Mauricio Macri puso tres condiciones para debatir por televisión con Daniel Filmus. Así lo señalaron fuentes de la producción del programa "A Dos Voces", que invitó a los dos candidatos a jefe de Gobierno a discutir sus propuestas el próximo miércoles.
Según se informó, Macri presentó un pliego pidiendo la anulación de los cruces verbales, la presencia de las fórmulas completas y la ampliación de la agenda de temas.
Horacio Rodríguez Larreta, jefe de campaña del ingeniero (y futuro jefe de Gabinete porteño si Macri triunfa el 24 de junio), confirmó este sábado que "hay discusiones en el armado" del debate. "No queremos armar un formato que le de pie (al filmusismo) a seguir con las agresiones. La verdad es que estamos hartos de este tipo de campaña", dijo el vicepresidente de Compromiso para el Cambio (CpC) declaraciones radiales.
"Si Macri no se anima a presentarse solo, puede venir con quien quiera, no tengo ninguna dificultad", manifestó a su vez Filmus, refiriéndose a la segunda exigencia del presidente de CpC. El ministro de Educación, además, volvió a mostrarse públicamente confiado para el ballottage. "Estamos en condiciones de ganar", aseguró.
No es extraño que, habiendo obtenido 22 puntos de ventaja, Macri quiera imponer condiciones en el debate, ya que quedó en condiciones de hacerlo y quiere evitar cualquier tipo de riesgo.
Más aún, el que va primero, generalmente, no quiere debatir. Así lo hizo Carlos Menem en 1989 cuando lideraba cómodo las encuestas y evitó cruzarse con el candidato radical, Eduardo Angeloz, quien sí concurrió a la mesa de debate, después de exigirle infructuosamente por todos los medios al riojano, hasta último momento, que se sentara allí. La única respuesta que le llegó fue en forma de cantito popular: "Angeloz, Angeloz, andá a buscar la silla que dejaste en Canal Dos". Diez años después, el sucesor de Menem, el radical Fernando de la Rúa, tampoco quiso debatir con el peronista Eduardo Duhalde. El motivo: ya tenía el triunfo asegurado.
Conclusión: todos los políticos se llenan la boca de democracia, pero los debates suelen ser, más que un acto de conciencia cívica, un fastidio para el que lidera la votación y un manotazo de ahogado para el que viene cola.