Si los últimos meses fueron duros para los argentinos, los últimos serán aún peores, según miden los expertos en economía. Para peor, el propio presidente había planteado el 28 de septiembre de 2016, el día en el que el INDEC había vuelto a publicar los datos de pobreza tras dos años y medio, que “este punto de partida es sobre el cual acepto ser evaluado como presidente: por si pudimos reducir la pobreza en este gobierno”.
El 30 de septiembre pasado, el INDEC publicó su último informe sobre pobreza, que contenía una cifra lapidaria: el 35,4 por ciento de los argentinos son pobres y el 7,7 por ciento sobreviven malamente en una situación de indigencia. Fueron las peores cifras de su era en el gobierno.
De acuerdo con el informe, la cifra de los argentinos que viven por debajo de la línea de pobreza se incrementó en un 8,1 por ciento en los últimos doce meses, lo que se denomina en el lenguaje críptico de los especialistas en estadística, la cifra interanual. La indigencia, en el mismo período, aumentó en 2,8 por ciento, ya que el año pasado estaba en el 4,9 por ciento.
Los hogares que malviven en la pobreza son, de acuerdo con el informe, 2.394.274, que incluyen a 10.015.728 argentinos. Paralelamente, hay 514.273 hogares –que albergan a 2.169.496 personas- que cayeron en la indigencia.
El INDEC tomó para realizar el trabajo de campo 31 conglomerados urbanos en los que viven 28.295.683 argentinos. Dentro de la población urbana, la cifra de pobres trepó desde 11.150.000 personas a 14.400.000, lo que equivale a que ahora hay 3.250.000 más, pero si se le suma a esta cifra la población rural, ahora existen 15.800.000 personas en situación de pobreza.
Tomados desde el punto de vista de las edades de los argentinos que quedaron en el borde –externo- del sistema, el 52.6 por ciento son menores de 15 años; el 42,3 por ciento tienen entre 15 y 29 años; el 30,4 por ciento tienen entre 30 y 64 años y el 10,4 por ciento son mayores de 65 años.
La región en la que se midió el mayor índice de pobreza fue el Noroeste argentino, en la cual llega al 42,4 por ciento. Por el contrario, en la Patagonia, donde se encontró la menor incidencia de la pobreza, ésta alcanza un catastrófico 28,5 por ciento.
La situación empeoró después del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y la enorme devaluación que se produjo el año pasado. Estas medidas causaron un incremento de un siete por ciento de pobres, medidos contra la cifra de 2017, una cifra que no ha dejado de empeorar desde entonces y que no tiene trazas de mejorar.
La derrota del Gobierno en las PASO no trajo aparejada una mejora en los mercados, ya que sus operadores suelen aprovechar el “Síndrome del Pato Rengo” que aqueja a los gobernantes que transitan la época final de sus mandatos. Este vacío de poder suele permitirles a “los agentes de los mercados” operaciones contra la moneda que no podrían encarar frente a gobiernos fuertes, que manejan las variables de la economía con sabiduría.
Por de pronto, la cotización del dólar, si bien en calma por estos días, subió fuerte después del 11 de agosto. Para peor, los bancos de inversión, las consultoras y las agencias evaluadoras de riesgo adelantaron ya que la inflación de este año cerrará en el 55 por ciento anual, mientras que la paralela contracción del PBI habrá llegado al 2,5 por ciento. Esta es la conclusión que resultó del trabajo del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que publicó el Banco Central en los primeros días de septiembre.
De todos modos, las consideraciones acerca de los resultados de las PASO son prematuras en cuanto a la precisión de los números, porque esta medición data del primer semestre del año 2019 y, en realidad, las cifras siguen incrementándose. El director de Investigación del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica, Agustín Salvia, observó que la pobreza habrá alcanzado al 39 por ciento de los argentinos a fin de año.
En resumen, casi cuatro millones de personas cayeron en la pobreza en el último año, de los cuales un millón son niños menores de 14 años. Incluso, para muchos analistas políticos, el resultado de las PASO se debe a que no hubo ningún sector social que no haya sido alcanzado por los azotes de una crisis que sumió en la pobreza a los más vulnerables, pero que no dejó de afectar a la clase trabajadora y a la clase media, que vieron caer sus ingresos a veces de manera desesperante.
El extremo es que existen pobres que tienen trabajo. Una anomalía de la Argentina post-peronista.