Un intermedio entre el primer y el último Macri. Alberto Fernández no sólo piensa en los nombres para ocupar los ministerios nacionales, si no que también imagina un nuevo organigrama. ¿Cuál sería su punto? Ni tantos casilleros como creó el actual presidente al asumir (más de 20) ni tan pocos como dejó con la reforma de septiembre de 2018 (cerca de una decena).
El presidente electo, lo ha dicho en público, volverá a darle un lugar central al ministerio de Economía, que recuperaría incluso su nombre. Resta por definirse quién lo ocupará. Desde hace semanas, el que más suena es el ex funcionario K Matías Kulfas, un economista de perfil bajo comparado con otras posibilidades que se barajaron, como Roberto Lavagna o, en un escalón más bajo, Guillermo Nielsen.
La relación con Lavagna ya era tirante en los primeros años del kirchnerismo. Fernández lo considera un “tipo difícil”, aunque valora sus conocimientos: días atrás estuvo más de una hora en su casa escuchando su mirada sobre la economía. La especulación es que se podría incorporar más como asesor que como funcionario. Lavagna ha dicho que era “presidente” o “nada”. Por ahora, es “nada”.
La otra economista cercana a Alberto es Cecilia Todesca, hija del actual titular del Indec. La lleva a algunas de sus reuniones más importantes. Respecto a Nielsen, unos lo mencionan para conducir YPF. Otros, para repetir su experiencia como negociador de la deuda.
Otros casilleros vinculados a la economía: Miguel Pesce podría volver como titular del Banco Central y Mercedes Marcó del Pont suena para la AFIP.
Para el ministerio de Energía se menciona a un ministro provincial, el misionero Sergio Lanziani.
Dentro de las novedades que introduciría Fernández, estaría la creación del ministerio de la Mujer (o Igualdad de Género). Hasta hace unos meses, parecía número puesto Victoria Donda, aunque algún affaire público (la defensa de un joven que había delinquido), le habría bajado acciones. ¿El lugar lo ocupará Malena Massa, como forma de retribución a la vuelta de su marido al peronismo? La dirigente resignó la posibilidad de pelear la intendencia de Tigre para no generar ruidos con el aliado Zamora.
También para una mujer, en este caso la santafesina María Eugenia Bielsa, sería el flamante Ministerio de la Vivienda.
Para Interior, seguiría firme el camporista Eduardo “Wado” de Pedro, casi un delegado de Cristina en el armado. Tejió muy buena relación con Alberto, aunque le quitarían un área central: las obras públicas.
El presidente electo analiza reponer el ministerio de Infraestructura, un eje central en la relación con los intendentes. Pondría allí a un colega del conurbano: Gabriel Katopodis, recientemente reelecto en el municipio de San Martín. “Kato” ya avisó que estará en el lugar que disponga su nuevo jefe.
¿Más nombres? Claudio Moroni, ex titular de la AFIP, quedaría a cargo del ministerio de Trabajo. La duda es si conserva Producción. Lo que sí se separará es Salud de Desarrollo Social. Para este último, el más mencionado es Daniel Arroyo, ex viceministro de Alicia Kirchner en esa área y quien se plegó al massismo hace años.
En paralelo, conviviría con una pretencionso “Plan de Lucha Contra el Hambre”, donde habría figuras de renombre, desde Juan Carr a Marcelo Tinelli.
Otros roles importantes se prevén para dos de los negociadores de la transición: Vilma Ibarra (¿secretaría legal y técnica?) y Gustavo Béliz. Otra mujer cercana a Alberto, su socia en el estudio de abogados, Marcela Losardo, suena para Justicia.
¿Y quién coordinará todos estos nombres? De no haber cambios de último momento, lo hará en lo formal el joven Santiago Cafiero, nieto del histórico dirigente del PJ e hijo de Juan Pablo, ex funcionario de varias administraciones. De todos modos, quienes conocen a Fernández, creen que el jefe de Gabinete en un punto será él. Deformación de quién ocupó ese cargo durante unos seis años.
Por el momento, éstos sólo son nombres, pero en unos días Alberto Fernández asumirá la primera magistratura de la Nación y le abrirá paso una nueva realidad. Casi todos los nombrados van a estar en su gabinete. Los únicos puntos que podrían modificarse serían sus ubicaciones o alguna sorpresa de último momento, pero la base está, diría un peligroso filósofo.