La inesperada diferencia en el esperado triunfo de Alberto Fernández sobre Mauricio Macri dejó secuelas concretas y escenarios potenciales desde la misma transición y hasta al menos los primeros años del próximo gobierno.
Éstas son algunas de las principales claves:
El equilibrio de Alberto: la interna en el ganador
Aun cuando en su discurso se había literalmente igualado con su mentora (“Cristina y yo somos lo mismo”), en su fuero íntimo el candidato del Frente de Todos (o cuanto menos su círculo más cercano) soñaba con un paso para el Guinness criollo: sacar el 27 de octubre un porcentaje superior al ya histórico 54,11% de Cristina en 2011 y quedar como el presidente más votado desde la vuelta de la democracia.
Fernández se basaba en dos datos: el 49,49% de votos afirmativos que había marcado en las PASO y una ampliación en la diferencia sobre Macri que marcaba la mayoría de las encuestas. Pero otra vez los sondeos de opinión volvieron a errar. Incluso aquellos que midieron personalmente para el ex jefe de Gabinete (como Hugo Haime) y se ufanaban de haber pronosticado en privado la distancia que el kirchnerismo logró en las primarias.
Por ese clima, de mínima Fernández esperaba sostener los 16,5 puntos de distancia que había obtenido en el 11-O. No pudo ser: la brecha se acortó a unos 8 puntos y Alberto “apenas” pasó el 48%. Una combinación que previo a las PASO sonaba tentadora (ganar en primera vuelta, de manera relativamente cómoda), pero que ahora tiene sabor a poco.
Esta última sensación tiene impacto político. El flamante presidente electo no podrá prescindir a priori de ninguna de las dos patas que lo sostienen. Cristina, La Cámpora y el kirchnerismo más duro, de un lado; y el peronismo, los gobernadores, los intendentes y la CGT, del otro. Ambos tuvieron su foto con el ganador: los primeros el mismo domingo y los segundos el martes, en la asunción de uno de los caciques de ese espacio, el tucumano Juan Manzur.
La resurrección de Macri: la interna en el perdedor
Se pueden hacer varias lecturas sobre el resultado de Juntos por el Cambio. La negativa: no sólo es el primer presidente que va por la reelección y no la logra, sino que ni siquiera logró acceder al balotaje. La positiva: después de la paliza de las PASO, pudo recomponer su vínculo con el electorado, en la calle y en las urnas, y esto lo posiciona como un referente opositor para el tiempo que viene.
Lo dijo él mismo y su círculo más cercano también (Miguel Pichetto y Marcos Peña, entre otros). Macri seguirá en la política, para “garantizar la defensa” de los valores democráticos y republicanos que vino a reponer. ¿Cómo toman esta decisión los dirigentes que sí pudieron revalidar sus cargos en las urnas, como los tres radicales (los gobernadores de Mendoza, Jujuy y Corrientes) y Horacio Rodríguez Larreta?
La UCR nunca ocultó sus deseos de volver a tener un candidato presidencial y la derrota de Macri reavivó ese objetivo. Por edad e imagen, algunos imaginan delegar esa responsabilidad en Martín Lousteau.
Se pueden hacer varias lecturas sobre el resultado de Juntos por el Cambio. La negativa: no sólo es el primer presidente que va por la reelección y no la logra, sino que ni siquiera logró acceder al balotaje. La positiva: después de la paliza de las PASO, pudo recomponer su vínculo con el electorado.
Del lado del PRO, la puja ya se desató. Hubo pases de factura a María Eugenia Vidal desde la Casa Rosada, presuntamente por no haber puesto el cuerpo al nivel que la guerra política requería. El revoleo de datos cruzados sobre la performance en Provincia es sólo uno de ellos.
Lo cierto es que ya después de la tremenda derrota en las primarias, la gobernadora avisó que seguiría en la política y hasta se empezó a especular con una candidatura en 2021. Sonó a paso previo a intentar volver a la gobernación dentro de cuatro años. ¿El macrismo más puro, arrancando por el propio presidente, le harán lugar?
Con quien no hay disconformismo con respecto a su actitud en la campaña, pero sí asoma como un claro contrapeso interno, es Horacio Rodríguez Larreta. El jefe de Gobierno, que consiguió la reelección con un porcentaje récord, suponía dos escenarios: que Macri reelegiera o que quedara golpeado y corrido.
En ambos casos, Larreta veía camino libre para su confesado plan presidencial 2023. Ahora que el Presidente dijo que no se retira, ¿qué pensará el intendente porteño? ¿Está dispuesto a postergar pretensiones? Por lo pronto, avisa que tiene un arranque de relativa calma: más gestión que política, la fórmula que lo catapultó al lugar de privilegio que ostenta hoy.
Por de pronto, el único bastión que le queda al Pro es su ciudad.