"Hasta que reincorporen a los compañeros y se caiga el acuerdo entre la burocracia y Metrovías continuaremos de paro", manifestaron los delegados gremiales de base, en respuesta a los despidos dispuestos por la empresa concesionaria del servicio de subterráneos porteños. La continuidad de la medida de fuerza se definió en una asamblea hecha en la madrugada del viernes, en la que participaron más de 70 delegados.
Hasta el momento, 90 empleados recibieron telegramas de despido por participar de la medida de fuerza, se iniciaron acciones judiciales contra gremialistas de base y un juez podría disponer el desalojo de las instalaciones. En tanto, los delegados denunciaron a Metrovías por privación ilegítima de la libertad, por impedir la entrada y salida de trabajadores del subte, y por lock out patronal.
En un principio, al conocerse la medida de fuerza, usuarios del servicio rompieron los vidrios de algunas boletería de la estación 9 de Julio, a raíz de que la empresa no quiso devolverles el dinero del boleto sino que les dio un pase para otra oportunidad. Fuera de estos pequeños incidentes, la huelga se cumple con total normalidad y con un alto nivel de acatamiento. En las cabeceras de las cinco líneas de subte y del premetro, permanecen delegados de guardia para garantizar que la empresa no reincorpore el servicio con personal no capacitado.
El paro se había anunciado este viernes al mediodía, frente a la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, en oposición al acuerdo firmado entre la Unión Tranviaria Automotor (UTA) y Metrovías.
A través de este convenio se canjeó la reducción horaria para los empleados que no habían sido alcanzados por la declaratoria de insalubridad -boleteros, empleados comerciales y algunos de los trabajadores de los talleres-, por la instalación de máquinas de expendedoras de boletos. Sin embargo, el convenio no establece seis horas laborales, sino que desde el 21 de abril hasta el 1 de julio estos sectores trabajarán seis horas más dos semiextras y desde esa fecha, seis horas más una semiextra.
Los delegados gremiales del subte consideran inaceptable el acuerdo, ya que entienden que la implementación de expendedoras automáticas producirá el despido de boleteros, que generalmente tienen "contratos basura". "La empresa debería tener otras prioridades, por ejemplo, mejorar el mantenimiento ya que cada vez más seguido se están produciendo accidentes que no salen en los medios de comunicación", afirmó una alta fuente gremial.
BREVE RESEÑA DEL CONFLICTO
Los trabajadores del taller Los Polvorines de Metrovías hace un mes se habían retirado dos horas antes de que finalice su turno, a instancias de la dirección de la Unión Tranviaria Automotor (UTA). La decisión se había tomado en la sede del gremio en una asamblea que reavivó la división entre el Cuerpo de Delegados de Trabajadores del Subte y las autoridades de UTA.
Allí, el Cuerpo de Delegados pedía que se postergue una semana la medida de fuerza de Los Polvorines, de forma tal de que la reducción de la jornada laboral a seis horas se reclame en conjunto con los boleteros. Para ello, sostenían que era peligrosa la medida de fuerza, porque sólo el 40 por ciento de los boleteros tienen más de tres meses de antigüedad en la empresa y, del resto, el 20 por ciento no tienen estabilidad laboral.
"La burocracia quiere negociar en una conciliación obligatoria la instalación de las maquinas expendedoras y la reducción de la jornada laboral de los boleteros", afirmaban en aquel entonces fuentes del Cuerpo de Delegados. Hasta esa fecha, los gremialistas de base habían conseguido la declaratoria de insalubridad y, luego, la firma de las seis horas para los trabajadores del premetro, quienes nunca antes en su historia habían obtenido esta conquista laboral.
Pero la medida de fuerza en el taller de los Polvorines provocó una conciliación obligatoria que dejó afuera del debate al Cuerpo de Delegados y reforzó a la UTA, que negoció directamente con la empresa concesionaria de los subterráneos porteños.
Tanto es así, que en el acuerdo alcanzado a partir de esta conciliación obligatoria, las autoridades gremiales aceptaron incluir un texto, en relación a la instalación de maquinas expendedoras de boletos, que dice que los empleados de Metrovías "han demostrado un notable nivel de aceptación". Sin embargo, a fines de enero la implementación de algunos de estos artefactos en la estación "Retiro", de la línea C, provocó tal malestar que se estuvo a punto de un paro por tiempo indeterminado, el cual fue suspendido a partir del compromiso de la empresa de no avanzar en este proyecto.