Los caminos en la política argentina son a veces muy difíciles de adivinar, ya que no suelen tener la previsibilidad que generalmente poseen en otros lugares del planeta.
De aquel viejo dicho que primero la Patria, después el Movimiento y por últimos los hombres que le diera valores prioritarios al espacio que creara el general Juan Perón, a los “borocotazos” acaecidos en etapas más modernas del devenir nacional, muchos son los políticos que decidieron imprimirle nuevos rumbos a sus convicciones o incluso sólo nuevos rumbos, cuando las convicciones e ideas no sobraban.
El cierre de listas para las elecciones de este año trajo algunas sorpresas, pero una de ellas sobresalió por encima de todas. El pase del senador rionegrino Miguel Ángel Pichetto al oficialismo fue sin duda el suceso que rompió el mercado. Quizás no por la porción de peronismo que puede aportarle a Macri, sino por la posición de número dos que logró el senador para el caso que Mauricio Macri lograra reelegir por otro período. Si hay algo expectante en la política argentina es ser el segundo en la línea de sucesión de un gobierno de segundo mandato, con síndrome de “pato rengo” a los dos años.
Si le fuera bien al actual Presidente en su segundo mandato, con el protagonismo que actualmente tiene Pichetto -y esto potenciado por la gobernabilidad que generaría desde el Senado-, nace sin dudas un presidenciable, más por una vía muerta clausurada por Marcos Peña hace tres años o, en el mejor de los casos, reservada para sus rivales, las dos estrellas del Pro, Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal.
El pase del senador rionegrino Miguel Ángel Pichetto al oficialismo fue sin duda el suceso que rompió el mercado. Quizás no por la porción de peronismo que puede aportarle a Macri, sino por la posición de número dos que logró el senador para el caso que Mauricio Macri lograra reelegir por otro período.
Pero ni hablemos si la resolución de la etapa que comienza en diciembre no fuese la acertada ni la más feliz para el pueblo argentino. O si continuaran los problemas actuales. En ese caso, Macri debería lidiar casi desde el principio con una crisis social importante, creciente desde lo político y quizás sin tantos amigos generosos en el exterior como los que cultivó en las cumbres del G20 en las que participó.
En cualquiera de los casos, lo que se puede afirmar es que de los cuatro muñecos que se reunieron en Capital y Córdoba para generar Alternativa Federal (con el agregado de Roberto Lavagna), quién menos potencial parecía tener en esa mesa es quien más cerca está hoy del poder ya en este tramo del partido. Y ni hablar si Juntos para el Cambio reelige en octubre o noviembre. Sus ex compañeros quedarían muy mal en la foto si eso sucediera y él fuera entonces el Vicepresidente.
El ministro del Interior Rogelio Frigerio es quien habitualmente lo acompaña en sus andanzas por el interior del país, las que sólo interrumpe para los mega actos de campaña, como el lanzamiento de María Eugenia Vidal en La Plata o la cumbre de los cuatro fantásticos en Mar del Plata para empujar sigilosamente a Guillermo Montenegro hacia la intendencia de La Feliz.
Frigerio y Pichetto pergeñaron juntos -con paisaje patagónico de por medio-, un espacio político ilimitado, inodoro, incoloro y sin grandes precisiones, al que denominaron Peronismo Republicano, algo que por ahora dista de ser una línea interna del gobierno, ni nada que se le parezca. O sea, casi la nada, pero existe….
Lo que sí, es que está calculada su efectividad: en primera instancia recoge todos los heridos que han quedado a lo largo y ancho del país, generando en cada visita a un lugar, el acto peronista que nadie del macrismo podría hacer por sí solo. Un hallazgo que pone felices tanto a los que convocan como a los convocados que, como buenos peronistas, acercarse un poquito al “derpo” de turno los cautiva.
También está pensada su utilidad a futuro. Podría ser un interbloque parlamentario nacional y otros provinciales. Podría ser una extensión del oficialismo que camine por lugares por los que nunca antes lo hizo, o que lo haga de distinto modo. Todo con garantía Pichetto, con esa imagen de institucionalista, eficaz, duro y “republicano”.
Frigerio sabe que aterrizarán en el proyecto varios personajes por ese “wing”, senadores, dirigentes en general y quizás hasta algún gobernador, que ampliarían con ello la gobernabilidad existente, algo que de por sí ya es necesario, previo al resultado electoral.
Si todas estas hipótesis se cumplen, Pichetto será recordado como el tiempista que entendió a tiempo la movida de la gente. Y Frigerio -por la propia o por mandato- quedará como quién le abrió la política partidaria desde el gobierno. Y después se verá si el Peronismo Republicano será parte del gobierno o simplemente no será nada.