Bienvenidos al mundo real, Latinoamérica. Jodido como es.
Venezuela está bajo la lupa del mundo entero desde esta semana, cuando tras las importantes protestas sociales, el líder de la oposición Juan Guaidó se autoplocamó Presidente a pesar de que Nicolás Maduro ejerce su mandato como Presidente electo de la Nación bolivariana, asumiendo hace solamente 14 días.
Ahora, los principales actores de la comunidad internacional quedaron divididos entre aquellos que se manifestaron para condenar el gobierno de Nicolás Maduro y reconociendo a Juan Guaidó como nuevo mandatario de Venezuela, y aquellos que mantienen su respaldo al líder chavista.
Por un lado, están los países pro- Rusia que en el continente son Nicaragua, Cuba, Bolivia y Venezuela y que además gozan de buena sintonía con el gigante asiático, y segunda potencia comercial mundial, la República Popular China; y, por otro, el autodenominado Grupo de Lima, compuesto por Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú, que se encolumnaron detrás de los intereses de los Estados Unidos de América
Por primera vez un tema latinoamericano escala al máximo nivel de los grandes conflictos en el mundo y esto tiene que ver con los actores involucrados. El planeta dividido entre la superpotencia estadounidense y la rusa recuerda, sin dudas a otras épocas de “guerra fría”. Se trata de los mismos enemigos de siempre, aunque ahora el conflicto se desarrolla en una geografía distinta del mundo, que solo contaba con el antecedente cubano en la segunda parte del el siglo pasado hasta hoy. La situación económica de Venezuela es realmente muy mala, siendo el país con más inflación del mundo y con un exilio masivo de la clase media, acechada por la falta de alimentos, medicinas y trabajo.
Institucionalmente, sin embargo, la autoplocamación de Guaidó y su inmediata legitimación por diversos Estados y hasta organizaciones multilaterales a primera vista coincide bastante con la idea de un golpe de Estado. Raro. Irregular, por más manifestaciones que la contengan. Quizás un antecedente cercano fue en 2016 con el Impeachment a la ex mandataria brasileña Dilma Rousseff, quien fuera reemplazada por Michel Temer, esta vez con la complicidad del las Fuerzas Armadas brasileras que acabaron su trabajo tiempo después impulsando con éxito a un candidato propio, como Jair Bolsonaro a la Presidencia.
También es muy parecido a lo que sucedió en Ucrania, y Rusia lo vivió en carne propia cuando fue destituido de manera bastante parecida Viktor Yanukóvich, algo que Putin saldó con la anexión -via referéndum- de la península de Crimea y las regiones de Donetsk y Lugansk.
La autoplocamación de Guaidó y su inmediata legitimación por diversos Estados y hasta organizaciones multilaterales a primera vista coincide bastante con la idea de un golpe de Estado. Raro. Irregular, por más manifestaciones que la contengan.
Con los gobiernos populares (o populistas como lo llaman los opositores) del pasado, liderados por Néstor Kirchner, Lula Da Silva, Hugo Chávez, Evo Morales y José Mujica, Rusia (casi siempre en tándem con su socio China) gozaba de una presencia sostenida y amable con Latinoamerica. Hubo en el 2005 un No al ALCA que terminó con el presidente George Bush abucheado en Mar del Plata. Sin embargo, a medida que estos gobiernos fueron derrocados mediante golpes blandos o derrotados en las urnas como en Argentina, la injerencia de Estados Unidos creció así como su irrestricto apoyo a estos gobiernos. El poder económico de China a pesar de ello sostuvo esa capacidad de tomar grandes obras y emprendimientos en el continente mientras que Rusia con un PBI parecido al de Italia, logra readecuarse rápidamente a los movimientos del terreno y hoy apuesta un pleno a Méjico con López Obrador, un viejo amigo de la época de Fidel Castro y Chávez, a la vez que mantiene firme su apoyo al país bolivariano.
Venezuela está destruido económicamente, con su estructura petrolera dañada, sancionado y en estado desesperante, pero así y todo no está aislado del mundo. Cuatro sedes de antiguos imperios, como Irán, Turquía, además de China y Rusia están hoy por ejemplo sosteniendo al gobierno de Maduro, todos por distintas razones. Los intereses que estos países persiguen en este lado del mundo se hicieron intolerable para los Estados Unidos que ve su crecimiento en la región, que en el siglo XX post segunda guerra supo ser “propio”. Pero el mundo no termina ni en San Francisco ni en Madrid o en Melbourne. Existe vida más allá de Occidente y eso es una realidad icontrastable en este mundo del siglo XXI. Parece absurdo tener que aclararlo en un mundo que hoy vive super conectado al segundo.
Será momento quizás de pensar que el mundo ya no es el que nos presentan las grandes cadenas de medios de comunicación, a las que que inocentemente o desprevenidos miramos. Ya sea de un lado o de otro. Hay que ver todo lo que pasa, porque existe una multipolaridad que tiene decenas de aristas filosas a pesar que las potencias son más o menos las mismas de siempre. Las que hoy están divididas y llegaron de manera inesperada a una escalada tremenda en Latinoamérica que solo sorprende a quienes vivían distraídos. El mundo tal como se configura y obviamente conectado con esta disputa, es muy complejo y ya nos toca bien cerca aunque seamos por culpa nuestra cada vez más actores de reparto. Pero no sea cosa que tomemos mal las decisiones y por imprudentes, ignorantes o aprendices ganemos más problemas de los que podemos afrontar. Todo lo que hagamos y digamos tiene vuelto.
Ya aprendimos que ir al FMI es para ineptos, pero no es lo peor que nos puede pasar. Ya que vamos como barrilete, al menos que sea atentos y con cuidado.