La presidenta del Pro, Patricia Bullrich, tenía pensado presentar el próximo lunes un “código de ética” o “reglamento de no agresión” para calmar las críticas internas que tuvieron lugar dentro de la alianza Juntos (la nueva cara de Juntos por el Cambio), tras el lanzamiento de campaña de Diego Santilli y Facundo Manes en la provincia de Buenos Aires.
Pero, curiosamente, la cúpula nacional de Juntos por el Cambio decidió suspender el Zoom del lunes próximo porque todavía no se terminó de consensuar el reglamento interno que servirá como un pacto de no agresión entre sus candidatos para fijar reglas de juego antes de las PASO.
El encuentro virtual pasó para el lunes 9 de agosto, así la cúpula opositora tendrá tiempo de corregir el primer borrador del documento que escribió Patricia Bullrich, jefa del PRO. ¿Hasta entonces habrá diez días en que crecerá la escalada de tensiones? “Estamos hablando entre nosotros para evitarlo”, contestaron a Infobae desde uno de los tres socios mayoritarios de Juntos por el Cambio.
Bullrich había anticipado que la iniciativa “funcionará como un VAR” que indicará “qué es lo que se puede y qué no se puede hacer” a fin de que “no haya golpes abajo de la cintura”.
Eso fue un poco antes que subiera al ring el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, y comenzara a arrojar golpes: dijo que “la responsabilidad del clima confrontativo en Juntos por el Cambio tiene un solo responsable, es Rodríguez Larreta” y que el jefe de Gobierno “debería revisar su lógica de construcción política porque por este camino vamos a debilitar y a poner en riesgo a Juntos por el Cambio”.
Las declaraciones de Morales no son gratuitas. El jujeño ya se había postulado hace tiempo como unos de lo que quería tener un lugar en una futura fórmula presidencial y ve en el neurocirujano la persona que le pueda asegurar ese lugar en 2023.
De todas maneras no será el único que salga a defenderlo, Manes le pidió expresamente a varios dirigentes de la UCR que salieran a defenderlo en público ante las críticas que recibió, sobre todo, de la fundadora de la Coalición Cívica (CC), Elisa Carrió.
La ex legisladora había asegurado que Manes “miente descaradamente” y lo acusó de “mitómano” por haber afirmado que ella le ofreció la candidatura a vicepresidente en 2015 durante una comida de la que participó el diputado Toty Flores. “Dicen que son la nueva política, pero llevan en la lista a Jesús Cariglino y a Stolbizer”, afirmó Carrió al profundizar su ataque contra el neurocientífico.
Hay un punto de difícil retorno en esta polémica que amaga con causar fisuras irreparables en la estructura opositora: en el radicalismo e incluso en el Pro están convencidos de que detrás de las acusaciones de Carrió está Rodríguez Larreta, quien, según sospechan, quiere mantener su postura de monje zen sin criticar a nadie, pero aprovecha a la fundadora de la CC para embestir contra Manes.
Pese al incidente y los cruces de declaraciones, en el larretismo se juramentaron en no decir nada para no agrandar la polémica, pero se quejaron de que Manes sembró sospechas sobre el jefe de Gobierno sin motivo alguno y desmintieron que Carrió esté actuando como su vocera oficiosa: “Todos saben que nadie puede controlar a Lilita”
Todo comenzó cuando Manes, el primer candidato bonaerense a diputado de la UCR, afirmó que “no tiene en claro el proyecto de país que que quieren” Rodríguez Larreta, y Diego Santilli, les cuestionó el “marketing” y pidió que “no se gasten los impuestos de los porteños” en la campaña electoral.
Y además afirmó: “No me parece bien que el vicejefe porteño en ejercicio en una pandemia vaya a la provincia ni que María Eugenia Vidal haya venido a la Capital. Eso desprestigia a la política y hace que la gente crea menos por la especulación electoral”.
Pero el radicalismo insiste en que antes de estas declaraciones Carrió ya había hostigado injustificadamente a su principal candidato bonaerense cuando sostuvo que Manes “quiere llegar en helicóptero a la Casa Rosada con una especie de mesianismo que no es cristiano”.
Para el senador nacional de la UCR, Luis Naidenoff, “no soluciona nada un reglamento interno, sino una charla entre los dirigentes: esto es política y hay que encontrar sensatez porque las buenas prácticas se van construyendo en el día a día”. Y pidió no temer a la competencia ni al debate. “Esto no es para pechos fríos ni para tibios”.