Después del sorpresivo (aunque no tanto) 13,6 por ciento de los votos que alegró a los liberales hasta la euforia, Javier Milei le habló a su público en el bunker del hotel GrandView.
Comenzó su alocución con su conocido grito de guerra: ¡Viva la libertad, carajo! A continuación pasó a arengar a sus militantes con un exótico: “no vine acá a guiar corderos, sino a despertar leones”, tras lo cual, por primera vez en su corto tiempo de carrera política, desarrolló un discurso político de cierta coherencia.
“El tesoro de esta elección es haber dado el primer paso hacia la reconstrucción nacional, porque vamos a ser de nuevo una Argentina Potencia”, expresó el ícono liberal de estos tiempos, repitiendo quizás sin saberlo un lema que pergeñó en los ’70 el enigmático José López Rega.
Luego, Milei manifestó en tono perentorio que “si seguimos así vamos a ser la villa miseria más grande del mundo. Por eso, que tema la casta política”, mientras sus enfervoriados seguidores atronaban el espacio con sus gritos y consignas.
Luego, en tono siempre de arenga, Milei consignó que “los ciudadanos de bien, que nos rompemos el lomo trabajando, estamos cada vez estamos peor, a pesar de que trabajamos más. La baja participación electoral marca el hartazgo de la gente que cree que no se puede sacar a la casta”.
Finalmente, Milei expresó que “éste es el primer paso que da el liberalismo. Si queremos sacar a los K, voten a los liberales”.
Finalmente, Milei –que jamás abandona su “modo show”- volvió a arengar: “queridos leones, les pido que rujan cada vez más fuerte”, para terminar con su consabido grito de guerra, de la libertad y el carajo.
