El Presupuesto en el Senado refleja la interna del peronismo hacia 2019

El Presupuesto en el Senado refleja la interna del peronismo hacia 2019

Las  dudas sobre la capacidad del Gobierno de llevar a buen puerto este mandato no se disiparon.


Aunque la transitoria calma de las finanzas dio en las últimas semanas una falsa sensación de orden reestablecido, cualquier examen atento a las circunstancias y los hechos de los últimos días descubrirá, sin esfuerzo, que el andamiaje político y económico del país sigue siendo endeble. Las  dudas sobre la capacidad del Gobierno de llevar a buen puerto este mandato no se disiparon; la hipótesis de cuatro años más de Cambiemos sigue pareciendo remota. El derrotero del Presupuesto 2019, caballo de Troya en cuyo vientre el Gobierno espera colar el acuerdo con el FMI a través del Congreso, da cuenta de lo precario del status quo en dos sentidos. Por un lado, su contenido, que ratifica un escenario cuanto menos complejo para el año electoral, con todo lo que eso implica para las chances del oficialismo. Por otro lado, los coletazos que el tratamiento de ese proyecto trajo en el oficialismo y en la oposición anticipan los reordenamientos de cara a las elecciones del año próximo, en las que, a esta altura, nadie puede dar nada por sentado.

Miguel Ángel Pichetto presume de ser el hombre que mejor conoce los engranajes parlamentarios, y después de un cuarto de siglo recorriendo de forma ininterrumpida esos pasillos, probablemente tenga razón. Fue pieza clave de la estrategia legislativa de cuatro presidentes, incluyendo a Mauricio Macri y a Cristina Fernández de Kirchner. Su alejamiento de la exmandataria en favor del actual significó el quiebre del bloque peronista en la Cámara alta. Por ese motivo, este año, por primera vez desde 1983, el justicialismo no ostenta la primera minoría en el Senado; después de perder nueve bancas que se fueron para encolumnarse detrás de CFK, Argentina Federal, el bloque conducido por el rionegrino, conserva 24 escaños, uno menos que Cambiemos. A pesar de que ese espacio no es uniforme sino que responde a intereses diversos, durante más de diez meses pudo mantener la cohesión y negociar directamente con el oficialismo su apoyo a proyectos clave.

Esta semana, el debate por el presupuesto dejó su armado al borde de una explosión. Al menos ocho senadores de Argentina Federal anunciaron que votarán en contra de la iniciativa del Gobierno, a pesar de que Pichetto había dicho públicamente en varias ocasiones que su bloque la aprobaría para garantizar la gobernabilidad. Otros ocho votarán a favor y los restantes ocho aún no definieron su posición. Las diferencias tomaron estado público el martes, en plena reunión de Comisión, cuando Pichetto protagonizó un violento cruce verbal con el formoseño José Mayans, vocero de los rebeldes, que le recriminan al jefe del bloque negociaciones con el oficialismo para marginar del temario del cuerpo el rechazo al Decreto de Necesidad y Urgencia que elimina el Fondo Sojero que financiaba a las provincias. Es una discusión de fondo que no afectará el resultado de este trámite: entre oficialistas, aliados y un puñado de fieles pichettistas, la aprobación de la llamada “ley de leyes” no corre peligro. El futuro de la bancada que conduce el rionegrino, en cambio, es más incierto.

Lo que se discute, en realidad, es el reordenamiento del peronismo de cara a 2019. Pichetto es el principal armador político del grupo de los cuatro que suma también a Sergio Massa, a Juan Manuel Urtubey y a Juan Schiaretti con el objetivo de disputarle apoyo territorial y sindical a CFK para intentar una nueva aventura del justicialismo no kirchnerista. Los realineamientos en el Senado reflejan esa tensión. Entre los senadores que permanecen fieles al rionegrino están Rodolfo Urtubey, hermano del gobernador salteño; Dalmacio Mera, primo de ambos; el cordobés Carlos Caserio, hombre de confianza del fallecido José De La Sota y hoy trabajando en el equipo de Schiaretti; más los dos representantes de Entre Ríos (que responden al gobernador Gustavo Bordet) y los dos de San Juan, incluyendo al hermano del gobernador Sergio Uñac. Dentro de ese grupo, ni siquiera es unánime la decisión de no participar de una gran unidad con el resto del peronismo: Uñac mantiene canales de diálogo abierto con el Instituto Patria, y hasta Massa y Pichetto escuchan a los emisarios que los tientan en ese sentido, sin pronunciarse. El único intransigente es Urtubey.

Cerca de la expresidenta creen que, a medida que se aproximen las elecciones, la economía y la política se encargarán de consolidar el trabajo de acercamiento que ella viene llevando a cabo con los sectores del peronismo que se alejaron durante su gobierno o después. Algunos resultados ya pueden verse: en el campo sindical y entre los movimiento sociales, por ejemplo. En el Senado, la columna vertebral de la “rebelión” a Pichetto la conforman los formoseños, conducidos por Gildo Insfrán, que siempre estuvo junto a CFK, y los pampeanos, que responden a Carlos Verna, quien fuera uno de los principales críticos durante los doce años del kirchnerismo y hoy es voz cantante entre los gobernadores que se le plantan a Macri. Otros posicionamientos transparentan internas provinciales: es el caso del chaqueño Eduardo Aguilar, que anunció su voto en contra del presupuesto con fuertes críticas al gobernador Domingo Peppo; o del tucumano José Alperovich, que quiere volver a mandar en su provincia y enfrentará a su sucesor, Juan Manzur.

En el medio quedan otras figuras con aspiraciones propias, como el santafesino Omar Perotti o el correntino Camau Espínola; o representantes de gobernadores que aún no decidieron su juego para 2019, como la fueguina Rosana Bertone. La votación por el presupuesto permitirá ir entreviendo cómo van a alinearse el año próximo, pero habrá este mes otra instancia en la que se podrá apreciar mejor el nuevo estado de situación. Es que vence el mandato de los representantes de la Cámara alta ante el Consejo de la Magistratura y deben elegirse nuevos consejeros. Actualmente, de los tres cargos, dos pertenecen al peronismo y uno a Cambiemos, pero la división opositora permitiría al oficialismo aumentar su representación y así alcanzar los dos tercios del órgano que se encarga de promover y sancionar a los jueces. Impedirlo es un interés común a muchos sectores de las diversas tribus justicialista, adentro y afuera del Congreso, que ya trabajan en una ingeniería que permita sumar el número necesario para anotarse una victoria en esa elección. Será, en escala pequeña, un ensayo de unidad a nueve meses de las PASO. Su resultado es aún incierto.

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