La Iglesia salió con los tapones de punta

La Iglesia salió con los tapones de punta

Luego de que se conociera lo que gasta el estado en la Iglesia, el obispo de San Francisco, Córdoba, Sergio Buenanueva, realizó fuertes declaraciones. Qué dijo.


En su paso por la Cámara de Diputados para realizar el primer informe de gestión del año, el jefe de Gabinete de  la Nación, Marcos Peña, dio unas cifras que desataron la polémica. Una de las preguntas que le hizo el bloque de Martín Lousteau estaba referida a la plata que el Estado destina a la Iglesia Católica. 

De acuerdo a la ley de Presupuesto 2018, la remuneración de los obispos totaliza para este año la suma de $ 130.421.300. Según contestó el jefe de Gabinete, los obispos diocesanos cobran $46.800 por mes; los obispos auxiliares $40.950; los obispos eméritos $40.950; y los administradores apostólicos y diocesanos perciben una suma de $46.800, igual que los obispos diocesanos.

Que se de a conocer ese dato produjo un fuerte malestar en la Iglesia y las repercusiones no se hicieron esperar. El obispo de San Francisco, Córdoba, Sergio Buenanueva, dijo que le parece raro que un diputado no sepa algo que es información pública y está en el presupuesto que votó. Explicó en qué gasta el dinero

“Me parece perfecto que un diputado le pregunté al jefe de Gabinete por lo que el Estado destina a la Iglesia, porque es información pública. No reveló nada oculto que debía permanecer así”, agregó.

“Los ciudadanos tenemos el derecho de saber en qué gasta el Estado la plata que le damos a través de nuestros impuestos. Lo que me parece raro –dijo– es que los diputados, que tiene que aprobar el presupuesto todos los años, hayan preguntado eso porque esta información ya era conocida, pero un olvido lo tiene cualquiera”.

Buenanueva aclaró que el Estado no sostiene a la Iglesia y que “el mayor aporte lo hacen los católicos domingo a domingo” con las colectas, por ejemplo. “El Estado hace un aporte que es del 6% o 7% del total de nuestro presupuesto”, explicó.

Monseñor Buenanueva explicó que los $130 millones anuales que el Estado destina a la Iglesia católica cubren 3 rubros: asignaciones a los obispos, a los seminarios y a las llamadas parroquias de frontera.

“Aparte de este aporte presupuestario, hay otros extraordinarios por ejemplo para refaccionar una capilla o si se está construyendo un nuevo centro de culto”, agregó el religioso y aclaró: “Esto no es un privilegio de la Iglesia Católica, es un derecho que tenemos todos los ciudadanos y para eso le damos al Estado nuestros aportes para que lo devuelvan a lo que los ciudadanos consideramos importante para sus vidas”.

Buenanueva explicó en qué gasta ese salario. “Lo que recibimos no tiene razón de sueldo, porque no tenemos deducciones ni pagamos ganancias, es un dinero que llega a las diócesis a nombre de los obispos”.

Agregó que parte de ese dinero se aplica al sostenimiento personal de su casa, la comida y su vehículo, pero que el grueso está destinado a los gastos ordinarios del obispado. El sueldo en blanco de los cinco empleados que tenemos en San Francisco es superior a los $50.000 y parte de lo que recibo va destinado a esto”.

“Es justo, no es ilegal, que el Estado nos de un aporte, pero el sistema debería cambiar, como ocurre en otros países, donde los ciudadanos en sus declaraciones juradas, cuando declaran sus ingresos, expresan que parte de esos ingresos pueden estar destinados a la religión a la que perteneces o a otras obras”, dijo.

 

 

 

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