Guerra de procuradores: Gugliemino declinó una invitación de Saravia Frías

Guerra de procuradores: Gugliemino declinó una invitación de Saravia Frías

El exprocurador le dirigió una carta en duros términos a Bernardo Saravia Frías, quien ocupa actualmente ese cargo.


El ex Procurador del Tesoro de la Nación, Osvaldo Guglielmino, escribió una carta dirigida a Bernardo Saravia Frías, quien ocupa actualmente ese cargo. En el escrito, Gugliemino declinó la invitación que le hizo Saravia Frías a un homenaje que reunirá a todos los procuradores y además criticó duramente su gestión.

El cuentro llevó el nombre de “Argentina, un país excepcional – desafíos y oportunidades”, y se trató de la nueva edición de La Jornada de Abogados del Estado, que se realizó el pasado 13 de noviembre en el Museo de la Casa Rosada. Durante el encuentro se debatió y analizó los desafíos y oportunidades del país en los tiempos que se aproximan.

Pero Gugliemino no quiso asistir y en la carta dio los motivos:”Sé perfectamente que ha ofendido injusta e innecesariamente a muchas abogadas y abogados con comentarios humillantes, que remiten, necesariamente, a alguna especie de disturbio en sus planos psíquicos y espirituales. Me consta que eso sucedió en reuniones con los integrantes de la Dirección de Internacionales, que con tanto esfuerzo y orgullo debí crear en su momento, a raíz de la debutante demandabilidad en los arbitrajes internacionales de inversión”, detalló el exfuncionario K en el escrito.

Y continuó: “Reconozco que escribir este tipo de cosas de alguien que está por perder su posición política, parece o es menos valiente que hacerlo en el momento en el que el criticado está en el poder. Pero yo no elegí el momento. Fue usted, con su oportunista invitación”. De manera tal, que el exprocurador desistió y no concurrió a la jornada,

La carta completa

Sr. Procurador del Tesoro de la Nación
Dr. Bernardo Saravia Frías

Hace pocos días usted me invitó a un acto académico en la Casa Rosada donde, según sus palabras, tendrá lugar un “sentido” homenaje a los Procuradores anteriores.

Tengo tal cantidad de argumentos para no asistir a ese evento que debería organizarlos por abecedario. Pero como tengo muchos otros motivos más placenteros y útiles para consumir mi tiempo, me voy a limitar a darle unos pocos botones de muestra.

En primer lugar, tengo la peor opinión de usted como persona y como funcionario. Sé perfectamente que ha ofendido injusta e innecesariamente a muchas abogadas y abogados con comentarios humillantes, que remiten, necesariamente, a alguna especie de disturbio en sus planos psíquicos y espirituales. Me consta que eso sucedió en reuniones con los integrantes de la Dirección de Internacionales, que con tanto esfuerzo y orgullo debí crear en su momento, a raíz de la debutante demandabilidad en los arbitrajes internacionales de inversión. Sus ofensas sólo podían provenir de alguien que lo ignoraba todo sobre qué es una audiencia en un arbitraje (mal durmiendo durante diez o quince días en hoteles modestos; comiendo en lugares más modestos aún, etc). Usted pensaba, y de eso acusaba a las/los abogados, que como las audiencias se desarrollan en ciudades importantes como Washington o París, el viaje era una especie de paseo esencialmente frívolo. Sus maltratos fueron, además, irresponsables, porque nada le impedía viajar a una audiencia para tener una aproximación sobre cómo es realmente la vida durante un trabajo así.

Hace más de dos años escribí una carta al Presidente del Colegio Público de Abogados en la que anunciaba lo que creo que finalmente ocurrió. Estaba referida al caso “Abertis” y en ella denunciaba el desmantelamiento de la defensa argentina en esa materia, sospechando que lo hacía para no tener testigos calificados del arreglo escandaloso que se proponía hacer en ese caso.

Voy a agregarla como adjunto a la presente.

Hoy recibí una copia de un discurso suyo sobre el rol del abogado del Estado. Es de un cinismo impresionante. Casi todos los integrantes de este gobierno (usted, seguro) desde que tomó las riendas del Estado y ocupó sus dependencias, sintieron, evidentemente, que entraban a la casa del enemigo. Así que me impresiona que muestre tal nivel de caradurismo habiendo ejercido su función como lo hizo y a la vez, pretendiendo que alguien le crea que su encomio al abogado del Estado es sincero.

Por si alguna duda le queda sobre que me animo a decir estas cosas sólo desde la distancia de
un ordenador, lo desafío a polemizar en la Facultad de Derecho de la UBA sobre éstas y otras cosas que pienso de usted y que le adelantaría por escrito en caso de que acepte el reto.

Pero ambos sabemos que no lo va a aceptar, no es cierto? Paradójicamente, hay algo de ayuda de mi parte hacia usted. Por de pronto, ahora es consciente de su falta de temple para afrontar este tipo de desafíos, lo que le va a permitir conocerse mejor. Es claro, naturalmente, que este tipo de noticias traen sus problemas. Por de pronto, ya no le va a gustar tanto lo que le devuelva el espejo.

Reconozco que escribir este tipo de cosas de alguien que está por perder su posición política, parece o es menos valiente que hacerlo en el momento en el que el criticado está en el poder. Pero yo no elegí el momento. Fue usted, con su oportunista invitación.

Osvaldo Guglielmino
Abogado

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