Muchas veces a los trabajadores y trabajadoras de la economía popular nos dicen “planeros” pero la realidad es otra. Los cartoneros y cartoneras, pequeños agricultores, feriantes y trabajadores comunitarios entre tantos otros, somos, como dice el papa Francisco “ese ejército invisible sin más armas que el sentido de la solidaridad, la esperanza y el sentido de la comunidad”.
Trabajamos un montón y en las peores condiciones. Hacemos trabajos esenciales e indispensables pero que muchas veces no son valorados en una sociedad que nos margina y que permita por sobre todas las cosas la ganancia individual.
La crisis que trajo esta pandemia nos está golpeando fuerte. Venimos de cuatro años de un gobierno que hambreó a nuestro pueblo y que nos hizo retroceder un montón. A esto se le sumaron las consecuencias socio-económicas que trajo el Covid-19, dejándonos aún más desamparados y desprotegidos. Nos contenemos en las redes comunitarias que formamos desde los territorios. En los barrios más humildes la organización y la solidaridad es lo que nos permite sobrevivir. Pero no alcanza.
La desigualdad que naturalizamos quedo más expuesta que nunca y ya no da para más. Hay miles de familias que tienen que sobrellevar esta cuarenta viviendo hacinados y hacinadas, en casas donde no hay servicios tan esenciales como el agua y donde resolver qué comer es un desafío diario.
Estamos ante una situación excepcionalmente difícil, por esto creo que es necesario tomar medidas excepcionales: cobrar impuestos a los que más tienen para financiar políticas públicas desde la inclusión a quienes se encuentran en situaciones más vulnerables.
Un Salario Universal para todos y todas que garantice un ingreso mínimo para un montón de personas que realizan tareas indispensables en el subsuelo de la patria. Que reconozca su esfuerzo, valore su trabajo y garantice un piso de dignidad.
*Natalia Zaracho, referenta del Frente Patria Grande.