Marina Borensztein: “La industrialización de los alimentos nos está matando”

Marina Borensztein: “La industrialización de los alimentos nos está matando”

La "motivadora social de vida saludable y felicidad" le aseguró a NU que la revolución de la alimentación saludable recién está empezando.


Marina Borensztein tiene 52 años y se describe como una “motivadora social de vida saludable y felicidad”. Autora de los libros “Enfermé para sanar” y “Así me cuido yo”, recientemente publicó “Paz, amor y jugo verde”. En esta entrevista destaca el movimiento, principalmente en redes sociales, a favor de una alimentación más saludable. Y aunque se muestra escéptica sobre la posibilidad de un cambio masivo en los hábitos en la mesa de los argentinos, cree que hay una “pequeña revolución” en ciernes.

¿Hay una grieta alimentaria?

No me gusta el concepto de grieta. Pero entiendo que no se puede evitar. Aunque no depende de mí si se habla de eso, puedo intentar no fomentarla. Desde mi lugar trato de que la gente escuche desde la búsqueda del bienestar. Si no, al final todos nos peleamos, en parte porque incluimos en la discusión conceptos que no necesariamente tienen que ver con la alimentación. Es cierto que hay cosas que hacen mal al cuerpo. Lo que comía, por ejemplo, mi mamá, no es igual a lo que comemos ahora. No es la misma carne de vaca, ni la misma leche ni el mismo yogurt. Antes no se cultivaba con la locura de los agrotóxicos. No comemos la misma fruta y verdura que comían las generaciones anteriores, ahora vienen con veneno incorporado. Es un desastre lo que estamos comiendo. Yo tengo la fortuna de comprar orgánico, y no es lo mismo. Para empezar, no tiene el mismo sabor, y no nos preguntamos sobre los motivos. No nos preguntamos si nos están envenenando. Mucha gente dice con facilidad que las advertencias sobre este y otros temas son un invento, que no son verdad. Y aunque no tengamos toda la información disponible aún, aunque falte probar algunas cosas, sabemos que todo lo artificial es malo para el organismo. A la gente que lee mis libros y me sigue en las redes sociales les digo solamente que prueben tener una vida con una alimentación más natural. Les digo que se van a dar cuenta de la diferencia, de cómo se van los dolores de cabeza, de que duermen mejor, de cómo mejora el funcionamiento de los órganos, el intestino por ejemplo, e incluso el apetito sexual.

¿Hay una crisis en la alimentación?

Sin dudas la industrialización de los alimentos y el mundo moderno nos están matando. Vemos cantidad de gente que sufre enfermedades autoinmunes, de las cuales no se sabía nada, de cáncer, cada vez más jóvenes. Hay una cantidad enorme de niños obesos, en la Argentina y en el mundo; niños con diabetes. La alimentación actual es pésima. Las marcas presentan alimentos procesados como si fueran saludables, y nos están enfermando. El cuerpo humano no está preparado para este tipo de alimentos. Esto se suma a las cuestiones del medio ambiente, a las malas elecciones, a la mala tramitación de emociones y a la mala vida, al estrés, a las toxinas, al sedentarismo. Todo esto junto hace que nos enfermemos.

¿Creé que el Estado debería tener una mayor intervención en temas alimentarios?

Absolutamente. Pero hay muchos intereses. Hay mucho dinero de por medio y los gobiernos están interesados en este dinero. No tengo muchas esperanzas, no me ilusiono al pensar que los gobiernos se van a ocupar de que la gente coma mejor. Hoy nos conectamos, aprendemos y nos comunicamos por las redes sociales. Gracias a esto hoy uno puede aprender muchas cosas y sacar sus propias conclusiones en base a información diversa. Sólo hay que salir a buscarla. Creo que cada uno tiene que hacerse cargo de su vida.

¿De qué forma debería intervenir el Gobierno?

En el punto donde deberían ser más drásticos es en la alimentación de los niños. Por lo pronto, espero que en la Argentina, al menos, los alimentos tengan etiquetas claras. Como pasa con las cajas de cigarrillos, donde te avisan que si fumás te morís. Quisiera que se tome la misma medida, por ejemplo, con los alimentos que llevan azúcares. Para que la gente tenga mas conciencia y entienda lo que está comiendo. Somos muchos que tratamos de hacer entender esto, con mucha fuerza. La comida es importante, no da lo mismo lo que comemos. Funcionamos bien si comemos bien y funcionamos mal si comemos mal. El alimento es medicina, es combustible, es lo que te lleva a tener una vida plena o muy infeliz. Es muy importante y hay un trabajo muy importante en las redes sociales para concientizar sobre esto. Pero los gobiernos deberían tomar medidas más drásticas. No sé cómo lograrlo, me cuesta estar en la cabeza de los políticos. No sé si van a poder dejar de lado el dinero y pensar en la salud de la gente. No tengo demasiada esperanza.

Siguiendo la comparación con las tabacaleras, se logró legislación en contra del consumo de tabaco. ¿Por qué no podría pasar lo mismo con la industria alimentaria?

Ojalá pase. De chica yo viajaba en un avión y fumaba por horas porque los demás fumaban. Pero no es lo mismo concientizar sobre el cigarrillo, que de alguna forma siempre estuvo mal visto, como concientizar sobre algo tan arraigado como el azúcar. ¿Cómo les sacás las tortas, el helado? No sé si la satisfacción que le da a la gente el dulce es comparabla a la que da el cigarrillo. Aunque ambas sean adicciones. Desde que nacés te rodean de galletitas. El dulce está asociado a la alegría, a los buenos momentos. El tema del azúcar, los dulces y las comidas tiene muchas aristas. Lo veo más delicado. Y si bien hay más emprendimientos saludables, falta mucho.

¿Cree que hay una revolución alimentaria? 

No creo que haya una gran revolución. Hay gente que está muy metida en el tema y gente que no tiene la menor idea. Que jamás escuchó que todo lo que compra en el supermercado le puede estar haciendo mal. Hay personas que despertaron su conciencia y realmente saben. Pero la inmensa mayoría pone la botella de gaseosa para los chicos en la mesa. Todavía estamos en falta. En todo caso, diría que la revolución de la alimentación recién está empezando en la Argentina. Y en otros países, como EE.UU., donde si bien son los reyes de la comida chatarra e inventaron todo lo que nos hace mal, también están inventando todo lo que nos está haciendo mejor. La revolución está queriendo crecer y avanzar. Pero es difícil, porque el mercado ofrece cosas riquísimas y a la gente no le importa si les hace daño. Las compran, y cada vez hay más golosinas con paquetes más vistosos. Pero sí, creo que hay un cambio de conciencia importante y que gracias a las redes nos enteramos de cada vez más cosas.

¿Recibe muchas críticas en las redes?

No, la gente que me sigue me quiere, en general me respetan, me siguen con mucho interés. Tengo una comunidad verde, llena de gente adorable a quien ayudo. Y están ahí, todos los días, esperando que les cuente algo. Yo no soy nutricionista, ni médica, el público lo sabe y lo digo siempre. Yo no atiendo en un consultorio ni hago recetas médicas, no le digo a la gente qué tiene que hacer. Sólo les cuento cómo hice yo para tener una vida más feliz y saludable. Y cuando me preguntan por alguna dolencia, les recomiendo ver a una nutricionista o a un médico. Soy un puente, una guía.

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