La Legislatura trabajó a destajo este fin de semana para cumplir con el deseo del Poder Ejecutivo porteño, que les solicitó a los diputados que le aprobaran -entre otros proyectos- una Ley de Emergencia Económica para hacerle frente a una crisis que parece no tener pespectivas de solución en el corto plazo.
El domingo a las 13:30, finalmente, comenzó la sesión en la que se trató -en primer lugar- la aprobación del Convenio de Aprobación de las Letras de Cancelación de Obligaciones Provinciales (LECOP). Después de un trámite sumamente accidentado -que se repetiría a lo largo de la tarde-, que incluyó insultos, huevazos y amenazas de una barra enardecida, que no abandonó la galería superior de la Legislatura hasta las nueve de la noche, los diputados aprobaron la ley que autoriza al Gobierno a cancelar sus obligaciones con las LECOP.
Alrededor de las 15, Cecilia Felgueras anunció el resultado de la votación, que arrojó un saldo de 46 votos por la afirmativa, 6 por la negativa y dos abstenciones. La reacción de la barra -en su mayoría empleados del Gobierno, del Teatro Colón y del Centro de Salud Ameghino- fue violenta: arreciaron los insultos y volaron algunos huevazos, tanto que hubo un cuarto intermedio de más de una hora, para esperar a que se calmaran los ánimos.
Luego de la aprobación de este proyecto comenzó la discusión de la emergencia económica, que ya hacía una semana que se venía debatiendo infructuosamente, esta vez con el trasfondo de un escenario caótico, dentro y fuera de la Legislatura. Tan caótico era el escenario, que casi todos los diputados discutían con una oreja en las ponencias de los demás y otro en las radios y televisores que traían los vientos huracanados que llegaban desde Chapadmalal, desde Córdoba y desde San Luis.
Alrededor de las 19, llegaba el rumor que los aliados del oficialismo esta vez votarían en disidencia con los bloques del FREPASO y del radicalismo. En efecto, los bloques del ARI, Forja 2001, Movimiento Generacional Porteño, Buenos Aires para Todos, Popular Cristiano, Acción Demócrata, Justicia Social y Peronismo Independiente tomaron la decisión de no acompañar al oficialismo en la votación de la ley en general.
De todos modos -ante la anunciada abstención del bloque justicialista-, la Alianza sumaba los votos que necesitaba para imponer su proyecto y estaba dispuesta inclusive a pagar el precio de aceptar algunas modificaciones que esperaban imponerle los bloques chicos cuando se produjera la votación de la ley en particular, es decir, artículo por artículo.
A las 21:30 la Ley de Emergencia Económica se aprobó por 27 votos a favor, 6 en contra y 20 abstenciones. Nuevamente se repitieron entonces los insultos, las amenazas y los huevazos, que alcanzaron incluso a los redactores de NOTICIAS URBANAS.
Posteriormente, cuando la renuncia del presidente de la Nación escribía un nuevo capítulo de un conflicto que amenaza con culminar con un país en ruinas, la Legislatura porteña se disponía a continuar con la votación de los artículos de la ley en particular, para culminar la noche con la votación de las leyes tarifaria y del código fical.
Muy atrás, casi en la prehistoria, quedaban las declaraciones del secretario de Hacienda, Miguel Angel Pesce, a un matutino porteño, realizadas el tres de octubre pasado. Pletórico de esperanza, Pesce anunciaba entonces un índice de crecimiento del 2,5 por ciento para el año 2002, al mismo tiempo que advertía sobre la inminencia de una caída en la recaudación fiscal de 100 millones de pesos, que se produciría entre octubre y el fin de año.
Cobraban vigencia entonces algunas críticas surgidas durante la semana pasada desde las filas de la oposición, que cuestionaban cierta impericia del Gobierno para enfrentar una crisis que, leyendo los diarios de hace dos o tres meses atrás, se veía previsible.