Ochenta años. Eso es lo que llevaba la emblemática librería porteña Clásica y Moderna en funcionamiento. Su historia, sus historias, la llevaron a ser declarada de “Interés Cultural”, por parte de la Legislatura de Buenos Aires, y si bien existe una luz de esperanza de que pueda recuperarse, el camino para emprender el regreso no resulta nada sencillo.
Clásica y Moderna fue la “segunda casa” de reconocidos artistas, escritores, periodistas e intelectuales, como Jorge Luis Borges, Manuel Mujica Lainez y Adolfo Bioy Casares, por solo nombrar a algunos, quienes contribuyeron a convertirla en parada obligada para los amantes de la lectura. Además, poseía un café y se realizaban eventos musicales durante diferentes días de la semana.
Las razones del cierre son dos: por un lado, la cuestión socioeconómica, la caída de ventas que hizo imposible la cancelación de una deuda de varios meses por el alquiler del espacio y que devino en el desalojo que se produjo esta mañana. Por otro, más espiritual si se quiere, tras la muerte de Natu Poblet en 2017 –nieta de Emilio Poblet, quien emigró a la Argentina y en 1916 abrió la Librería Académica de Poblet e hijos en Buenos Aires– el espacio comenzó a sufrir “un proceso de desgaste”, dice Fernando Monod, quien hoy está al frente de la librería.
El espacio tuvo su bautismo en 1938, cuando Francisco, hijo de Emilio, continuó la tradición familiar al abrir el local que se encuentra sobre avenida Callao al 800.
Fernando Monod, ingeniero zootecnista de profesión, es el hermano de Alejandro Monod, marido de Natu Poblet, quien tras el fallecimiento de su esposa permaneció al frente de la librería por unos meses, pero debió ceder el control debido a una enfermedad.
“Es un momento muy difícil. Me hice cargo de la librería el año pasado, debido a la enfermedad de mi hermano, y en diciembre nos enteramos de esta deuda y buscamos diferentes maneras de llegar a una solución que, al día de hoy, no encontramos”, explicó a Infobae Fernando Monod.
“Ofrecimos propiedades para pagar la deuda, pero el desalojo ya estaba avanzado. Además, todo sucede en el mes de feria judicial, por lo que en ese sentido no pudimos hacer nada”, agrega.
Ahora, con los abogados del propietario y de la librería en contacto, el panorama es incierto. Aunque existe una luz de que una solución es posible, esa luz tiene fecha de caducidad: un mes. Ese período es el que poseen los administradores de Clásica y Moderna para cancelar el total de la deuda.
El cierre, que deja en la calle a diez cabezas de familia, “no escapa a la realidad de muchos locales y negocios de la Ciudad”, comenta Monod, aunque aclara: “La diferencia es que tenemos una tradición de 80 años”.
Para Monod, por otra parte, una solución posible es que la Ciudad de Buenos Aires, a través de su cartera cultural, comience a proteger a los establecimientos porteños más tradicionales, así quedarían protegidos de las crisis económicas: “Creo que el propietario debería ser la Ciudad, esa es la única manera en que lugares como este y tantos otros no cierren nunca. No importa quién la administre, si unos no funcionan que vengan otros, pero la librería ya es un patrimonio. Esa sería la única manera de volverla eterna”.