La educación tiene un efecto directo sobre la vida de las personas y sobre la sociedad en su conjunto. Si queremos lograr una nación próspera e inclusiva, invertir en esta área es fundamental. Los bajos niveles de educación son la fuente de muchos de los problemas económicos y sociales de un país. Es por ello que, si se quiere que las sociedades progresen y que las personas tengan una mejor calidad de vida, es necesario mayor inversión en el campo educativo, no sólo a través de políticas públicas concretas, sino también del sector privado.
Otro punto a tener en cuenta, es que no se trata sólo de invertir más, también es importante que sea estratégico pensando en mejores resultados. Llegó la hora de destinar los esfuerzos de manera inteligente, en modelos educativos disruptivos, pensando en la preparación de los jóvenes para enfrentar un mundo cambiante, en constante movimiento, con nuevas demandas y necesidades.
Invertir en educación nunca es un gasto
La mayoría de los países de América Latina y el Caribe han venido apostando a la educación, aumentando significativamente la inversión como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB). En economías inestables como la de muchos de los países de la región, el reto más importante y apremiante es asegurar que la inversión siga en aumento, y que éste esfuerzo tenga retornos positivos, especialmente en la calidad y equidad de los aprendizajes y habilidades que adquieren los jóvenes durante sus etapas de formación educativa.
Es en este contexto, donde la participación y aporte del sector privado en el campo educativo es clave. En Argentina el 55% de las acciones de Responsabilidad Social Empresarial se concentran en el sector educativo, es uno de los segmentos más elegidos por los empresarios para trabajar sus acciones comunitarias. Si bien las empresas coinciden en que fortalecer y fomentar la enseñanza es fundamental para la transformación de la sociedad, es necesario seguir concientizando sobre la importancia de invertir en acciones concretas, en todos los niveles educativos. Formar a los jóvenes para que desarrollen las habilidades necesarias para enfrentar los desafíos del siglo XXI es la mejor inversión que podemos hacer.
La inversión en educación no puede esperar al nivel superior
La clave para obtener un mejor retorno de la inversión es invertir en la educación temprana de los niños y niñas. Esto es necesario para desarrollar capacidades y habilidades desde los primeros años de vida y disminuir brechas que se abren en la primera infancia y que luego, son más difíciles de subsanar.
Si bien la educación superior tiene un papel clave en la preparación de los profesionales del futuro, la formación y descubrimiento de las capacidades e inquietudes de los niños y niñas, comienza mucho tiempo antes. Por lo general, las empresas vuelcan sus esfuerzos en los jóvenes universitarios, cuando en realidad, los primeros pasos de los niños y niñas en el ámbito del aprendizaje, son fundamentales para el desarrollo de las competencias, pero también de las habilidades blandas y la capacidad para convivir y crear en equipo.
La inversión en educación no puede esperar hasta que los jóvenes llegan a la Universidad, hay que trabajar en los períodos anteriores porque uno de los principales problemas de estos tiempos, es que muchos estudiantes no llegan a la instancia superar, por diferentes motivos terminan abandonando en el nivel secundario y primario, según datos de la UNESCO, 263 millones de niños y jóvenes no van a la escuela y cientos de millones de jóvenes son analfabetos. En América Latina, uno de cada cinco jóvenes de entre 15 y 24 años no está en el sistema educativo y el 60% de ellos proviene de los sectores más pobres.
La inversión en educación tiene que potenciar modelos de innovación
Para lograr que todos los jóvenes desarrollen las habilidades necesarias para construir su futuro se torna necesario no sólo invertir más en educación sino, sobre todo, invertir mejor.
Uno de los desafíos globales de la educación es incorporar las habilidades del siglo XXI a los planes de estudios en los diferentes niveles educativos, para esto se necesita trabajar en nuevos modelos de innovación educativa, que rompan con las estructuras tradicionales propias de un sistema educativo arcaico, que sirvió de mucho pero que ya no encaja en estos tiempos de la globalización. Llegó la hora de reformular el rol del docente, de rediseñar el espacio del aula, de que los jóvenes tomen un lugar protagónico en su propio proceso de aprendizaje.
En todo el mundo están surgiendo modelos alternativos e innovadores que se proponen repensar y rediseñar la escuela y los vínculos que en ella se construyen. Experiencias como Horitzo2020, Escola Nova 21 y el Colegio Montserrat son propuestas de referencia que dan cuenta de ello en España. En la Argentina, el Proyecto Eutopía es un ejemplo claro de cómo el sector público puede trabajar en conjunto con el sector privado. Este modelo de transformación de la escuela secundaria, que se caracteriza por ser colaborativo e inclusivo, es impulsado por la Vicaría Episcopal de Educación del Arzobispado de Buenos Aires, con Profuturo, un proyecto de Fundación Telefónica Movistar y Fundación Bancaria “La Caixa”, y la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI). Al día de hoy está presente en 16 escuelas secundarias de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y alcanza a una comunidad de 41 directivos, 64 docentes en forma directa y más de 800 en forma indirecta, y cerca de 6.000 estudiantes. A partir del 2020 se propone escalar a otras escuelas y regiones.
El compromiso del sector privado es un componente clave para acompañar el desarrollo de estos nuevos modelos de transformación educativa y para que los jóvenes puedan enfrentar el futuro con las herramientas y conocimientos necesarios. Invertir en educación desde edades tempranas, facilitará el desarrollar de muchas más propuestas educativas que permitan cerrar las brechas que existen entre los intereses de los adolescentes y jóvenes de hoy, y lo que la escuela les ofrece. En Argentina, América Latina y el mundo, la innovación educativa ya está en movimiento y abierta a recibir el apoyo y acompañamiento de todos los actores de la sociedad, porque la escuela del futuro se hace entre todos.
*Por Luciana Alonso, Directora del proyecto Eutopía