Un informe de la Corte Suprema de Justicia confirmó la presencia de 18 sustancias tóxicas en el agua corriente de la localidad bonaerense de Pergamino. Las fumigaciones con glifosato fueron prohibidas en tres barrios.
En el año 2011, Sabrina del Valle Ortíz perdió un embarazo de cinco meses. El médico que la atendió le dijo que tenía una intoxicación por agroquímicos en su cuerpo, pero no quiso certificar ese diagnóstico porque lo iban “a matar”. Ese mismo día, recuerda Sabrina, había visto un avión fumigador pasar por encima de su casa, ubicada frente a una plantación de soja transgénica. Entonces comenzó a atar cabos: evidentemente, lo que le hizo perder a su bebé estaba vinculado a los problemas respiratorios y dermatológicos que ya presentaban ella, su hija, en ese momento de 10 años, y su marido.
Sabrina vivía entonces en el barrio Villa Alicia de la localidad argentina de Pergamino, al norte de la provincia de Buenos Aires y a 228 kilómetros de la Capital Federal. Pergamino es considerada parte del ‘núcleo sojero’ del país, y por lo tanto, es uno de los tantos ‘pueblos fumigados’, cuyos habitantes vienen denunciando la proliferación de casos de cáncer y otras enfermedades relacionadas a la contaminación del ambiente con sustancias como el glifosato, el ingrediente activo del herbicida Roundup de Monsanto.
Sabrina Ortíz abandonó el barrio Villa Alicia junto a su familia cuando los médicos de sus hijos le recomendaron “sacarlos de la línea de fuego”. Pero la mudanza no alcanzó: “Mi hija tuvo una infección en los huesos. Hoy tiene 18 años y estuvo dos en silla de ruedas porque no podía moverse. Mi hijo tiene linfoproliferación ganglionar, que hace que se agranden los ganglios y se deprima su sistema inmune. Yo sufrí dos ACV isquémicos que, según los médicos, fueron causados por los efectos neurotóxicos del glifosato. A veces me tiembla la mano, la cabeza, la pierna. Son movimientos involuntarios. Tengo 35 años, soy una mujer sana. Pero dejé de ir al médico por miedo”, dice la mujer a RT. Y agrega que sus hijos tienen, según la toxicóloga que los atendió, 100 veces más presencia de glifosato en sangre que lo tolerado. “La nena tiene 9,20 y el varón 10,20, cuando lo soportado es 0,01”.
Desde aquél trágico 2011, Sabrina comenzó a indagar qué era lo que estaba sucediendo. Hoy es abogada y forma parte de la organización ‘Madres de Barrios Fumigados de Pergamino’, que gracias a las denuncias viene logrando avances en la intendencia y en la justicia, pero aún no los suficientes: en 2014, una ordenanza del municipio de Pergamino prohibió las fumigaciones en zona urbana y periurbana. Crearon un organismo de control para que se cumpliera pero, según Ortíz, “nadie controló”, y en la madrugada las aspersiones continuaron.
A raíz de la insistencia de Ortíz y su grupo ambientalista, el Juzgado Federal Nº 2 de San Nicolás, a cargo de Carlos Villafuerte Ruzo, ordenó en el mes de abril suspender la aplicación de agroquímicos en cuatro campos que rodean tres barrios de Pergamino: Villa Alicia, Luar Kayard y La Guarida. El juez solicitó además un informe a peritos de la Corte Suprema de Justicia, cuyo resultado fue contundente: el agua que se consume en esos tres barrios tiene 18 agroquímicos y pone en riesgo la salud de los habitantes.
El análisis coincidió con otro elaborado por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Balcarce. Ambos contradicen la versión del municipio, que niega la presencia de agrotóxicos en el agua corriente. El propio intendente, Javier Martínez (Cambiemos), aseguró que en su casa bebe el agua de la canilla. Más allá de ello, el juez Villafuerte Ruzo ordenó al municipio entregar bidones de agua apta para consumo a cada domicilio de los tres barrios afectados.
Pero el drama que vive la familia de Sabrina se replica en otras zonas de Pergamino. En la parte sur está el barrio Santa Julia, donde vive Alejandra Bianco. A través de un relevamiento casero, Bianco detectó 53 casos de cáncer en solo dos manzanas. “Me di cuenta que algo pasaba en mi barrio porque después de hablar con varios vecinos, me enteré que teníamos mucha gente con enfermedades oncológicas. A mí me surge la inquietud porque yo tuve enfermo a mi hijo mayor, con una púrpura trombocitopénica —el sistema inmunológico ataca por error a las plaquetas y disminuye su nivel en sangre—, después se me enfermó el menor, con cáncer de tiroides, y en este momento tengo a mi pareja, Sergio, con cáncer de páncreas”, cuenta la mujer.
Cuando a Sergio le realizaron la biopsia para determinar qué le estaba pasando, el cirujano les preguntó si no habían pensado en la posibilidad de que algo raro estuviera ocurriendo en su casa, porque es muy extraño que en un mismo hogar haya tres personas con patologías diferentes.
Papel y lapicera en mano, Alejandra salió a la calle a buscar respuestas: “Después de recoger varios testimonios me di cuenta de que tal vecino está enfermo, el de la vuelta falleció, en la otra cuadra hay una mujer con una patología similar. Comencé a hacer unas planillas para ir registrando los datos que obtenía: lo que más observé fue cáncer de estómago, pero también de páncreas, de tiroides. Por ejemplo, en una cuadra, que son diez domicilios, ocho tienen problemas de tiroides, y algunos derivan en un cáncer”, describe. Entre los afectados, hay niños pequeños con sarpullidos en la piel, problemas de desarrollo madurativo, autismo o malformaciones. “Esto va a dañar a las generaciones futuras”, agrega Bianco.
Sabrina Ortíz, que ya venía avanzando con las denuncias en su barrio, le sugirió a Alejandra que lo que ocurre en Santa Julia también puede estar asociado al agua o a las fumigaciones. “Realmente no sabemos, pero estamos en camino de averiguarlo”, dice. Por lo pronto, la causa que atiende el juez Villafuerte Ruzo incorporó su caso al expediente.
“El agua dio que estaba contaminada. Ya eso lo sabemos. Es lo que pasa en todo Pergamino. Las cosas se ocultan, ya sabemos por qué. Siempre están las cuestiones económicas y políticas de por medio. Parece que vale más el dinero que la vida de las personas”, señala Alejandra a este medio. Las exportaciones de soja, junto a otros cereales, además de generar importantes ganancias a los dueños de los campos configuran, a través de impuestos, el principal aporte de dólares a las arcas del Estado provenientes del exterior.
Ortíz relata que desde hace algunos años la Fundación Leandra Barros —su nombre hace honor a una joven empresaria de Pergamino que murió de cáncer a los 32 años— organiza una maratón a beneficio de un centro oncológico. La carrera la auspicia Monsanto. “Es muy fuerte ver cómo lavan su imagen en eventos deportivos o culturales. Te envenenan, te enferman, pero colaboran con una remera”.
El 5/03 corremos junto a la Fundación Leandra Barros en la maratón de Pergamino. Anotate en https://t.co/FxVlFm83K6 pic.twitter.com/pGHOy2yvPj
— Bayer Crop Science Argentina (@Bayer4CropsAR) March 4, 2016
El pediatra Medardo Ávila Vázquez encabeza la Red Universitaria de Ambiente y Salud (Reduas) y es, además, coordinador de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados de Argentina. Para el profesional de la salud, que viene estudiando desde hace años esta problemática en todo el territorio argentino, el nivel de contaminación del agua en Pergamino no había sido encontrado hasta ahora. “La cantidad y la variedad de sustancias halladas demuestran que los agrotóxicos ya están filtrando, ya está pasando por la tierra y llegando a contaminar las napas subterráneas”.
Según el especialista, el número de muertes y enfermos de cáncer por habitante en estos lugares no es para nada normal, ya que está muy por encima de la media general del país. De acuerdo a Ávila Vázquez, los pueblos fumigados “triplican y en algunos casos cuadruplican” los casos de cáncer respecto al resto del territorio. Lo demostró mediante una investigación publicada en el International Journal of Clinical Medicine, donde cita el caso de la localidad de Monte Maíz.
“Hay zonas donde el 40 % de las muertes registradas son producto del cáncer”, señala a RT. Y recuerda que la Organización Mundial de la Salud ha advertido que el glifosato es una sustancia “probablemente cancerígena”.
Medardo Ávila explica que los efectos del glifosato en las personas pueden ser diferentes, de acuerdo al funcionamiento del sistema inmunológico de cada uno. “El cuerpo naturalmente rechaza las células cancerígenas. Pero no todos los organismos responden de la misma manera”, sostiene el médico.
Más allá de cifras, estudios ambientales o estadísticas, son muchos los vecinos y vecinas de Pergamino que se están enfermando. Dice Bianco: “En mi cuadra en este momento está mi marido. Juan, que vive a una casa de por medio de la mía, con cáncer de estómago, lo han operado pero parece que tiene metástasis. Al lado de mi casa hace tres meses falleció mi vecina, de 62 años. A cien metros tengo una chica que está en tratamiento con cáncer en la lengua. Otra que le sacaron un riñón. Así están los vecinos, nos estamos muriendo todos; cada media cuadra tenemos un problema de salud en una casa. Es increíble”.
Alejandra no solo convive con el sufrimiento de tener a toda su familia enferma, también sabe que mañana le puede ocurrir a ella: “Esto es como una ruleta rusa, al que le toca le toca”.
La información fue dada a conocer por RT.