El buque USCG Cutter Stone de la guardia costera de Estados Unidos realiza su primer viaje al Cono Sur con el objetivo de reforzar la cooperación marítima regional para combatir la pesca ilegal en aguas del Atlántico Sur. Sin embargo, se le ha prohibido que arribar a tierra argentina dado que “una evaluación exhaustiva de las condiciones halló desafíos logísticos que impiden el amarre de la nave en el puerto de Mar del Plata”, según informó la embajada estadounidense en Buenos Aires el viernes pasado.
Pero detrás de esa escueta información oficial, según publicó Infobae, fuentes en Washington le aseguraron que se esconde un malestar en el Pentágono –que ya fue informado a otras oficinas clave en la capital estadounidense– por la escasa predisposición que mostró el gobierno argentino para que la misión se pudiera concretar.
Es que el USCG Cutter Stone es el barco más moderno y grande de la guardia costera de Estados Unidos y esta era su primera misión a los mares del sur para colaborar en un tema que preocupa mucho a los países de la región como es el avance de la pesca ilegal en sus aguas por parte de flotas de diversos países, en especial, de China.
En el marco de la colaboración habitual en temas de seguridad nacional, las autoridades estadounidenses coordinaron las escalas del buque en los distintos países, lo que implica facilitar trámites, intercambios de información y otros gestos habituales de camaradería.
Pero desde un comienzo, ese no fue el caso de la cancillería argentina, según confiaron fuentes en Washington. El Palacio San Martín demoró la respuesta que se aguardaba en la capital estadounidense antes de la partida de la misión y finalmente dio a entender que se podría utilizar el puerto de Mar del Plata. Enseguida, desde Estados Unidos advirtieron que, por sus históricos problemas de dragado, el puerto marplatense no contaba con el calado de seguridad suficiente para que atracara un barco de la envergadura del USCG Cutter Stone. Por lo cual, pidieron hacerlo en el puerto de Buenos Aires.
Pero en Buenos Aires la respuesta fue negativa e insistieron en que la única posibilidad era Mar del Plata, donde ya sabían que sería imposible.
La escala tuvo que ser abortada y el último puerto sudamericano de la misión fue el de Montevideo.
En Washington, la descortesía fue tomada como una “ofensa importante”, según confirmaron las fuentes a Infobae. “Pareció un gesto para quedar bien con sus aliados habituales y los sectores más duros del kirchnerismo, como si hubiese habido temor de mostrar la foto de un barco con la bandera de Estados Unidos que atracaba en el puerto a pocas cuadras de la Casa Rosada”.
En la administración demócrata no logran entender cómo es que el gobierno de Alberto Fernández por un lado pide a la Casa Blanca colaboración en la negociación con el FMI y un encuentro personal con el nuevo presidente, mientras en simultáneo envía estos mensajes hostiles.