La polarización de estas elecciones es un fenómeno que cada vez se discute menos y se verifica más. A los candidatos de las fuerzas menores les es imposible seguir el ritmo económico y y también -por que no- del bagaje técnico-político de los dos grandes contendientes. Éstos a su vez intentan demostrar serenidad pero no lo logran por el nivel de presión a la que se ven sometidos tantas horas al día. Es común que tanto Aníbal Ibarra como Mauricio Macri tengan entre tres y cinco exposiciones públicas por día sin contar las apariciones publicitarias en los medios ni las entrevistas en los mismos.
Ibarra se reservó todas las inauguraciones para estos dos últimos meses, en los que parece que la gestión hubiera sido una aplanadora de problemas -lo que demuestra por otro lado que se podría hecho siempre así-, mientras Macri desplegó en el mismo lapso toda su capacidad técnica acumulada en horas de inversión de estudio sumando una capacidad política que le prodilgan importantes sectores del peronismo a los que sumó.
Existen percepciones generalizadas que contienen pero nada tienen nada que ver con la ciencia estadística de las muy disímiles encuestas que dan vueltas por los campamentos, y en ellas todo parecería indicar que Macri lograría una victoria de entre cuatro y ocho puntos en la primera vuelta, alcanzando en esa ocasión alrededor de 37 o 38 puntos. La incógnita sigue siendo la segunda vuelta, allí una buena performance de Ibarra lo llevaría al empate técnico, pero ese será motivo de otro análisis
Estas cifras el 24 de agosto le podrían otorgar cinco diputados nacionales a Macri, categoría en la que se impondrá muy fácilmente por la división de votos que le propinarán Miguel Bonasso-en mayor medida- y Silvana Giúdici a la lista oficial ibarrista que encabeza el economista de la CTA, Claudio Lozano.
Los más intrépidos de pensamiento vaticinan que Bonasso y Lozano sacarán aproximadamente la misma cantidad de votos, y ambas listas se alzarían con dos escaños, mientras que la de Giúdici que será la primera de Ibarra que los parroquianos encuentren en el cuarto oscuro, es una incógnita absoluta hasta donde puede trepar, pero sólo un milagro del D’Hont depositaría a la actual secretaria de Control Comunal en la Cámara de Diputados.
Nito Artaza seguramente se quedará en este rubro con una banca sumando más votos que quién lo trajo, Cristian Caram, quizás Luis Zamora y Patricia Bullrich logren colocar un representante si logran abandonar el tobogán en el que viajan. Izquierda Unida podría, también verse beneficiada por este sitema electoral, y acceder a un lugar en la Cámara baja.
Si esto resultara más o menos así y con los guarismos históricos de corte, que no tendrían por qué cambiar en esta ocasión, el aquelarre legislativo, en la versión nacional como local, se desataría sobre Fuerza Porteña, la coalición que armó Ibarra con Kirchner y Carrió como aliados "de lujo" para su reelección. Bonasso- apadrinado entre otros por Eduardo Valdés y Alberto Fernández- harían un negocio bis para el kirchnerismo que lograría así un mayor cupo de diputados propios en ambas cámaras en detrimento de socialistas, aristas y la propia tropa del jefe de Gobierno. También aquí el Partido de la Ciudad que encabeza Jorge Giorno complementará el daño efectuado por el periodista.
De cualquier manera, se podrán quejar sus socios pero no Ibarra, ya que quedará finalmente demostrado el 24 de agosto que el único que le suma algo es precisamente el autor de Diario de un Clandestino.
Mientras que por la calle Chacabuco no tienen el problema en la categoría nacional, en la de legisladores porteños se están dando con el palo de amasar. Los peronistas que -salvo Rodrigo Herrera Bravo, Diego Santilli y Alicia Bello- están todos por debajo del décimo puesto, encabezados por Mauricio Mazzón y seguido por quienes integraban la lista de Unidad de Daniel Scioli, se consideran fronterizos hasta el puesto quince, dando por nulas las posibilidades de ahí en adelante. Entre otros allí se encuentran la actual diputada Silvia Gotero (esposa de Roberto Digón) y el embajador porteño de Felipe Solá, Julio Balbi.
La lista que encabezan Santiago De Estrada y Borocotó, por el peso propio de los nombres y su capacidad de acción dentro del peronismo, es la mayor hipótesis de conflicto para los candidatos de la oficialista Compromiso para el Cambio. Dentro de este espacio aseguran que la tira "meterá" alrededor de seis legisladores, lo que sería una performance resonante para quienes la integran y para Jorge Arguello que sumaría más legisladores a su diputación nacional. Los candidatos de la Alianza de Centro y los que lidera Jorge Mercado completarán el marcador seguramente con más ganancia que pérdida.
Los cuarteles arden, hacia afuera pensando en la campaña más sucia y descalificadora que vivió esta Ciudad, y hacia adentro intentando traccionar de cualquier manera más votos que el compañero de ruta que eligieron para gobernar en el caso que ganen. Una paradoja más de la política de estos pagos.