Fernández y Giorgeva anticiparon la ríspida negociación que comenzará en breve

Fernández y Giorgeva anticiparon la ríspida negociación que comenzará en breve

No habrá condescendencia ni contemplación para un país que fuga sus préstamos y sus ganancias al extranjero.


El presidente electo, Alberto Fernández, sostuvo el martes último una conversación telefónica con la titular del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva.

Ésta le expresó a Fernández que “me han conmovido sus prioridades: la reducción de la pobreza y la lucha contra el hambre en un entorno el económico que permita crecer y generar empleo, para mejorar la vida del pueblo argentino”. 

A continuación, Fernández le aclaró que está “en condiciones de proponer” un acuerdo de pago, pero “sin más ajustes”. Para cerrar, le manifestó a la funcionaria del organismo de crédito que “queremos asumir un compromiso que podamos cumplir.

“Hemos elaborado un plan sustentable que nos va a permitir crecer y cumplir con las obligaciones que la Argentina tiene con ustedes y con el resto de los acreedores. Estamos  asumiendo un compromiso que podamos cumplir”, dijo Fernández, subrayando que “entiendo la relevancia de la viabilidad fiscal, no me tiene que convencer de eso. Pero es mi deber anticiparle que en la situación en la que se encuentra la economía argentina es difícil propiciar un mayor ajuste. No podemos hacer más ajustes fiscales porque la situación es de una complejidad enorme, el nivel de ajustes en la era de Macri ha sido tremendo”.

Aunque nadie lo haya expresado, en este punto está el centro de la cuestión, porque esto significa que los plazos de pago no serán cumplidos por nuestro país. No era un secreto para nadie que esto iba a ocurrir, pero la crudeza en el lenguaje que utilizó el presidente electo no suele ser habitual en las comunicaciones diplomáticas.

Por su parte, la titular del organismo financiero le expresó que “he leído declaraciones suyas y me han conmovido sus prioridades: la reducción de la pobreza y la lucha contra el hambre. Veo que usted enfatiza el crecimiento, la generación de empleos y mejorar la vida del pueblo argentino”.

La búlgara adujo además que “es una misión que compartimos, quisiéramos ver a la Argentina dejando atrás los ciclos de auge y recesión para lograr una trayectoria sostenible de crecimiento con desarrollo social”, poniendo el acento en que “también nos interesa la propuesta que usted ha hecho en torno a un Pacto Social para disminuir la inflación”.

Rápido de reflejos, Fernández le contestó que la Argentina está “en un momento particularmente difícil” y le adelantó que “estamos en condiciones de proponer un plan para resolver el problema de la Argentina y poder pagar la deuda con el FMI y el resto de los acreedores”.

Según dicen los testigos del encuentro –que no revelaron la totalidad de los tópicos conversados-, Fernández y Giorgeva acordaron temas concretos, que se verán reflejados en los próximos tiempos.

Giorgeva le respondió que “queremos trabajar con usted atacando el problema de la inflación y promoviendo el crecimiento”, a la vez que se mostró “muy ansiosa de conocer más detalles de su plan, porque cuando un país es dueño de su plan, esos planes son efectivos”.

En lenguaje diplomático, esto significa: sí muy lindo todo, pero no conocemos su plan, en coincidencia con lo que vienen planteando los operadores del mercado, que exigen conocer anticipadamente las medidas que tomará Fernández en los próximos días, para cubrirse ante las eventualidades.

Este diálogo anticipa en alguna medida la Argentina que viene, pero es necesario traducir algunos términos de la conversación entre la búlgara y Fernández, porque el lenguaje de la diplomacia es a veces críptico y oculta más de lo que muestra.

Para comenzar, no existe en la burocracia del FMI algo que los conmueva. La única manera de conmoverlos es que no logren alguno de sus objetivos, en este caso, cobrar enseguida al menos una parte de la deuda contraída por el Gobierno, de la manera pactada. Traducción: en 2020, Argentina debe pagar a los organismos internacionales de crédito 52 mil millones de dólares, pero paralelamente Macri entregará un Banco Central desfinanciado, con pocos dólares y, por lo tanto, con escasa capacidad de negociación. No sólo eso, sino que en 2020 el vencimiento de capital e intereses de títulos de deuda soberana en manos de organismos estatales como Anses –Atentos con la supervivencia del Fondo de Garantías de Sustentabilidad-, PAMI, Banco Nación o el Banco Central –todos estos fueron obligados a endeudarse por la cartera económica en manos de Nicolás Dujovne- asciende a unos 15.000 millones de dólares.

¿Alguien quiere saber por qué razón a la Argentina siempre “le faltan dólares? El INDEC reveló hace unos días que la totalidad de la “formación de activos en el extranjero” –traducido al castellano, fuga de capitales- por parte de empresarios  argentinos ascendió a 315.597 millones de dólares, una cifra que varía constantemente, siempre hacia arriba.

Con este argumento, el Gobierno que asumió en diciembre de 2015 buscó financiamiento externo para enfrentar los gastos corrientes y para eso emitió deuda por una cifra cercana a los 162 mil millones de dólares estadounidenses –según un informe del Observatorio de Deuda Externa-, que comprometerá el futuro inmediato y el de largo plazo.

De todos modos, el total de la deuda argentina, más allá de las emisiones del Tesoro Nacional, de las provincias y del sector corporativo, supera los 187 mil millones de la moneda norteamericana.

La única salida posible que aparece en el horizonte –y extrañamente, Giorgeva coincidió con ello- es la convocatoria a un amplio Pacto Social, porque la unidad del peronismo fue valiosa para ganar las elecciones, pero para gobernar no alcanza. Hay que sumar a todos los sectores que estén dispuestos, porque no hay salida si no es así.

La piedad de la que hizo gala Giorgeva es sólo retórica y la de sus hermanos financistas no es diferente, por lo que a todos los argentinos nos espera un ríspido camino.

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