatibilizar intereses. Más allá de que las economías regionales son muy importantes, tenés un universo que es la Argentina. Los gobernadores también tendrán que hacer su aporte. Nosotros tenemos la obligación de proponer un camino, creemos que el norte es acertado, pero no somos iluminados.
–¿Las empresas también tendrán que poner una parte?
–No me parece razonable que en función de la discusión de un tributo amenacen con dejar de hacer una inversión. Esa no es la discusión que plantea el Gobierno. Y si lo transfieren al precio, afectarán la inflación. Entonces, el esfuerzo tiene que ser de todos. Repito: nosotros somos tipos de laburo, no iluminados.
–Hace poco habló en una nota de opinión de un “cambio de época”. ¿Ahora comienza en verdad el Gobierno de Macri?
–El Gobierno comenzó el 10 de diciembre de 2015, con una legitimidad de apenas dos puntos de diferencia. Lo que hizo la elección de medio término fue una validación de la sociedad de que el Gobierno avanza en el sentido correcto. Ahí se da el cambio de época. Muchos de los que no nos votaron antes ahora nos acompañaron. Este modelo de gobierno, que es la aplicación lisa, llana, franca y transparente del sentido común, de estar cerca de la gente, de ocuparse del problema, de poder tocar un timbre y de no creer que nos las sabemos todas, es el cambio de época. No es un gobierno refundacional tampoco. Hubo un espaldarazo al camino tomado, y ahora podemos acelerar un poquito, dar una vueltita más de rosca y avanzar, pero sin abandonar el gradualismo.
En primer plano
• Un plan de fin de semana. “Hacer asado con familia y amigos.”
• Una comida favorita. Milanesas con papas fritas.
• Una frase. “Todo en su medida y armoniosamente”, de Juan Domingo Perón.
• Un disco. Soda Stereo, de Soda Stereo.
• Un libro. De animales a dioses, de Yuval Noah Harari.
• Una película o serie. Billions.