Pedalean en las calles del mundo, ocupan cabinas 24 hs, detrás de un mostrador automatizan respuestas, mecanizan recetas. Son en su mayoría jóvenes, son víctimas de una barbarie sistémica. Pero también, son el peligro potencial del 1%, son quienes se rebelan en defensa propia. Son ellos, los precarizados.
Inseguro, escaso, inestable, efímero, limitado, pobre, insuficiente. Sí, todo eso representa la precarización, son descripciones certeras de la receta del capital para la juventud. Se traduce en datos demoledores, en altos niveles de fragilidad laboral y brecha educativa. Previo al COVID, más de 267 millones de jóvenes, un 20% en el mundo, no tenían empleo ni participaban en ningún programa educativo o de formación. La deserción estudiantil alcanzaba el 20% a escala mundial: a más de 300 millones de jóvenes. La pandemia se ha encargado de acrecentar todas las cifras, y de agudizar todas las contradicciones sociales.
El sistema, alude a intentos desesperados para salir de una crisis que ellos mismos han generado, y amplifica la única fórmula que sabe: aumentar la explotación y la depredación, intensificar la barbarie para salvar su economía. Racismo, xenofobia, machismo, ecocidio, todo al servicio de una orientación exclusiva para salvar las ganancias del 1%. Su principal foco: la juventud.
Pero no hay opresión sin resistencia. En nuestro país, los trabajadores de reparto fueron parte de 3 paros internacionales, con movilizaciones en las ciudades más importantes. Fundaron hace pocas semanas la agrupación nacional Dar Vuelta Todo, de trabajadores precarizados e informales con participación de 18 provincias. Se movilizaron contra la Ley Larreta, hecha a medida de las apps y que legaliza la explotación laboral, al igual que la “Ley de Economía del Conocimiento” aprobada en el Congreso Nacional, presentada por el oficialismo y apoyada por la oposición. Nuestros enemigos son claros, y están identificados: el ‘capitalismo delivery’ expresado en empresas de reparto, call centers o cadenas de fast-food; la burocracia sindical, que deja correr ajuste al libre arbitrio de las patronales, sin plantear ninguna medida de lucha; y el gobierno, por partida doble: es el principal precarizador, sin pase a planta ni derechos para sus trabajadores, y es el que legitima y subsidia a grandes multinacionales.
Aquí no hay grieta, las posiciones son claras y la juventud precarizada en Argentina, a través de la experiencia, desconfía de este tridente anti-obrero y se organiza de forma independiente, desde abajo. En definitiva, la lucha es para ser reconocidos como tales, como trabajadores.
En el mundo, las postales de estos años están lejos de demostrar pasividad ante las injusticias. Hace unos meses, las calles de un Chile convulsionado por la movilización popular decían ‘si la revolución es necesaria, la revolución es posible’. Y nada más acertado. La juventud lucha, se organiza, protagoniza paros internacionales y movilizaciones masivas. Ocupan las calles, derriban estatuas de esclavistas, se enfrentan a todo, combaten al ‘no se puede’. Ellos, los explotados, precarizados, los marginados, las mujeres y disidencias, estudiantes, son el resultado de una experiencia concreta de vida, que les pone en jaque el presente y el futuro ¿cómo no reaccionar?
Quienes nos reivindicamos socialistas tenemos una certeza: la clase obrera es una, y no tiene fronteras. Sus luchas tampoco. La juventud trabajadora y estudiantil, pelea en todo el mundo contra enemigos comunes, contra la precarización de sus vidas. Por eso, hacemos propias las banderas por la educación pública en Colombia, contra el racismo y la homofobia en EEUU, en defensa del pueblo palestino contra el asedio sionista. Al fin y al cabo, somos revolucionarios por necesidad histórica, y construir puentes entre los muros que nos imponen es una de nuestras tareas. Nuestra respuesta, también tiene que estar a esa altura, ser internacional, es en defensa propia.
Por eso este sábado, junto a cientos de organizaciones, activistas y asistentes de decenas de países del mundo, protagonizaremos un encuentro del internacionalismo militante, revolucionario, en el Foro Internacional de la Liga Internacional Socialista, contra la precarización laboral y educativa. Cambiar esta realidad, en Argentina y el mundo, es posible y necesario.
*Por Celeste Fierro, dirigente nacional MST-FIT Unidad