Parece que el quédense tranquilos que esbozó el Presidente Mauricio Macri esta última semana cuando la corrida cambiaria acechaba nuestros bolsillos era real: el embajador Argentino en China, Diego Guelar, el Presidente del Banco Central, Luis Caputo y hombres de confianza del gobierno en China, consiguieron cerrar un Swapp por el equivalente a U$S 4.000 millones para hacer frente al vencimiento de corto plazo de los bonos según aseguraron fuentes confiables a este medio.
Swapp es un intercambio comercial entre monedas de distintos países: en este caso pesos por yuanes. Lo importante es que los yuanes a diferencia del peso, están asentados en el Fondo Monetario Internacional (FMI) como una moneda de intercambio, por lo tanto se pueden cambiar por dólares directamente. De esa manera, Argentina podría participar del sistema financiero mundial, cuya moneda de intercambio son los dólares.
El Gobierno de Mauricio Macri podría destinar el auxilio financiero chino a fortalecer las reservas del Banco Central y contener la infrenable subida del dólar, que ya cotiza a más de 30 pesos.
El depósito en yuanes responde también a la necesidad China de mantener su injerencia y participación en Latinoamérica. Así, en la práctica, es casi igual que recibir dólares. La transacción se inserta también en la guerra comercial entre Estados Unidos y China y su capítulo como financiadores de América Latina. China y en menor medidad Rusia, rompieron la pasada década con el rol histórico de las políticas estadounidenses, sostenido desde las recetas económicas de Washington desde la posguerra.
Existe un antecedente en nuestro país de este tipo de intercambio. El Swapp ya se hizo cuando Cristina Fernández de Kirchner estaba en la presidencia: 11 millones de dólares llegaron al país con el objetivo de fortalecer el nivel de reservas del Banco Central, operación que conectaba con las dos represas hidroeléctricas en Santa Cruz hoy en un intenso debate entre los países desde que asumiera como Presidente Mauricio Macri.
