Se aleja la posibilidad de emitir el bono "Porteño"

Se aleja la posibilidad de emitir el bono "Porteño"

Paradójicamente, la aparición de los bonos LECOP en el panorama económico porteño, sumada a una recaudación aceptable en enero, postergaron -por tiempo indefinido- la emisión del bono "Porteño". Aún así -previsor- Ibarra convocó a tres empresas especializadas para que coticen la eventual impresión de los bonos, que llevarían -si se hicieran, finalmente- la imagen de Jorge Luis Borges


Tal como ya ocurre en muchas ciudades del interior de nuestro país, ya comenzaron a aparecer en las vidrieras de los negocios porteños los cartelitos con la leyenda "Se aceptan LECOP". Esto es la consecuencia de que hace unos días los funcionarios porteños recibieron de la Nación los LECOP tantas veces prometidos y tantas veces denegados. Pero aún más contentos que los burócratas están los proveedores, que por estos días -a pesar de sus ya antiquísimas amenazas de negarse a recibir otra cosa que pesos- se los están llevando a casa.

Pero el laberinto de los bonos en la Ciudad no termina allí. Hace también unos pocos días, tres empresas especializadas en la impresión de moneda fueron convocadas por el Gobierno porteño para que coticen precios. Los asesores de Ibarra quieren tener una idea aproximada -ésta no es una licitación, sino apenas una compulsa de precios- de los costos que les acarrearía a los porteños la emisión de 189 millones de pesos en bonos, que llevarían la imagen de Jorge Luis Borges y no la de Alicia Moreau de Justo (como se había planeado inicialmente), aunque en ese terreno todo es incierto.

De todos modos, tal como adelantó NOTICIAS URBANAS hace unos días, la aparición del bono -que se llamaría "Porteño"- no es inminente. La razón para que esto sea así tiene que ver con que la recaudación de enero experimentó un leve repunte, alejándose del estrepitoso derrumbe del 46 por ciento acaecido en diciembre.

Este panorama -menos terrible que el imaginado- entrega un respiro que les permite a los hombres del poder planificar con cierta tranquilidad el futuro. Por de pronto, la Ciudad de Buenos Aires goza de una calificación más que aceptable -superior aún a la del país- por parte de Standard & Poors, una de las calificadoras de riesgo más importantes del mundo.

Esta calificación le permitiría al Gobierno porteño la obtención de créditos en cualquier lugar del mundo en condiciones más que favorables. Ésta es la segunda razón -detrás de la suba en la recaudación- por la cual los hombres de Pesce se muestran morosos a la hora de implementar el bono "Porteño". La emisión del bono haría descender fuertemente la calificación de la Ciudad y elevaría las exigencias de los eventuales oferentes de crédito.

Aún a despecho de tanta parafernalia economicista, un asesor del Gobierno definía la coyuntura con cruda simpleza: "La Ciudad sigue dependiendo de su propia recaudación, y mientras la situación siga como hasta ahora, con una caída aceptable, no habrá despidos ni bajas salariales ni grandes demoras en el pago a los proveedores. Esto ayudará a que la situación de Buenos Aires se aleje del abismo".

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