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Vamos a contar la película de Bird Box. Estás avisada y avisado.
A mí me encantan las películas catástrofe. Realmente las consumo con mucho placer. Es reencontrarte con esa fórmula maléfica pero exactamente igual que siempre te garantiza las mismas emociones. Casi como comer en Mc Donalds cuando tenes que salir de un apuro alimenticio.
Hasta Bird Box, dirigida por Susanne Bier, la fórmula de película apocalíptica clásica se desenvuelve siempre igual: padre y madre separados, la madre se va a vivir con otro varón -blanco y millonario, por cierto, pues a las mujeres de estas películas pareciera importarles mucho la plata- y justo ese fin de semana que el ex padre debe estar al cuidado de los niños, sucede la catástrofe: se inunda el mundo, caen meteoritos, explota un volcán. El padre -que tiene una mala relación con los hijos culpa de la madre- termina salvando al mundo y recuperando a su ex esposa. El millonario es medio malo, pero como tiene plata, no importa si muere o queda solo.
La parte política de estas películas también es fascinante. Por lo general, los sucesos climáticos suceden únicamente en el hemisferio norte, aunque no todos los países, claro. Estados Unidos siempre es el epicentro principal: el cartel de Hollywood abatido por un Huracán o la Estatua de la Libertad despedazada por un tsunami. No obstante, con suerte también vemos a algún país de Europa -Francia, París, sobre todo- y alguno asiático -por lo general, Japón-.
Por lo general, la celuloide de estos guiones expone una especie de Cumbre de la ¿ONU? o símil organización mundial de algo, donde el Presidente de Estados Unidos convoca, dirige y toma la decisión final sobre el mundo. Algo imperialista, sí, pero América debe volver a ser grande otra vez, ¿no?.
Pero el mundo se está acabando. La moral y la necesidad de conservar a la humanidad es lo que más desespera a personajes que, repitamos, no tienen alimento, ni ropa, ni donde dormir; es decir, básicamente no tienen futuro a donde llevar ese sistema de “valores”. ¿El mensaje? No somos Dios. No juguemos a manipular la “naturaleza de Dios”. Antiderechos, ¿están ahí?
Bird Box es exactamente todo eso, pero con un guión que esta vez decidió que el punto de vista central es explicarle a todas las mujeres que su destino es ser madre.
La película empieza con una Sandra Bullock –Malorie– con un embarazo avanzado que va a hacerse una ecografía. Sandra está muy callada mientras la médica pasa el ultrosonido por su panza. Le pregunta si quiere saber el sexo del bebé: “no”, responde Sandra en seco y dice que “en esa condición” -en referencia al embarazo- no está durmiendo bien.
Ahí empieza el problema que hace al argumento de Bird Box: es intolerante que una mujer no acepte felizmente su maternidad, ¡si ese es su destino! Pues, entonces, comienza rápidamente a producirse los dispositivos de aleccionamiento a la mujer. La médica, ya ofendida porque Bullock no quiere saber el sexo de su bebé, le dice “se llama embarazo, podes decirlo” . La hermana se pone del lado de la doctora, por supuesto: “¿Doctora, sabe que si no reconoce algo, desaparece?”. Hasta llegan a compararla con una yegua: “cuando una yegua queda preñada, lo sabe de inmediato”. Se burlan ambas de Bullock, mientras ella se encuentra acostada en la camilla, con la panza al aire, vulnerable ante la desigualdad de poder con la que se encuentra frente a la profesional y su hermana. Elije dejarlas hablar. “Es difícil amar a alguien que aún no conoces” y “Con el bebé, es distinto, es amor instantáneo” , explica la doctora.
En esta parte del guión queda expuesta una de las problemáticas que sufren las mujeres a nivel mundial: la violencia obstétrica. Se trata de un tipo de violencia de género que se manifiesta en un trato deshumanizado por discriminación, burlas o críticas a la mujer o a su hijo. En Argentina, se desarrolla desde hace años una lucha contra la violencia obstétrica y la medicalización del embarazo y el parto, las cesáreas innecesarias y el rol central del médico en desmedro de la parturienta y el neonato.
La escena termina con una médica muy enojada que termina proponiendo a Bullock que piense en la adopción: “No puedes ignorarlo y esperar que desparezca”, remata.
Con el fin de la primera escena, a los casi diez minutos, la película va a lo suyo: la catástrofe. Empieza con una mujer que se golpea la cabeza contra un vidrio, sangra, y mira atenta a una Sandra Bullock que justo sale de ser aleccionada para ser madre. La mira fijo una mujer sangrado. El fin de la metáfora.
Cosa va, cosa viene, un viento mezclado con hojas maligno -es todo lo que sabemos- azota a las personas y hace que los ojos se les pongan negros y se suiciden con lo que tengan a mano. Bullock queda encerrada en una casa con otros personajes, que encajan perfecto en la fórmula catástrofe.
Los personajes
- La madre: protagonizado por Sandra Bullock, pasa de ser una persona que odia al mundo a una empática total con todas y todos los que están a su alrededor. Contiene, salva, se ocupa. En el medio de la catástrofe, hasta le compra un regalo a otra embarazada.
- El padre: un hombre bueno, que perdió a su familia, y se hace cargo del embarazo de Bullock. ¿El problema? Tiene piel negra, y en el mundo de estas películas no son un héroe aceptable.
- Personas de color: un trabajador de supermercado muy religioso que se sacrifica por les demás.
- Ancianos: La anciana solo está para molestar al anciano, claro, que representa la sabiduría.
- Adolescentes: solo tienen una escena estelar donde dos mantienen relaciones -heterosexuales, claro-. Acto seguido, roban el único auto que tenían para sobrevivir. Es un típico mensaje de este tipo de cine católico, donde la sexualidad está penalizada, y más la juvenil, porque la doctrina católica rechaza el goce.
Un dato de esta película es que quienes padecen enfermedades psiquiátricas son los malos y las malas que quieren que veas eso que hace que quieras suicidarte. Bien por el guión también criticando a personas que no elijen enfermarse.
Junto con su nuevo hombre, Bullock salva a otra nena, con lo cual la familia tipo queda conformada: “niña” y “niño”, los llama ella, porque está negando su maternidad todavía.
Vendada toda la película para no ver esa luzaireloquesea maligno que hace que quites tu vida, salva a los dos niños, y llega a una residencia para ciegos. Amorosos, saben “ver lo que los demás no” y por eso se salvaron del apocalipsis. Mensaje capitalista de los buenos: lo material no importa, aunque sea la única forma de sobrevivir.
El final
Bullock se encuentra con la médica que antes la había castigado, cual dispositivo de vigilancia de Foulcault, pero ahora todo es distinto: ella aceptó el destino de ser madre, así que merece una sonrisa de la profesional. Termina con Bullock nombrando a “niña” y “niño”, que hasta entonces no tenían nombre. “Soy su madre”, explica, y cierra en una residencia llena de pájaros hermosos. Todo felicidad. El mundo está salvado. La mujer será madre.
El corazón de la brecha salarial entre hombres y mujeres son los nacimientos
Concebir a la mujer como madre es una de las convicciones en las que se basa el patriarcado, y elemento fundamental que explica el fenómeno de la brecha salarial. La brecha salarial entre hombres y mujeres es una problemática que afecta a exactamente todos los países del planeta tierra, en el cual las mujeres ganan hasta un 70% menos que un hombre por realizar el mismo trabajo. Se trata de un fenómeno que encuentra explicación en procesos culturales históricos, atados a instituciones y ciencias androcéntricas que justificaron por siglos la vulneración del derecho de las mujeres a decidir libremente sobre su cuerpo.
Se relaciona también con el trabajo no remunerado, es decir, el conjunto de actividades no remuneradas que se realizan dentro del hogar para proporcionar y proveer bienestar a los miembros de la familia. Este trabajo contempla garantizar: higiene, alimentación, salud, equilibrio emocional y la socialización de los individuos desde su nacimiento.
Más recientemente, Netflix mismo publicó un documental llamado Por qué las mujeres ganan menos que los
hombres, donde cuenta que de todos los factores que generaban desigualdad cambiaron excepto uno: las mujeres deberían criar a les niñes. Permaneció la idea de que las mujeres además de parir se supone que son las cuidadoras primarias, es decir, ocuparse de la crianza. Incluso, se sigue creyendo que si la mujer es madrem no debería trabajar.
Pero aún cuando una madre trabaja tiempo completo como su compañero, pasa nueve horas semanales más que él cuidando a les niñes y la casa. A lo largo del año, eso equivale a tres meses adicionales de trabajo a tiempo completo.
Y este es el corazón de la brecha: la maternidad. Los nacimientos es lo que afecta las ganancias de varones y mujeres. Pero ellas peor, obvio: si comparamos las ganancias de una mujer con hijo con las de una sin hijos, podemos ver que la brecha no se debe tanto a ser mujer, sino a ser mamá. La brecha de género en realidad es entre mujeres con niñes y todo el resto.
O sea que tenemos que hablar de una sanción a la maternidad. O pueden no leer nada de esta nota y ver Bird Box, que expone el sometimiento al que están expuestas las mujeres hace siglos.
Pero a mí me encantan las películas catástrofe. Todes tenemos un morbo dando vueltas.
Además, es un argumento igual a la película “El fin de los tiempos”, de M. Night Shyamalan: