La posibilidad de que comience a administrarse la vacuna –cualquiera de ellas- a la población había cambiado el humor de muchos de los gobernantes, en esta época de malas noticias constantes. Pero el optimismo derrochado en los últimos días comienza a verse desbordado por la realidad.
Las vacunas no son tantas, por ahora y los gobiernos de los países centrales, para agravar la situación, ya están exigiendo a los laboratorios nacionales su derecho a la prioridad, lo que demorará la llegada del crucial medicamento a los países periféricos, como Argentina.
La única esperanza radica por ahora en AstraZeneca, cuyo principio activo para Latinoamérica será fabricado en Buenos Aires, que tendrá alguna prioridad, junto a México. No se fabricarán 1.000 millones de dosis en enero, ni llegarán 20 millones de éstas inmediatamente a la Argentina, pero habrá vacunas suficientes para sacar adelante la emergencia. Los tiempos se demoran y lo esperable es que las jeringas entren en acción antes de que comience la segunda ola, algo que podría ocurrir hacia fin de año o nunca. A lo sumo, la peste tardará más en ser combatida.
¿La explicación? Nunca hubo un crecimiento repentino de los casos ni tampoco una baja fuerte, según algunos especialistas. En Argentina, la pandemia se dio de diferente manera que en Europa, adonde fue al revés, con grandes cantidades de infectados y médicos obligados a decidir quiénes vivían y quiénes eran entregados al sueño eterno.
Pfizer-BioNTech picó en punta
El informe de la U.S.A. Food and Drug Administration (FDA), la entidad que regula el uso de comida y medicamentos en el país del norte, no dejó lugar a dudas. Los resultados de los análisis relacionados con la vacuna desarrollada por los laboratorios Pfizer (U.S.A.) y BioNTech (Alemania) “sugieren un perfil de seguridad favorable, sin identificación de problemas de seguridad específicos que impidan” que sea autorizada.
Un día después, las autoridades de la National Health Service (NHS), la agencia británica que regula la Salud Pública, advirtió que la misma vacuna, que comenzó a ser suministrada este martes en ese país, no debe ser aplicada a personas alérgicas, ya que dos profesionales de la salud sufrieron shocks anafilácticos, que pudieron ser anulados.
Paralelamente, la autorización para que se utilice la vacuna que desarrollan la Universidad de Oxford y el laboratorio AstraZeneca fue demorada por la FDA. Las razones que se esgrimieron fueron varias, pero la principal tiene que ver con las “dudas” de los funcionarios. ¿Cuáles?
La vacuna inglesa fue administrada a 131 voluntarios infectados de coronavirus, en el Reino Unido y Brasil. Todos recibieron dos dosis, con un mes de diferencia. En algunos casos, por una equivocación, los vacunados recibieron una dosis que poseía la mitad de la potencia que la otra. Paradójicamente, este medicamento tuvo hasta un 90 por ciento de eficacia, en cambio el otro, el de potencia completa, sólo resultó positivo para el 62 por ciento de los inoculados.
Desde entonces, los funcionarios norteamericanos tacharon de “confuso” al procedimiento utilizado por los ingleses y advirtieron que para que sea aprobada en Estados Unidos deberá recorrer aún un largo camino. Además, les cuestionan que no han mostrado todos sus protocolos, lo que hace presuponer también algún conflicto comercial.
Los índices de eficacia de ambas vacunas superan ampliamente la exigencia de la FDA, que es del 50 por ciento. La de Pfizer-BioNTech es del 95 por ciento en general y del 94 por ciento para los mayores de 64 años. La de AstraZeneca, en cambio, ronda el 90 por ciento.
Las vacunas no son tantas, por ahora y los gobiernos de los países centrales, para agravar la situación, ya están exigiendo a los laboratorios nacionales su derecho a la prioridad, lo que demorará la llegada del crucial medicamento a los países periféricos, como Argentina.
¿Guerra comercial?
Los episodios de la media dosis de AstraZeneca en EE.UU. y de los resultados negativos para personas con alergias en Inglaterra hacer presuponer la existencia de una competencia comercial despiadada.
Por de pronto, la vacuna de Oxford y AstraZeneca tiene varias ventajas competitivas sobre las otras tres que se encuentran en proceso avanzado. Es fácil de producir y almacenar masivamente y cuesta mucho, muchísimo menos. La de Moderna cuesta aproximadamente 31 euros (u$s25); la de Pfizer y BioNTech, costaría 17,25 euros (u$s19,50), pero la inglesa costaría 2,5 euros (u$s2,8).
Estos costos demarcarían el mercado al cual accederían las vacunas, más allá de sus países de origen y de sus ubicaciones geográficas. La vacuna inglesa, de aprobarse en el corto plazo, llegaría con facilidad a los países “en vías de desarrollo” y tendría mayor ingreso en el continente europeo. La germanoamericana sólo sería adquirida por los países que conforman el Grupo de los “20”, ya que estaría fuera del alcance de los países africanos y de algunos asiáticos.
Otro punto que generó polémicas en los EE.UU. es que la vacuna inglesa, al igual que la rusa, está basada en adenovirus, que habitualmente se utiliza en chimpancés para tratamientos contra el ébola y zika.
Las autoridades norteamericanas guardan la esperanza de vacunar a 20 millones de compatriotas antes de fin de año.
Inglaterra vacuna
La primera vacuna de Pfizer-BioNTech fue aplicada el martes último en el Hospital Universitario de Coventry a una mujer inglesa de 90 años, Margaret Keenan, que expresó que “me siento muy privilegiada de ser la primera persona en vacunarse contra la Covid-19, es un regalo prematuro de cumpleaños. Espero el año próximo poder pasar más tiempo con mi familia y mis amigos, después de tanto tiempo de estar sola”.
El primer inoculado de sexo masculino inglés, en cambio, desató una ola de memes y comentarios en las redes, donde lo mismo se desata el humor que insultos de baja estofa. El hombre, de 81 años, se llama William Shakespeare y la reacción del público era previsible.
“Con 456 años, sin duda, es persona de alto riesgo. ‘Vacunarse o no vacunarse'”, fue uno de los mensajes publicados en la red del pájaro azul. “Ganas locas de leer lo que escriba William Shakespeare bajo los efectos de los microchips de Bill Gates”, chicaneó otro tuiteador compulsivo.
Hubo muchas leyendas más, pero el drama de la época isabelina que más se relacionó con la peste fue Macbeth. En esta, quizás la más grande de las obras de Shakespeare, Lady Macbeth, la esposa desalmada que incita a su marido para asesinar a Duncan, el rey de Escocia para ocupar su lugar. Atrapada en su remordimiento, ella se lava las manos todo el tiempo, pero no por la peste negra, en cuyo transcurso el bardo de Stratford upon Avon escribió su obra, sino por la culpa que siente a causa de su acto impío.
Las vacunas en el mundo
En Rusia ya se comenzó a administrar la Sputnik V el fin de semana último, mientras que en China se la administró a un grupo muy pequeño su vacuna experimental. En EE.UU. y en casi toda Europa –a excepción del Reino Unido- aún están en espera de la aprobación de las agencias de control.
En octubre, las autoridades sanitarias de la ciudad Jiaxing, en la provincia de Zhejiang, comenzaron a aplicar la vacuna a individuos de grupos de alto riesgo. Luego, la vacuna Sinovac será ofrecida gradualmente a otros residentes.
El medicamento tiene un costo de 400 yuanes, que equivalen a 50,9 euros (u$s59,5). El costo incluye a las dos dosis, que se administran con un intervalo de 14 a 28 días.
En Alemania esperan comenzar la campaña de vacunación el 15 de diciembre. En Austria comenzaría en enero para los grupos de riesgo y en abril para el resto. En Bélgica comenzarían el cinco de enero, mientras que en Irlanda esperan empezar el once de diciembre y en España, en enero, sin fecha precisa aún. En Italia comenzarán a fines de enero, mientras que en Hungría aún no hay plan y en Turquía comenzarán a inocular la Sinovac a mediados de este mes.