Alejandro Raele asoma como el posible embajador argentino en Rusia

Alejandro Raele asoma como el posible embajador argentino en Rusia

Tras la caída de Beatriz Rojkés de Alperovich, el tapado que se manejaba es el presidente de la Cámara, Alejandro Raele para incrementar la balanza comercial.


Mucho se habla en estos días de los embajadores que recalarán en las embajadas denominadas estratégicas y hay algunas que potencialmente lo son y no vienen siendo aprovechadas por nuestro país en los últimos tiempos.

Alejandro Raele, con buenas relaciones dentro del peronismo, es Presidente de la Cámara Regional Argentino Rusa de Comercio, representante de los Laboratorios Federales para las vacunas de la Federación de Rusia, es el negociador argentino entre empresas de servicios petroleros de Argentina frente a los gigantes energéticos GazProm, Rosneft y Zarubezhneft, negociador argentino entre sindicatos de ingenieros de energía de Argentina y la Corporación Estatal Rosatom, coordina las acciones para la instalación del primer banco ruso en Argentina, y fue el empresario facilitador que buscó al AFA para transitar sin problemas la estadía argentina en el Mundial de Fútbol de Rusia 2018.

En este momento de vacas flacas, donde las necesidades de hacer buenas migas y negocios recorren el mundo entero, su nombre -estaba tapado- ya se instaló con fuerza para cubrir la representación argentina en Moscú que deja sin pena ni gloria, Ricardo Lagorio, luego de años “muertos” en cuanto al desarrollo de las relaciones comerciales entre nuestros países al que todos definen como “complementarios”.

La balanza argentina rusa está en el orden de los 1000 millones y podría ser duplicada en un año ya que Rusia está dispuesta a invertir en nuestro país en cuestiones productivas -y generadoras de empleo- que alcanzarían rápidamente esa cifra, generando además transferencia de conocimiento hacia la Argentina.

El aumento de las exportaciones está dado en aprovechar bien el mercado ruso. para ello hay que conocerlo a fondo y entender los mecanismos que el país requiere para tales fines. La Federación de Rusia podría aportarle a la Argentina una serie de intercambios económicos muy favorables en esta etapa a nuestro país.

Por ejemplo la Central Nuclear en Punta Alta (Buenos Aires) para producir energía para Vaca Muerta, el Polo Petroquímico de Bahía Blanca, Mar del Plata y el excedente al tendido nacional para el conurbano bonaerense. Estas medidas generarían la creación de  4.000 puestos de trabajos directos y 10.000 indirectos, utilización de materiales nacionales, cables, cemento, hierro entre otros, y financiadas al 100% con entrega llave en mano dentro del período presidencial.

También Raele está trabajando en ambas partes del planeta en las inversiones en el tren para el traslado de materiales a Vaca Muerta y el Polo Petroquímico Bahía Blanca, el trazado va desde el Océano Atlántico hasta la cordillera de los Andes. Más de 1.000 puestos de trabajos directos e indirectos. Esto conllevaría además el aumento de las compras de carne, frutas, cereales, vinos, limones, leche en polvo, aceites, software argentino, genética bovina y nuevos productos para las regiones interiores de Rusia.

En el plano de la atención y defensa de nuestro territorio Raele entiende que es posible el financiamiento total para la compra de helicópteros MI para el servicio en la Antártida, Tierra del Fuego y traslados especiales en la Patagonia y Cordillera Argentina y servicios a mineras en altura.

Tal como definió el Presidente en su discurso inaugural, los perfiles de los embajadores deberán ser marcadamente comercial con determinados países para contribuir con sus gestiones al esfuerzo que desde nuestro país realizan el resto de los funcionarios.

Alejandro Raele lleva 18 años en contacto directo con el mercado ruso y todos sus resortes y 14 años al frente de la Cámara. Su confirmación llevaría al viejo anhelo de dar vuelta la página en el aspecto comercial con Rusia, una potencia emergente con la cual tenemos una balanza comercial similar a un país caribeño, producto de los desaciertos anteriores tanto en gestión directa como en exceso de firma de memorandos sin final feliz.

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