En una elección distinta, Trump pudo retener el Senado y perdió la Cámara baja.

En una elección distinta, Trump pudo retener el Senado y perdió la Cámara baja.

Los demócratas le arrebataron la Cámara Baja a Trump. El polémico Presidente "zafó" de la marea azul y sigue con sus chances intactas de reelección


Las elecciones del martes en Estados Unidos no fueron contundentes para ninguno de los dos polos, aunque le dieron un resultado mayormente adverso al mandatario del país, Donald Trump.

El partido del presidente triunfó en la elección para el Senado, cuerpo que renovaba un tercio de sus bancas y así los republicanos retendrán la mayoría. Pero la oposición, el Partido Demócrata obtuvo también una victoria importante y recuperó después de 8 años el control de la Cámara de Representantes, que se renovaba en su totalidad y ofrece un buen termómetro del estado de ánimo de los norteamericanos. Ni la economía, que experimenta un auge difícil de parangonar, salvó al mandatario de un castigo en las urnas.

Pero esa lectura sólo recorre la superficie del mensaje que dejó la votación. La primera consecuencia política es que nada será igual de ahora en adelante. El presidente que controlaba todos los resortes del poder y atropellaba con sus mayorías a los demócratas en el Congreso ahora tendrá enfrente a una oposición revitalizada, deseosa de ponerle un freno a sus arrebatos. Junto a las minorías volvió la tradición democrática de los “checks and balances”.

Trump también tendrá enfrente a una oposición demócrata que contará con mejores herramientas para investigarlo. El fantasma del impeachment podría empezar a sobrevolar la Casa Blanca en los próximos meses, aunque la complejidad del proceso aleja las chances de éxito.

Otra consecuencia directa es que anoche mismo comenzó la carrera hacia 2020 y más que nunca todos los escenarios estarán abiertos. Dos años después de su sorpresivo triunfo, el presidente parece haber ahuyentado a la mayoría de la franja de votantes independientes aunque con toda claridad mantuvo su base de votantes. Si el establishment americano después de todas las “barbaridades” no logró quebrarlo en esta oportunidad parce bastante difícil que lo haga cuando él compita dentro de dos años.

El mayor interrogante, sin embargo, es cuál será la lectura que el propio presidente hará de la elección y si la interpretación que haga lo llevará a moderar su retórica en la segunda mitad de su mandato para ampliar la base o a radicalizar sus posiciones para cohesionar a su partido. es más probable esta segunda opción. La grieta en Estados Unidos parece haber llegado para quedarse.

La alta participación fue una de las claves del día. Lo que estaba en juego era, en rigor, mucho más que las mayorías legislativas y 36 gobernaciones, y así parecieron entenderlo así republicanos y demócratas por igual, que acudieron a los centros de votación en un número récord para una elección de medio término.

Como hicieron notar los medios locales, no fue una elección legislativa más, sino que dos modelos de país chocaron de frente. Dos visiones tan distantes una de la otra que pocas veces en su historia Estados Unidos estuvo tan dividido. Y en el centro de esa división aparece la figura de Trump, el gran manipulador, el provocador profesional, el presidente en campaña constante que convirtió la votación en un plebiscito sobre su gestión y del que salió con vida.

Los dos bandos son claramente identificables. El propio Trump contribuyó a fijar las líneas divisorias. De un lado las minorías raciales, junto con los sectores blancos urbanos y suburbanos de las grandes ciudades, más diversos y de mayor educación. Del otro, los sectores rurales de menor diversidad, votantes blancos, predominantemente evangélicos y sin educación universitaria: la base dura republicana.

A estos últimos apeló el presidente con su discurso en contra de los inmigrantes. Atizó temores muy arraigados, que revelan la profundidad de los cambios demográficos y culturales que están teniendo lugar en este país. Esa grieta, en realidad, fue la gran ganadora de la jornada. Pero no la única.

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