El Gobierno de la Ciudad está dispuesto a cambiar la estrategia y a pesar de que se espera una mayor cantidad de contagios para las próximas semanas, en la administración de Horacio Rodríguez Larreta se decidió comenzar a flexibilizar la cuarentena. Obviamente que la situación económica, influye y mucho, en esta decisión.
Pero además, hay otro dato concreto: hay más movimiento en la calle a pesar de a cuarentena. La gente comienza a salir igual.
“Hay dos cuestiones. Una es la económica y otra la presión social, que se sintió fuerte este fin de semana. ¿Cuánto más aguanta la gente encerrada?”, se pregunta un alto funcionario porteño en una nota con Clarín. Otro se suma: “Ya se están viendo hasta chicos en la calle con barbijo. Hay que ir viendo y acompañando eso, evitando que la situación se desborde”.
A partir de la semana que viene se flexibilizará el funcionamiento en ciertas actividades y podría empezar a recorrerse una nueva curva sanitaria.
Ese día, el vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli, confirmó que están analizando “una batería de medidas” para elevar al Poder Ejecutivo nacional con excepciones al aislamiento social, preventivo y obligatorio por la pandemia de coronavirus.
“Son medidas que estamos analizando -aclaró Santilli- y esto no significa que vayamos a hacerlas. En todo caso siempre tomaremos en cuenta el distanciamiento social y el transporte de las personas involucradas”.
El funcionario indicó que, entre las excepciones que podrían plantear, está “la reanudación de ciertas obras de construcción, explicando muy bien cómo, cuándo y dónde” se podrían retomar estas actividades.
Sin embargo, luego del anuncio de extender la cuarentena, la Ciudad mantenían la idea de continuar con una cuarentena estricta e incluso quisieron imponer sanciones a los mayores de 70 que salieran sin permiso. Ahora el escenario es otro: con las mismas reglas vigentes, ya se ve más gente en las calles y autos circulando y el parate económico suma presión. La discusión es ver cómo administrar esa apertura.
Los últimos números del tránsito son una prueba de la mayor presencia de gente en la calle. Según los datos de este lunes a la mañana, por las autopistas porteñas ingresó casi un 80% de vehículos comparado con el lunes previo al arranque de la cuarentena (9 de marzo). El uso general de los autos ya se acerca al 50% de lo “normal”.
La construcción es lo que primero comenzaría a funcionar. La idea, a priori, es habilitar las más grandes y no pequeñas refacciones que, además de no mover la economía, pueden implicar un riesgo de contagio por una cuestión de espacio. Aquí el punto de conflicto a resolver es migratorio: la mayoría de los albañiles viene del Conurbano, lo que vuelve a instalar el riesgo en el transporte público.
En la Ciudad mantendrán las restricciones de ir al puesto original de trabajo en aquellas actividades que pueden hacerse desde el hogar. Es decir, explotar lo más que se pueda el concepto de home office.
En este plan para evitar las aglomeraciones en los transportes, la Ciudad podría experimentar otro cambio sustancial para la vida de sus vecinos: que las actividades se escalonen por horarios. Algo de esto podría comenzar a probarse con la nueva flexibilización.
Otro cambio que se sumará al delivery es la posibilidad de retirar las comidas en los locales. Lo que los funcionarios porteños llaman “take away”. En la Ciudad admiten que algunos locales ya lo están haciendo. Y no prevén sancionarlos. Otra vez, la flexibilización de hecho.
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