El laberinto de Larreta en el 2021

El laberinto de Larreta en el 2021

Opinión.


L a grieta será protagonista nuevamente en las elecciones de octubre en la Argentina. Todo indica que, como van las cosas, será absolutamente imposible trabajar sobre consensos o avanzar en la pacificación del país en los pocos meses que restan. Tanto la oposición como el oficialismo ya están mostrando las cartas que pondrán sobre la mesa cuando haya que dirimir al ganador de los comicios de medio término.

Ése será el marco en el que tendrán que imponer condiciones aquellos que sueñan con llegar a la presidencia dos años más tarde y, aunque el resultado sea muy importante para saber quiénes quedaron vivos y quiénes no, la compulsa no será vinculante, como ninguna legislativa lo es. Podríamos recordar muchísimos casos, pero tomemos esta vez el 2017 de Mauricio Macri, en el cuál el entonces oficialismo se dio todos los lujos, hasta que Esteban Bullrich le ganara a Cristina Fernández, nada menos que en la Provincia de Buenos Aires. Aún así, todo el esquema se derrumbó meses después, para terminar entregando el poder con una paliza memorable en las PASO de 2019, con una performance algo más rescatable en las generales.

Ahora nos vamos a meter de lleno en el panorama de la actual oposición con vistas a estas elecciones. El hecho más importante para destacar es que, a partir de la pandemia y del tratamiento político que el gobierno nacional hizo de la misma, Horacio Rodríguez Larreta salió proyectado de la Ciudad para transformarse en muy pocos meses en una figura nacional con clara vocación presidencial hacia el 2023. Esa movida dejó claroscuros en la estrategia que tenía trazada el jefe porteño, en la cual todo ese proceso se desarrollaba justamente tras este período que se viene transitando, hasta llegar a octubre.

 

Dos nombres parecen ser claves en el desarrollo de este proceso interno en la oposición y son Diego César Santilli y María Eugenia Vidal, que en muchas de las opciones que se barajan en Uspallata, podrían llegar a competir en distritos cambiados dentro de la estrategia larretista, algo que es muy probable, aunque no esté aún definido.

Es por ello que Larreta (así es más cómodo de nombrar) no puede ni debería quejarse de las tácticas que nunca utilizó para la instalación de su candidatura, ya que ésta se consumó a pesar de él. Todo estaba preparado para hacerlo y en esa coyuntura el presidente Alberto Fernández prendió la mecha y el artefacto explotó inmediatamente en el escenario mayor. Luego vinieron todo tipo de idas y venidas, de golpes fuertes del oficialismo en el plano económico, silencios de radio de ambos lados, para entrar en esta etapa que transitamos en un extraño baile en el que no están claras las parejas entre el gobierno y la coalición opositora.

Mientras tanto, a medida que se agiganta la grieta nunca abandonada, la figura de Patricia Bullrich crece en el imaginario opositor como una presencia “más ligada” al ex Presidente Macri y más intransigente con el “enemigo” kirchnerista. El crecimiento es insoslayable, pero aunque en la maratón que se viene en Argentina ella no es la favorita, Bullrich tiene garantizado un 2021 muy favorable en cualquier escenario, ya sea negociando (parece bastante difícil por ahora esa opción) o yendo a fondo a cualquier tipo de confrontación interna para defender su posición y no permitirle a Larreta quedarse solo como el interlocutor de la oposición.

Estamos hablando de un 41 por ciento a nivel nacional, según los últimos guarismos de 2019, más allá de que este porcentaje se mantenga intacto o devaluado.

Es por eso que todas las alarmas del larretismo están en color naranja, sobre todo cuando se trata de discutir posiciones -o sea, cargos varios- en la Ciudad de Buenos Aires. Y como el combate –ya sea con Bullrich o con otros no alineados- ya se perfila con el país como distrito único, la Provincia de Buenos Aires no sólo no es ajena a la discusión, sino que el combo metropolitano es objeto de múltiples experimentos y propuestas que están empezando a decantar, dada la cercanía de los tiempos.

Dos nombres parecen ser claves en el desarrollo de este proceso interno en la oposición y son Diego César Santilli y María Eugenia Vidal, que en muchas de las opciones que se barajan en Uspallata, podrían llegar a competir en distritos cambiados dentro de la estrategia larretista, algo que es muy probable, aunque no esté aún definido.

La marca Larreta-Santilli y la marca Larreta-Vidal son fuertes a la hora de traccionar votos y de la construcción política, pero todos coinciden también en que nada de esto va a salir barato, políticamente hablando.

Reinstalar a Vidal en CABA y a Santilli en la Provincia podría generarle a Larreta más dolores de cabeza de lo esperado, aunque finalmente lo imponga, por la densidad de los jugadores. Por ahora es la estrategia que más lo seduce, pero no la última palabra. Todavía algunos a su alrededor están evaluando si los costos no serán más importantes que los beneficios. Poner a los mejores a jugar en internas duras es una jugada por lo menos intrépida. Larreta puede hacerlo. ¿Lo hará?

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