Todo comenzó en un estudio televisivo, cuando un periodista le preguntó al ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, acerca de su relación con la ministra de Seguridad de la Nación, Sabina Frederic.
Primero, alegó no conocerla. Luego, defendió el uso de pistolas eléctricas -“el sentido común dice que son un buen elemento”- y, para profundizar la amistad, remató con que “yo no soy Zaffaroni”, en alusión a su relación negativa con el garantismo, con el que se alinea la ministra.
Berni no ahorró rispideces. “Yo estoy en la calle”, se diferenció de la académica Frederic y adujo que la discusión sobre las pistolas eléctricas no puede ser ideológica.
Por otra parte, expresando la postura de los policías “operativos”, que suelen solicitar sin ambages ciertas libertades a la hora de utilizar sus “fierros”, Berni volvió a mostrarse incisivo con el mundo de los garantistas. “No comulgo con esta postura, la práctica y la realidad son dos cosas totalmente distintas y nosotros tenemos la responsabilidad de conducir el día a día”, defendió a sus muchachos.
Más allá de la polémica, de repente el presidente de la Nación decidió terciar en la disputa y cruzó con mucha dureza a Berni, en defensa de Frederic. “Sería bueno que se ocupe de la provincia de Buenos Aires, que tiene muchos problemas para resolver, básicamente”, abrió sin compasión Fernández.
A continuación, como para que no quedaran dudas, el presidente expresó sin ambages que la ministra “expresa exactamente” lo que él piensa “que hay que hacer en materia de seguridad”.
Reafirmando su posición, el mandatario reafirmó que Sabina Frederic “cuenta con todo mi aval, con todo mi apoyo y estoy seguro de que está en la senda correcta y el resto son opiniones de alguien”, zanjando la cuestión. Pero hubo otro capítulo de una novela que podría no terminar con final feliz para Berni. Se supone que el hilo se corta por lo más delgado y en este escalafón milita primero Fernández, Luego Frederic y, en el escalón inferior, Berni.
De todos modos, ignorando el arte de la prudencia, el ministro bonaerense volvió a la carga, en este caso contra el líder de su propio espacio. “Tomo con mucho respeto las declaraciones de Alberto Fernández. No solamente es el presidente, también es un representante de nuestro espacio político. Alberto dice claramente que la ministra expresa lo que él piensa en materia de Seguridad y está muy bien que así sea. Ahora, eso no significa que la ministra exprese lo que pensamos la mayoría de los bonaerenses”, disparó, dispuesto a llevarse por delante a la funcionaria.
Para justificar su postura, Berni abundó sobre que “aquellos que venimos del campo de la ciencia no creemos en el pensamiento único ni binario, mucho menos a la hora de sentarnos a pensar y planificar políticas públicas. Néstor Kirchner nos enseñó que nadie es dueño de la verdad absoluta. Cuanto más profunda sea la discusión, siempre en un marco de respeto, nos acercamos a la verdad”, intentando con esto último suavizar un tema que se volvió demasiado ríspido, que osciló entre la tesis y la antítesis, pero no hasta la síntesis.