El enrevesado panorama político que reina en la Ciudad de Buenos Aires complica los planes de todos los candidatos que competirán en las próximas elecciones nacionales. Un electorado tradicionalmente rebelde, voluble a veces, que ha mutado sus preferencias de la centroizquierda a la derecha, e incluso ha elegido a algún candidato peronista en alguna ocasión extraordinaria, desvela a sus asesores y a sus operadores, que ensayan fórmulas que deben permanentemente rearmar para, fatalmente, volver a deshacer.
Néstor Kirchner, el candidato peronista con mejor imagen en los sectores medios, cuenta -precisamente por eso- con mejores posibilidades que otros justicialistas para hacer una buena elección en la Reina del Plata, aunque tropieza en este punto con algunas dificultades y su suerte estará atada a la manera en que las resolverá.
Su armado estuvo basado hasta ahora en dos figuras: Gustavo Beliz y Rafael Bielsa. Ambos miden bien -aunque lejos de Macri e Ibarra, que son por ahora los preferidos de los porteños- y cultivan perfiles que son funcionales a la estrategia del santacruceño en el escenario nacional: situarse en el centro y desde allí pivotear hacia la derecha y hacia la izquierda, aunque sin alejarse demasiado del eje central convocante.
La de Kirchner es una construcción racional, sin espacios para la aventura. Bielsa seduce a los progresistas por su pasado en la Sindicatura General de la Nación, desde la que enfrentó al jefe de los espías en tiempos de de la Rúa, Fernando de Santibáñez. Beliz, mientras tanto, corre por el andarivel derecho -sin deslizamientos excesivos-, siempre cercano a la imagen que construyó de sí mismo cuando abandonó la nave menemista, aquella del muchacho con zapatos blancos en medio de un barrial.
En estos momentos, Beliz lidera los equipos técnicos del patagónico y en ese rol está recorriendo el país junto a él. De todos modos, tendría un problema en el caso de que, como se piensa que ocurrirá finalmente, Patricia Bullrich decida atar su futuro político inmediato a la Ciudad de Buenos Aires y se presente como candidata a jefa de Gobierno. La ex ministra de Trabajo compite con Beliz en la franja electoral de la centroderecha.
Bielsa, por su parte, ha recibido algunas críticas del entorno de Kirchner por su renuencia a entrar de lleno en una campaña que se avizora despiadada. Le cuestionan a este abogado de 53 años su preferencia a referirse, cuando aparece en los medios de comunicación, a la tarea de su hermano -el director técnico de la selección de fútbol- o a los temas jurídicos que son su especialidad, eludiendo las definiciones políticas.
EL PANORAMA NACIONAL QUE RODEA A LA CIUDAD
Kirchner se maneja con tres hipótesis posibles en la elección nacional, y de acuerdo a cómo se sitúe en cualquiera de ellas, definirá su posicionamiento en la Ciudad.
Un escenario posible es una alianza con "Lilita" Carrió, que nunca estuvo descartada, aunque en los últimos tiempos la mantuvo en estado larval. Esta fórmula tropieza en un punto: ninguno de los dos está dispuesto a ser el segundo del otro.
De todos modos, existe otro punto en el que ambos candidatos están de acuerdo, que podría acercarlos. Los dos saben perfectamente que ninguno puede sobrepasar el techo de entre el doce y el catorce por ciento en el que se ha estacionado Carrió -Kirchner mide algo menos, no lejos de ella-, que le alcanzará a la chaqueña para llegar al segundo puesto y nada más que eso.
Los otros dos escenarios tienen que ver con alianzas de Kirchner hacia adentro del peronismo. El segundo es una alianza con el presidente de la Nación, que sólo le sirve a Kirchner si hay internas en el justicialismo. El poderoso aparato del peronismo bonaerense, a pesar de que ya no le responde sin fisuras a Duhalde como antes, sería la llave para que Kirchner fuera el candidato del partido, si lograra derrotar a Menem, algo de lo que los asesores del patagónico están seguros de conseguir. Esta opción exigiría el desembarco de "Chiche" Duhalde -la esposa del presidente- en la provincia y significaría la guerra con el actual gobernador, Felipe Solá.
Incluso -analizan algunos voceros informales de Kirchner- cuentan con algunas ventajas adicionales. Menem -en su construcción teórica- no necesita otra alianza que el sello del PJ, sin el cual no lograría nada en el terreno electoral. Por eso el riojano quiere las internas lo antes posible, e incluso las pide casi con desesperación. La representación oficial del justicialismo le permitiría subir el techo en el que está estacionado. Evalúan que no lo sobrepasaría sin ella.
La tercera posibilidad es una "enténte" también peronista e incluye a los insurgentes del peronismo bonaerense, una fuerza que lidera el actual gobernador Felipe Solá y que cuenta con un estado mayor formado principalmente por los intendentes de La Plata, Julio Alak y de La Matanza, Alberto Balestrini, a quienes suele acompañar Federico Scarabino, ex intendente de Quilmes y actual ministro de Gobierno de Solá.
LA FIGURA DE KIRCHNER COMO SUJETO
El gobernador de Santa Cruz, antes de que se produjera el escandaloso fraude contra los ahorristas que fue la instauración del "corralito", se llevó los fondos provinciales al exterior. Primero estuvieron depositados en Estado Unidos y ahora están en Luxemburgo. Kirchner siempre siguió la ruta de las reservas federales, a las que siguió en su derrotero.
Esta medida del mandatario patagónico le valió el respeto de la derecha moderada argentina. Kirchner cuenta entre sus votantes potenciales a la mayoría de los que sufragaron por Alianza por la República en la elección pasada. El otro componente fuerte de sus posibles seguidores está conformado por los peronistas que en las últimas elecciones votaron a la Alianza.