Después de un largo proceso de negociaciones -que empezaron en 1985- los socialistas argentinos aseguran que están encarando la última etapa de su larga diáspora. Los descendientes políticos de Alfredo Palacios, que hoy se agrupan en tres partidos, el Partido Socialista Popular, el Partido Socialista Democràtico y el Partido Socialista Auténtico se proponen seguir negociando, pero con un final a la vista: el 28 de junio, en que se conmemora el 96º aniversario de la creación del Partido Socialista Obrero Argentino, inspirado en el Partido Socialista Obrero Español.
En las charlas previas a la unidad, en las que intervinieron casi todos sus dirigentes principales, pero en especial Rubén Giustiniani (PSP), Oscar González (PSD) y Mario Mazitelli (PSA), el planteo que parece tener más adherentes es que la unificación se plantee en el ámbito nacional, para partir desde allí a la fusión de los estamentos provinciales y municipales.
En su larga historia, el Partido Socialista sufrió varias escisiones, la primera de las cuales fue la formación del Partido Socialista Internacional, germen del Partido Comunista, que se insperó en la Revolución Rusa. Más tarde, en 1927, Federico Pinedo y Antonio de Tomaso se fueron para fundar el Partido Socialista Independiente. Sus viejos compañeros los acusaron de tener "desviaciones conservadoras y militaristas". A los anteriores -por su parte- los habían acusado de abrazar una ideología "marxista-leninista".
El viejo Partido Socialista Obrero Argentino se había convertido, hacia 1908, en el Partido Socialista Argentino primero y luego en el Partido Socialista así, a secas. En 1904 Alfredo Palacios escribió su nombre en las historia al ser electo diputado nacional por la cuarta circunscripció electoral, "el primero en América", como todavía les gusta presumir a los socialistas. Poco después, Enrique del Valle Iberlucea se convertía en "el primer senador socialista de América".
Después de muchas peripecias, en 1958, se produjo la escisión del "viejo tronco" del Partido Socialista Democrático, que lideraron entonces Nicolás Repetto y Américo Ghioldi. Mientras tanto, el Partido Socialista Argentino quedaba en las manos de Alicia Moreau de Justo y de Alfredo Palacios. Culminaba así una etapa, que había empezado a principios del siglo XX, con sus dirigentes de segunada generación cuestionados por los más jóvenes -los que se fueron-.
Desde entonces, las diferencias primaron por sobre las coincidencias entre los socialistas y todos los intentos de reunificación fracasaron. Pero, a pesar de todo, "esta vez va en serio", según aseguran en el Socialismo Democrático. Ya hubo varios plenarios y este sábado a las 16 habrá otro en el Betanzos, en Venezuela al 1500, en el que dirigentes, militantes e intelectuales de las tres ramas socialistas discutirán propuestas de integración.
De todos modos, las mujeres socialistas, como suele pasar en muchas otras ramas de la actividad política, están a la vanguardia de las acciones. Con los ejes puestos en la Ley de Salud Reproductiva, los nuevos modelos de inserción social (las asambleas barriales) y la defensa de los derechos políticos femeninos, se reunieron y firmaron para el ocho de marzo, Día Internacional de la Mujer, un documento en conjunto, algo que hacía mucho tiempo que no ocurría.
En cuanto al futuro de los seguidores de Alfredo Palacios, según las fuentes, se proponen reforzar su presencia en la Alternativa por una República de Iguales (ARI), de "Lilita" Carrió. Claro que en esta ocasión, una vez fuertes y unidos, irán por más.
En esta Argentina, en la que los discursos contestatarios le permiten hasta a Luis Zamora albergar expectativas presidenciales, los socialistas en tren de unificación sienten que por primera vez en muchos años están situados en el lugar correcto, en el momento correcto, con el discurso correcto y junto a "Lilita", una figura carismática -aunque con un planteo político algo primitivo-, que puede atraer votos de orígenes disímiles.