¿Unidos por el espanto al kirchnerismo y separados por el futuro electoral? Juntos por el Cambio transita por estas horas un momento político particular: la avanzada del Gobierno sobre la Justicia –incluido un consejo consultivo para modificar la Corte Suprema- y una moratoria que caería a la medida del empresario Cristóbal López reagruparon al principal espacio opositor del país detrás de un objetivo práctico. La charla reciente que tuvo como actores centrales a Mauricio Macri, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta derivó en dos comunicados para rechazar ambas iniciativas del Gobierno.
A su modo, el oficialismo ayudó a cohesionar a su rival. Lo hizo sin sutilezas: mientras el grueso de la sociedad vive en incertidumbre permanente por el impacto del coronavirus, en cuarentena y con una economía que se encamina a un desastre histórico, el presidente Alberto Fernández cedió ante la presión de su impulsora, Cristina Kirchner y puso en agenda un tema lejano a las prioridades de la población.
Si bien el Poder Judicial es hoy quizás el más cuestionado del país, por encima del Legislativo y el Ejecutivo, la reforma que impulsa el kirchnersimo se vincula a priori con un sector específico relacionado con sus propias causas: el fuero federal, donde tramitan los casos de corrupción.
La ampliación de la Corte iría en el mismo sentido. La ex presidenta ve cómo avanzan las investigaciones en su contra –ya tiene un juicio oral en marcha, otros listos para empezar- y depende de esa instancia para aliviar su situación. Hasta ahora no lo consiguió: los recursos que presentó en el Máximo Tribunal no fueron discutidos.
Así, mientras el movimiento brusco del oficialismo genera tensiones internas y le pega –para mal- a la imagen del Presidente, ayudó a reordenar a la oposición. Cuando Macri, Vidal y Larreta discutían en privado cómo pararse ante la grieta y qué lugar darle al ex mandatario, la vuelta del cristinismo explícito los acomodó. Y puso en el mismo tren a los dos aliados de peso, la UCR y la Coalición Cívica.
En este punto, habrá que darle a Elisa Carrió el mérito del anticipo político: decidió que su espacio no participara de la reunión de Alberto Fernández –más Sergio Massa y Máximo Kirchner- con referentes legislativos opositores. Ya vio allí un caramelo envenenado. Sus socios decidieron ahora seguir su ejemplo y avisaron que no participarán de ninguna discusión vinculada a la ampliación de la Corte.
Esta cohesión para enfrentar al peronismo en el parlamento postergó por el momento diferencias electorales, que se vinculan indisolublemente con el rol que debe tener Macri en el espacio. El ex mandatario dejó trascender que está “dolido” por lo que cree una falta de reconocimiento de sus dirigentes, como fundador del Pro, por el recorrido en la Ciudad e incluso por su gestión nacional.
En este punto, habrá que darle a Elisa Carrió el mérito del anticipo político: decidió que su espacio no participara de la reunión de Alberto Fernández –más Sergio Massa y Máximo Kirchner- con referentes legislativos opositores. Ya vio allí un caramelo envenenado.
Vidal, Larreta y aliados, como Martín Lousteau, creen que no es momento de reivindicaciones por la dura herencia económica que dejó Cambiemos y en medio de acusaciones por licitaciones a medida y por el espionaje ilegal.
Ese sector, más otros ex funcionarios como Rogelio Frigerio y Emilio Monzó defienden a Macri, pero con límites. Consideran que el tiempo del ex presidente ya pasó y que debe apuntarse a una apertura del espacio hacia nuevas figuras.
Ahí, más allá de la retórica de cuán buena/mala fue la gestión nacional de Cambiemos, hay choque de intereses. Macri no descarta una candidatura para 2021 por la Ciudad, si se complica su situación judicial y necesita fueros; y para 2023, como una revancha, para volver a la Casa Rosada.
¿Qué diría Rodríguez Larreta si este último plan tomara forma?
