Más allá de los gestos de unidad, existen matices

Más allá de los gestos de unidad, existen matices

Todos acuerdan con sostener la cuarentena, pero en Juntos por el Cambio quieren más apertura.


Si hace apenas dos semanas, la posibilidad de que chicos y adultos hagan salidas recreativas durante la cuarentena puso a Alberto Fernández de un lado del mostrador y a Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta llamativamente del otro, el anuncio de la última prórroga a las restricciones por el coronavirus pareció reacomodar los equilibrios políticos. Ya durante la conferencia de prensa, en Olivos, mientras el Presidente sobreactuaba su punto medio y trataba con cierta intimidad al jefe de Gobierno, el gobernador ni siquiera mencionó al porteño por su nombre cuando tuvo la palabra. Más bien se esforzó en lo contrario, en diferenciarse.

Esa nueva herida abierta entre Larreta y Kicillof se profundizó en la semana: los intendentes del PRO del Gran Buenos Aires se alinearon con el jefe de Gobierno y le presentaron al gobernador un tipo de flexibilización similar al que se planteó en la Ciudad. Hubo charlas previas entre Jorge Macri (Vicente López), Julio Garro (La Plata), Néstor Grindetti (Lanús) y Diego Valenzuela (Tres de Febrero); entre ellos y algunas “bilaterales” con Larreta. Sin entrar en colisión con Kicillof, sí dejaron en claro que juegan en en tándem con el referente porteño.

Las posturas del Presidente, el jefe de Gobierno y el gobernador fueron variando según los números de la salud y la economía. De arranque, Fernández fue el más enfático en proponer una cuarentena bien cerrada. Entonces, tanto Larreta como Kicillof dudaban por el impacto en la actividad, el consumo y la recaudación de sus distritos. Luego vino el amague de apertura con los chicos del Presidente y, como se contó de arranque, el realineamiento circunstancial de los administradores de las dos Buenos Aires fue para mantener fuerte el encierro.

Las cifras de contagiados, sin dispararse, comenzaron a crecer y concentrarse aún más en el AMBA, este territorio compartido y en constante movimiento de la Ciudad y el Conurbano. Los números de afectados en geriátricos y en villas golpeó a ambas administraciones, con más fuerza en la Capital. Esta tensión realimenta las dudas y las miradas desconfiadas.

Los intendentes del PRO del Gran Buenos Aires se alinearon con el jefe de Gobierno y le presentaron al gobernador un tipo de flexibilización similar al que se planteó en la Ciudad. Hubo charlas previas entre Jorge Macri (Vicente López), Julio Garro (La Plata), Néstor Grindetti (Lanús) y Diego Valenzuela (Tres de Febrero); entre ellos y algunas “bilaterales” con Larreta. Sin entrar en colisión con Kicillof, sí dejaron en claro que juegan en en tándem con el referente porteño.

Fernández también hizo su aporte a la puja: en línea con Kicillof, acusó a la gestión de María Eugenia Vidal de postergar la apertura de hospitales que habían quedado presuntamente listos para funcionar en 2015. Una verdad a medias: una cosa es que estén listos los edificios y otro que tengan los recursos (de aparatología y humanos) para funcionar. La ex gobernadora también replica con sus propios carpetazos: argumenta que antes que abrir nuevos, hasta 2019 se concentró en que atiendan bien los que ya estaban. Más allá del deterioro indudable de los últimos años con la gestión del PRO, suena desmesurado cargarle a Vidal las deudas estructurales de una provincia gobernada históricamente por el peronismo.

Las disputas oficialismo vs. oposición, claro, trascendieron las fronteras de los ejecutivos, y en Juntos por el Cambio hicieron fila para cuestionar los nuevos superpoderes que por vía DNU le permitirán al jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, reasignar algunas partidas. Con esa tirantez empieza a transcurrir otra etapa más de la cuarentena. Con la “amenaza” desde Nación, Provincia y Ciudad de que, si los números de la pandemia empeoraran dramáticamente, habría marcha atrás con las restricciones. Este paso que sería muy difícil de implementar: en las últimas semanas, los jefes de los ejecutivos parecieron más bien acompañanado cambios que la gente ya había impuesto de hecho, como aperturas con persianas bajas de los negocios o algunas salidas recreativas por fuera de cualquier protocolo.

Aún no arrancó el invierno, en que podría empezar la etapa más difícil. ¿Seguirán la coordinación y la buena convivencia o caeremos otra vez en la trampa de la grieta?

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