El 14 de enero de 2014 moría en México D.F. Juan Gelman, el poeta más importante de su generación. Había nacido el tres de mayo de 1930 en Buenos Aires y a los once años comenzó a publicar sus primeros poemas en la revista comunista Rojo y Negro. A los 15, se afilió al Partido Comunista, definiendo su futuro, que estaría signado siempre por su militancia en favor de las causas populares, en especial desde que migró hacia el peronismo, a fines de la década del 60.
El otro eje de su vida fue la poesía, aunque antes, en 1948, sostuvo algunos fracasados escarceos con la Química, la primera dama a la que abandonó prestamente. Ya en 1955, volcado definitivamente a la poesía, fundó con otros delirantes el Grupo El Pan Duro, desde el que pudo publicar en 1956 su primer libro, “Violín y otras cuestiones” (Ed. Gleizer).
Luego, le siguieron “El juego en que andamos” (1959) (Nueva Expresión); “Velorio del solo (1961) (Nueva Expresión); “Gotán” (1962) (La Rosa Blindada); “Cólera Buey” (1965) -que fue reeditada y completada en 1971- (La Tertulia, La habana) y “Los poemas de Sidney West” (1969) (Galerna); Fábulas (1971) (La Rosa Blindada) y Relaciones (1973) (La Rosa Blindada), que forman parte de su período “Utopía y Revolución”, que se extendió entre 1956 y 1973.
En 1967 se había unido al grupo guerrillero Fuerzas Armadas Revolucionarias, que intentaban unirse al Che Guevara para su fracasada expedición para lanzar la lucha armada en Bolivia. Pero el Che murió en el camino y el proyecto quedó en agua de borrajas.
Para llevar el pan a la mesa, Gelman se dedicó al periodismo. En este carácter, ofició como jefe de redacción de la revista Panorama (1969) y como secretario de redacción y director del suplemento cultural del diario La Opinión (1971-1973). Además, fue secretario de redacción de la revista Crisis (1973-1974) y jefe de redacción del diario Noticias (1974).
A causa de su actividad periodística y de su militancia política, fue amenazado por la banda parapolicial Triple A y se marchó al exilio. entre 1975 y 1988 residió en Roma, Madrid, Managua, París, Nueva York y México DF, la ciudad que lo había enamorado desde el primer día y en la que se quedó hasta el final.
“Estuve exiliado en otros países, sobre todo en Europa y una breve estadía en Nicaragua, pero el primer día que pisé México, en 1961, quedé absolutamente fascinado. Fue como un estallido dulce dentro de mí y hace 24 años decidí quedarme para siempre aquí, sostenido por mi amor a este gran país y por el amor a una mujer, mi mujer”, expresó alguna vez el autor de “Salarios del impío (1993).
En la obra de Gelman, comenzó en 1980 su período “Exilio: Interrupciones y Memoria”, que se extendió hasta 1994. Durante éste, publicó “Hechos y Relaciones” (1980) (Visor, Madrid); “Si dulcemente”, que contiene “Notas, Carta Abierta y Si Dulcemente” (1980) (Lumen, Barcelona); “Hacia el Sur” (1982) (Marcha, México DF); “Citas y comentarios” (1982) (Visor, Madrid); “Exilio”, que contiene “Bajo la lluvia ajena y Notas al pie de una derrota”, con Osvaldo Bayer (1984) (Legasa, Buenos Aires); “La junta luz” (1985) (Libros de Tierra Firme, Buenos Aires); “Hacia el sur y otros poemas” (1985) (Espasa Calpe, Buenos Aires); “Com/posiciones” (1986) (Ediciones del Mall, Barcelona); “Anunciaciones” (1988) (Visor, Madrid); “Interrupciones I, contiene “Relaciones, Hechos, Notas, Carta abierta, Si dulcemente, Comentarios, Citas” (1988) (Libros de Tierra Firme, Buenos Aires); “Interrupciones II “, contiene “Bajo la lluvia ajena, Hacia el sur, Com/posiciones, Eso” (1988) (Libros de Tierra Firme, Buenos Aires); Carta a mi madre (1989) (Libros de Tierra Firme, Buenos Aires); “Salarios del impío” (1993) (Libros de Tierra Firme, Buenos Aires); Dibaxu (1994) (Seix Barral, Buenos Aires).
La extraordinaria obra de Gelman le valió recibir importantes galardones, entre los que se pueden contar en 1997, ganó el Premio Nacional de Poesía, en Argentina; en 2000 le fue otorgado el premio Juan Rulfo; en 2004 se le concedió el Premio Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde. En 2005 recibió los premios Iberoamericano Pablo Neruda y Reina Sofía de Poesía y en 2007, la cumbre del Premio Cervantes, que otorga el Ministerio de Cultura y Deporte de España, a propuesta de la Asociación de Academias de la Lengua Española.
Entretanto, en su tercera etapa, que sus exégetas denominaron “El Oficio Ardiente, la madurez del poeta”, que se desarrolló entre 1997 y 2014, Gelman publicó algunos de sus títulos más importantes. En 1997 fue “Incompletamente” (Seix Barral, Buenos Aires); para saltar en 2001 a “Valer la pena” (Seix Barral, Buenos Aires); en 2004, “País que fue será” (Visor, Madrid); en
2007, “Mundar” (Seix Barral, Buenos Aires, que fue reeditado en 2008 por Visor, Madrid); en
2009 publicó “De atrásalante en su porfía” (Visor, Madrid y Seix Barral, Buenos Aires); en
2011 llegó “El emperrado corazón amora” (Tusquets, Barcelona y Seix Barral, Buenos Aires); en 2013 volvió al mundo del libro con “Hoy” (Visor, Madrid), hasta que en 2014 escribió “Amaramara, La Otra”, que fue editado por la Secretaría de Educación del DF y la Secretaría de Cultura del DF, ambas de la ciudad de Ciudad de México.
El legado de Juan Gelman
El dolor fue una constante en la vida del melancólico poeta. En 1976, un hecho marcó profundamente su vida. Su hijo Marcelo, que era como su padre, poeta y periodista fue secuestrado en Buenos Aires junto a su esposa María Claudia García Irureta-Goyena y nunca más encontrado. La nieta del poeta, Macarena Gelman, desapareció con sus padres y fue hallada por Gelman recién en 2000, luego de una larga búsqueda.
Gelman depositó el 25 de abril de 2008 su legado en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes, que quedará guardado en ese lugar hasta el tres de mayo de 2050. El poeta fue una de las importantes personalidades a las que les fue concedido ese honor. En esa cámara acorazada quedará guardado para la posteridad.
Mi Buenos Aires querido (de Gotán)
Sentado al borde de una silla desfondada,
mareado, enfermo, casi vivo,
escribo versos previamente llorados
por la ciudad donde nací.
Hay que atraparlos,
también aquí nacieron hijos dulces míos
que entre tanto castigo
te endulzan bellamente.
Hay que aprender a resistir.
Ni a irse ni a quedarse,
a resistir,
aunque es seguro
que habrá más penas y olvido.