Cerca del mediodía de este jueves, la doliente multitud que se concentró frente al Ministerio de Desarrollo Social comenzó a desconcentrarse, con más preguntas que respuestas. Nucleados en el Frente de Organizaciones en Lucha, Barrios de Pie-Libres del Sur, el Polo Obrero, un sector del Darío Santillán y el Movimiento Teresa Rodríguez, los manifestantes arriaron sus banderas y partieron de regreso hacia el Conurbano.
Allí, la situación en las barriadas del Gran Buenos Aires es muy pesada. Faltan alimentos, que es el eslabón más primario de sus necesidades, aunque no sea su única demanda. El miércoles lanzaron la movilización con acampe para exigir la sanción de una Ley de Emergencia Alimentaria y debieron partir este jueves sin una respuesta concreta.
Las negociaciones con las autoridades de Desarrollo Social seguirán durante la semana, pero a partir del lunes, si no recibieran una respuesta a sus demandas, volverán a concentrarse, aunque esta vez por más tiempo, al menos por 48 horas.
De todos modos, la Emergencia no es su único problema. El problema más urgente que sufren reside en el abastecimiento de sus comedores, que están recibiendo mercadería cada vez más espaciadamente.
Antes les enviaban provisiones cada cinco días y se quejaron porque ahora la frecuencia se amplió a 14 o 15 días. La situación es tan extrema que algunas organizaciones sólo abren a diario los merenderos, pero los comedores sólo están abiertos dos o tres días a la semana, dada la falta de abastecimiento.
El otro problema lo plantearon ayer frente a los funcionarios que los recibieron. Pidieron un aumento en el salario social, que hoy es de $7.500 mensuales. Por ahora, sólo está confirmado que recibirán dos pagos extras de $500 en octubre y noviembre.
Los manifestantes se quejaron por la merma en la provisión de alimentos, en la que se ausentaron la leche y el azúcar, la carne y la verdura. Últimamente sólo reciben fideos, denunciaron. Ahora les entregan no más de cinco o seis productos, cuando antes les entregaban 14 o 15. Ahora reciben harina, azúcar y, a veces, un poco de leche, casi siempre en volúmenes alejados de sus necesidades.
Los dirigentes de las organizaciones advirtieron que, de no haber respuesta a sus demandas, se proponen concurrir a las puertas de los supermercados, una decisión que puede traer consecuencias violentas, en vista de la rígida política de seguridad que desarrollaron estas empresas en los últimos tiempos, que llevaron a la muerte de un hombre mayor en la puerta de uno de ellos hace pocos días.