Sin lugar a dudas se ha transformado en la figura política de la semana gracias a su amplio triunfo en las elecciones del segundo distrito electoral de la Argentina. Veamos un repaso por su campaña, su historia y su posible futuro.
Una campaña limpia (mucho blanco) y cuidada en términos de imagen. Con la frase “sigamos haciendo, sigamos creciendo” como concepto general de comunicación haciendo hincapié en el “sigamos”. Denominando a su coalición “Hacemos por Córdoba” que también funcionaba como eslogan. Tendencia que comenzó en España con la agrupación “Podemos” y continuó en Argentina con “Cambiemos”. Con frases publicitarias heredadas e inspiradas en las anteriores campañas en las que acompañó a José Manuel De la Sota, como “sabe, hace, cumple”, “sigamos haciendo, sigamos creciendo”, “sigamos haciendo por las mujeres”, “más Córdoba que nunca”, “Córdoba gana” y “yo voto propuestas”. Con la ausencia casi total de simbología del partido Justicialista. Haciendo eje en la cantidad de obra pública y programas de contención social que vienen desarrollando desde hace veinte años. Una campaña en la que Juan Schiaretti y como recomiendan los manuales de marketing político cuando te posicionas bien arriba en las encuestas, no confrontó ni criticó a sus rivales, no debatió con ellos y prácticamente no dio entrevistas durante el último tramo de campaña, sólo discursos y spots publicitarios con gente “común” como protagonista y frases positivas, cortas y recordables antes que largas propuestas o discursos politizados.
Ahora bien, ¿quién es este ascendente dirigente argentino?
Corrían los violentos años 60s. Un país y un mundo convulsionados por la violencia política de izquierda y de derecha, ideales de un mundo mejor y la revolución del amor que se posicionaba como la antítesis de la invasión estadounidense en Vietnam.
Córdoba no era la excepción, más bien todo lo contrario, la ciudad del Cordobazo, Agustín Tosco y Santiago Pampillón y décadas antes la cuna de la transformadora Reforma Universitaria. En ese contexto el joven Schiaretti daba sus primeros pasos políticos en la militancia universitaria de la izquierda peronista al calor de esas luchas y con la herencia paterna de enrolarse en el movimiento político del General Perón. Su padre, dirigente sindical ferroviario había sido encarcelado durante la auto denominada “revolución libertadora” en 1955. La persecución de las fuerzas paramilitares de derecha primero y luego de los militares a partir del golpe de estado de 1976 lo obligaron al exilio en Brasil. Contado en primera persona y quizás para remarcar el por qué de su buena relación con los radicales, cuenta que salvó su vida gracias a que precisamente dos dirigentes amigos de ese partido lo escondieron en su estudio jurídico hasta que pudo huir de Córdoba.
Con la vuelta de la democracia, él como muchos otros regreso al país y retomó su militancia en el peronismo y su actividad profesional en el sector privado. Fue contratado como gerente financiero del Grupo Industrial Astori desde donde tejió relaciones estrechas con la Fundación Mediterránea de Domingo Cavallo. Acompañó a José Manuel de la Sota en el espacio de la Renovación Peronista y pese a perder la interna con el menemismo terminó siendo un funcionario importante de ese gobierno, y luego interventor nacional de Santiago del Estero. Fue también diputado nacional, ministro, vice gobernador de De la Sota y finalmente electo gobernador en dos ocasiones.
Córdoba es el segundo distrito electoral del país. Provincia difícil para ser peronista ya que históricamente era el bastión de la UCR y un gran número de sus máximos dirigentes nacionales se forjaron en la “docta”. Quizás la provincia con más identidad propia de nuestro país. La Catalunya argentina bromeábamos con él y con el ex gobernador De la Sota, su eterno rival y compañero (relación de alianzas y desconfianzas mutuas en dosis iguales). La historia quiso que allí se creara la primera universidad nacional y una de las más antiguas de Latinoamérica, y que en su seno naciera el movimiento reformista que transformó la educación no sólo en nuestro país sino en varias casas de estudio del mundo, a tal punto que el Manifiesto Liminar de 1918 sirvió de inspiración al Mayo Francés. No es tirado de los pelos suponer que todo ese contexto de luchas sociales y valores republicanos contagiara a los cordobeses en general y la convirtieran en un provincia modelo de civilidad política.
Juan Schiaretti no podía ser ajeno a ese marco histórico en el que se crió y por eso hoy lo vemos al igual que el fallecido gobernador De la Sota como las caras de un peronismo distinto, un peronismo con valores democráticos y republicanos que reivindicaban cada vez que podían el abrazo Perón-Balbín. En una provincia radical, estos dirigentes entendieron que para aspirar al poder debían abrazar estos valores. Y anoche los reafirmó en su discurso de la victoria. Ese perfil de dirigente peronista pero moderado en sus declaraciones que reivindica las luchas sociales del peronismo pero sin abandonar los principios de la república, el diálogo y cierto perfil desarrollista, lo han convertido hoy en el gobernador más votado con el 54%, sacándole 35 puntos de diferencia a su principal opositor. En su discurso de anoche sintetizó todo esto al decir “Estamos convencidos de que no habrá república en Argentina sin el peronismo y estamos convencidos de que no habrá futuro en el peronismo si no es republicano” para luego reivindicar la libertad de prensa y la defensa de los Derechos Humanos, temas no muy centrales en el histórico relato peronista.
El Gringo como lo apodan propios y extraños se ha convertido desde anoche en el principal referente del peronismo no K. Históricamente enfrentado a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner es difícil pero no imposible imaginarlo compartiendo un espacio a nivel nacional con Unidad Ciudadana. Pero como decía el general: “Los peronistas somos como gatos: cuando parece que nos peleamos nos estamos reproduciendo”. Pero un dato no menor es cómo salió a desmarcarse prontamente de quienes querían proyectar su triunfo como la derrota a nivel nacional del presidente Mauricio Macri. “Es apresurado sacar conclusiones nacionales… Los cordobeses queremos la moderación, no queremos la grieta que tanto daño hace a la Argentina y que algunos piensan que puede servir para ganar elecciones” fueron sus declaraciones.
Hoy, y ya sin estar a la sombra del líder indiscutido del peronismo cordobés José Manuel De la Sota, Schiaretti se posiciona como el gran decisor de la estrategia electoral de ese poco homogéneo grupo de gobernadores y dirigentes peronistas que se sienten más cómodos charlando con referentes de Cambiemos que con los muchachos de La Cámpora. Uno podría aventurar que por su historia y perfil estaría más cerca de una tercera alternativa junto a Lavagna, Massa, socialistas, progresistas y radicales desencantados del actual gobierno.
Tendrá el Gringo un par de arduos meses de intensas negociaciones, roscas, asesorías de consultores de imagen que le acercaran análisis de estudios de opinión pública y que terminaran inclinando la balanza de sus desiciones para no desperdiciar el activo político que supo construir a lo largo de tantos años.
No tendrá muchos días para disfrutar relajado las mieles del triunfo este dirigente hijo de ferroviario que se forjó en la izquierda peronista, tuvo su paso por el liberalismo económico y se parece más a un radical moderado que a un peronista confrontativo y que por ahora navega cómodamente y con naturalidad en las aguas de la comunicación política.
Adrián Cotroneo, consultor en comunicación política.