En la tarde del sábado, aterrizó en Caracas el encargado de negocios de la Embajada Argentina Eduardo Porretti, quien tendrá la misión de profundizar las relaciones con el gobierno del presidente interino Juan Guaidó. El diplomático había sido retirado del país por el gobierno de Mauricio Macri en repudio a la asunción de Nicolás Maduro tras unos comicios denunciados como fraudulentos e irregulares por parte de la oposición y la comunidad internacional. La Argentina fue uno de los primeros países en reconocer al gobierno de Guaidó.
Porretti es el hombre de Macri en Caracas. Con una larga experiencia diplomática y estudios académicos en Estados Unidos y la Argentina, debe hacer un difícil equilibrio en Venezuela. Maduro ya no tiene legitimidad institucional, pero por ahora controla el territorio, las Fuerzas Armadas y la administración pública. Juan Guaidó está respaldado por la mayoría de las democracias de Occidente, pero todavía no puede evitar que lo persiga el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN).
Maduro y Guaidó conviven en el mismo territorio, protagonizando una inestable convivencia política que tiene final abierto.
Macri reconoció a Guaidó, pero la seguridad de la embajada argentina en Caracas es una tarea que pertenece a Maduro. Si un periodista argentino es detenido en Venezuela, el embajador Porretti tiene que ir a la Cancillería de Maduro. Y si Maduro lo convoca a una reunión protocolar, Porretti debería ir. La Casa Rosada validó a Guaidó como Presidente interino de Venezuela, pero nunca rompió relaciones con el régimen bolivariano. La situación es inestable, inédita y en permanente tensión.