El ataque desatado contra la Humanidad por el Covid-19 pulverizó en pocos días las candorosas teorías que proclamaban la solidaridad universal, la inevitable ayuda humanitaria y la hipotética benignidad que desplegarían los países más ricos en beneficio de sus congéneres más pobres ante el surgimiento de una crisis mundial.
La realidad no es, por estos días, la que proclamaban los amantes de la paz mundial y el abrazo fraterno entre las naciones. Todo lo contrario.
Pestes eran las de antes
El surgimiento de la infección que nos desvela por estos días se mostró muy similar en su circunstancia a la aparición de la Peste Bubónica, que emergió por primera vez en el Siglo VI d.C.en Bizancio (actual Estambul), en tiempos del emperador Justiniano I, líder del Imperio Romano de Oriente.
En aquellos años murieron más de 50 millones de personas, que constituían alrededor del 50 por ciento de la población de la zona en la que se desató la pandemia. La “Plaga de Justiniano”, que se propagaba a través de las pulgas de las ratas, se extendió por Europa. Hubo un segundo brote en 1347, cuando se iniciaba la Baja Edad Media, con las mismas trágicas consecuencias.
Lo que constituye otra ¿coincidencia? es el territorio en el que se originó. Según los historiadores Ibn Al-Wardni y Almaqrizi, Mongolia fue la cuna de la Peste Bubónica, una enfermedad que aún sigue siendo endémica hasta nuestros días en ese país. Y de la frontera de Mongolia hasta la ciudad de Wuhan –cuna del Covid-19- median apenas 2.015 kilómetros.
La peste se extendió por aquel entonces a través de los puertos, adonde llegaban los barcos que transportaban ratas, cuyas pulgas se dedicaban a morder alegremente a los lugareños, infectándolos con su bacteria.
A ésta, llamada Xenopsylla cheopis, se deben la muerte de un tercio de la población europea, la de 12 millones de indios y la aparición de doce brotes en Australia, sucedidas entre 1900 y 1925. También se le debe el Decamerón, de Boccaccio; la novela La Peste, de Albert Camus y la película El Séptimo Sello, de Ingmar Bergman. También –y no es un tema menor- el inicio de la guerra bacteriológica, ya que ya en el Siglo XIV, algunos ejércitos bombardearon con sus catapultas algunas ciudades que estaban sitiando, con cadáveres infectados con la peste. Siglos después, el Servicio Aéreo Imperial Japonés bombardeó la ciudad de Ningbo, vecina a Shangai, con bombas de cerámica que contenían pulgas infectadas con Peste Bubónica, que mataron a más de 100 personas en poco tiempo.
2021: La misma angustia, con más tecnología
Los posibles infectados del siglo XXI no son demasiado diferentes de aquellos que enfermaban y morían en el año 542 en la Tracia turca; de los europeos y asiáticos de la Baja Edad Media, de los milaneses (1629-1631); sevillanos (1647); londinenses (1665-1666), marselleses (1720) y noruegos, finlandeses y suecos (17908-1712), que debían transitar por esas ciudades infectadas que eran sus hogares o, a veces, debían abandonarlas para sobrevivir.
Un angustioso cable de France 24, advertía el cinco de enero último que “el panorama en el condado de Los Angeles, en el sur de California, Estados Unidos, es sombrío: las autoridades sanitarias ordenaron que las ambulancias no transporten a los enfermos con pocas posibilidades de sobrevivir”.
El cronista describía con tétrica lucidez que “en menos dos meses, los casos totales de coronavirus registrados en el condado han pasado de 400.000, a finales de noviembre, a más de 800.000. La presión sobre los servicios de salud es tal que las autoridades han adoptado medidas extraordinarias para poder tratar a los enfermos con más posibilidades de sobrevivir”.
¿La Sputnik V se sintetizará en Argentina?
El nuevo embajador argentino ante la Federación Rusa, Eduardo Zuain, adelantó que “la prioridad es garantizar para el país la continuidad de la provisión de vacunas, buscando la mayor cantidad de dosis en el menor tiempo posible”.
La declaración aparecía como algo curiosa, ante el cuello de botella en que se encuentra la provisión de la Sputnik V, que se demoró, presionado como está Gamaleya por una demanda que se incrementa día a día. Víctima de la calidad de su producto –la Sputnik V-, que termina de ser calificada por la prestigiosa revista científica The Lancet como de alta eficacia, los pedidos se multiplicaron en los últimos días, dificultando su llegada a Argentina.
Ante este panorama, se reavivaron las negociaciones que venían sosteniendo las autoridades argentinas para comenzar a fabricar la Sputnik V en Argentina. El propio Zuain afirmó que el Gobierno busca desarrollar “un proceso de transferencia de tecnología, para que eventualmente la vacuna pueda producirse en Argentina”.
Como para reafirmar que las cosas van en serio, el diplomático anunció un posible viaje del presidente Alberto Fernández para visitar el Kremlin en el corto plazo. Esto viene enmarcado por la firma en abril de 2015 –entre Putin y la entonces presidenta, Cristina Fernández de Kirchner- de un acuerdo de cooperación estratégica entre ambos países.
Hasta ahora, Argentina recibió 820 mil dosis de la vacuna, que comenzaron a llegar a Buenos Aires el 25 de diciembre de 2020. De ellas, 520 mil son de la primera dosis y las restantes 300 mil, de la segunda. En el último viaje, que arribó el 28 de enero, iban a llegar 600 mil dosis, pero sólo llegaron 240 mil, de las que 20 mil estaban destinadas a Bolivia.
Ahora se reavivaron las negociaciones que venían sosteniendo las autoridades argentinas para comenzar a fabricar la Sputnik V en Argentina. El propio Zuain afirmó que el Gobierno busca desarrollar “un proceso de transferencia de tecnología, para que eventualmente la vacuna pueda producirse en Argentina”.
En Europa no se consigue
El 28 de enero último, cables que provenían de Amberes (Bélgica) anunciaban que la Unión Europea había impulsado una investigación que, o estaba cruzada por la paranoia u ocultaba una operación de “ablande”. La historia dice que una fábrica en la que AstraZeneca, el laboratorio que elabora la vacuna que se desarrolló en la Universidad de Oxford, fue allanado por funcionarios de la Unión Europea.
¿Las razones? AstraZeneca no cumplió con la primera entrega de las 400 millones de dosis que se comprometió a proveer a Europa. Los funcionarios ingresaron el 27 de enero a la planta situada en el municipio de Seneffey y se llevaron documentación, en un intento de averiguar si el gigante farmacéutico anglo-sueco desvió parte de su producción hacia el Reino Unido, incumpliendo su palabra de entregar la producción completa de esta fábrica.
La comisionada de Salud de la Unión Europea, la griega Stella Kyriakides expresó su preocupación con dureza. “La Unión Europea prefinanció el desarrollo de la vacuna y la producción y quiere ver el resultado”.
Al borde de la desesperación, Kyriakides agregó que “la Unión Europea quiere saber exactamente qué dosis fueron producidas por AstraZeneca y dónde y a quién se las entregaron”, en una tensa conferencia de prensa.
El resultado de la reunión realizada el 27 de enero no trajo claridad. “Las respuestas de la empresa no fueron satisfactorias hasta el momento”, expresó la funcionaria paneuropea. “La Unión Europea quiere que las dosis solicitadas y prefinanciadas se entreguen lo antes posible. Y queremos que nuestro contrato se cumpla plenamente”, subrayó después la institución supranacional, en un comunicado oficial.
Kyriakides declaró posteriormente que, para que haya “transparencia”, todos los productores continentales de vacunas “deberán proporcionar una notificación temprana cuando quieran exportar vacunas a terceros países”.
El bloque europeo autorizó hasta ahora las vacunas de Pfizer/BioNTech, AstraZeneca y Moderna.
El plan de la Unión es vacunar al 70 por ciento de los adultos de los 27 países miembros antes del 31 de agosto, pero las demoras como las de la planta de AstraZeneca de Seneffey demuestran que los funcionarios pecaron por un exceso de optimismo.
En los países que componen la Unión Europea viven 446 millones de habitantes y las autoridades comprometieron ya la provisión de 400 millones de dosis para los próximos seis meses. De todos modos, esta meta será muy difícil de cumplir, por lo que Latinoamérica deberá esperar aún mayores problemas de abastecimiento para los próximos meses, porque no es fabricante hasta ahora de ninguna vacuna.
Los únicos que avanzaron hoy por hoy en la investigación, además de Argentina, son los cubanos. De todos modos, se verá. Esto recién empieza y no faltarán problemas en el futuro. Cuando juegan los tahúres, siempre hay sorpresas.