El jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, les planteó -entre otras- una premisa a sus colaboradores para ganar gobernabilidad: no quiere darle la "fórmula" a nadie-de la que se desconoce aún el o la acompañante (tendría buenas posibilidades Juliana Marino)-, con el propósito que no le vuelva a pasar lo mismo que le sucedió en la actual Legislatura, o sea, contar con una fuerza propia(hoy Frente Grande) disminuída a cuatro diputados de los 33 que ingresaron colgados en sus boletas, contando los de la lista oficial como las "muletto". Esta vez el único que podrá llevar -hasta ahora- la boleta es el Partido de la Ciudad que conduce Jorge Giorno.
Más allá que a ningún analista se le ocurre una estrategia mejor para que Ibarra se quede gobernando luego de diciembre, no se comprende el razonamiento del actual jefe de Gobierno ya que son los mismos partidos políticos que hoy conforman su coalición reeleccionista, Fuerza Porteña, los que lo abandonaron en el recinto, dejándolo en la orfandad legislativa que tuvieron que transitar con mucha muñeca y laboriosidad, Vensentini, Moresi y Cía.
Haciendo un pequeño "racconto" de lo que se vivió desde que Ibarra dejó en el camino a Domingo Cavallo allá por el año 2000, la Alianza ganadora entonces contenía a todos los sectores radicales, más el Frepaso que se podía desagregar en Frente Grande, Socialismo y otros sellos menores como el Partido Intransigente. El "pa" del Frepaso allí estaba demás ya que PAIS compitió en aquélla eleccción llevando como candidata a Irma Roy quién ganó cuatro bancas, las misma que hoy tiene el partido de Ibarra. El hoy embajador en Estados Unidos, José Octavio Bordón, definía a ese sector de la Alianza como el "Freso", situándose con su partido por afuera del engendro electoral que colapsó en diciembre del 2001.
Mientras tanto en la Legislatura, el socialismo, junto a Delia Bisutti y luego conLuis García Conde y Eduardo Peduto, devino en bloque ARI para luego separarse los primeros que se reunificaron como Partido Socialista. La cuestión que todos ellos- más Beatriz Baltroc, hoy con Miguel Bonasso- representaron una merma de siete integrantes en el bloque oficialista, sin contar los radicales. Salvo ésta última, los otros seis regresaron en esta última etapa bajo el lema electoral de "Ibarra o muerte" pero nada le garantiza al jefe de Gobierno mantener el mismo quorum tras su hipotético triunfo. También es cierto que seguramente desde el Ejecutivo los "apretarán" con los cargos de Bolívar 1, tal como hizo -y hace- con los radicales, a los cuáles logró quebrar y hacerlos pelear mediante solicitadas en los medios.
Tampoco sería improbable que desde el Gobierno Nacional le exigieran como devolución de tantos gestos efectuados, algunos lugares tanto en el plano de legisladores nacionales como porteños, lo que enturbiaría aún más el armado de listas que ya hizo y rehizo más de una vez. Uno de los miedos que altera el campamento ibarrista en este punto es que, más allá de las bonanzas del viento sur, esos peronistas, más los que entren en las boletas de Mauricio Macri y eventualmente otros, podrían reeditar la maniobra por la cuál se transformaron en primera minoría en la actual Legislatura arrasando con todos los acuerdos.
Curiosamente, en caso de lograr la reelección, Ibarra le deberá la misma a quién él furiosamente acusó en conferencia de prensa de armar una maniobra judicial desde la SIDE, Miguel Ángel Toma, quién logró con un recurso postergar las elecciones cuando Mauricio Macri hacía ostentación de una ventaja de dos dígitos.
La falta de una fuerte estructura partidaria, no sólo le complica sus planes locales sino que le dificulta su proyección nacional. Para mejorar la gobernabilidad Ibarra necesitará colocar la mayor cantidad de hombres de su propio riñon, los más capaces y a su vez leales, ya que no sería improbable que volviera a tener por todo lo expresado minoría legislativa en el próximo período.