En la madrugada del 6 de abril último, unas 500 personas -hombres y mujeres, jóvenes y no tan jóvenes- se desnudaron frente al Obelisco, justamente a la vera del principal símbolo fálico de la Argentina. Mientras tanto, el fotógrafo norteamericano Spencer Tunick tomaba una serie de imágenes de la gente, tal como ya lo hizo en las ciudades de Sidney, Montreal, Basilea, Nueva York, Viena, Roma y Glasgow.
Pero esta algarada típicamente primermundista encontró un escollo. El jurisconsulto-humorista-literato Oscar Igounet presentó una denuncia ante el juzgado correccional Nº 1, del juez Omar Faciuto, en la que denunció al jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, por "abuso de autoridad y a Tunick por "exhibiciones obcenas".
No contento con intentar poner en caja a ambos inmorales, Igounet se excedió con la poesía: "aquelarre orgiástico de cuerpos desnudos", denominó al evento. Posteriormente, horrorizado con el espectáculo -un horror que sólo se puede sentir cuando no se pierde un centímetro de lo que está a la vista- se explayaba: "estoy harto de tratar de educar a mis hijos y de formar una familia sanamente argentina, dentro de nuestros valores tradicionales promedio, el amor a la patria, al estudio, al trabajo y al deporte…no nos será fácil dejar atrás la corrupción de la que tanto nos quejamos si no ponemos todas las herramientas que nos da la ley para preservar nuestros valores".
Ahora es el fiscal del fuero correccional Mauro Divito el que se msotró condescendiente con los "orgiásticos". Dictaminó que aquella sesión de fotos del 6 de abril, en la que 500 personas desnudas posaron en plena avenida 9 de Julio "no constituye delito". Divito sostuvo -para que el horror no tenga fin- que la conducta de Spencer Tunick "no se adecua a la figura penal de exhibiciones obscenas".
Ahora el juez Faciuto tiene dos caminos, o hace lugar a la presentación del fiscal y archiva las actuaciones o decide continuar con la causa y procesa a los impúdicos. Lo más probable -según fuentes de Tribunales- es que se decida, la semana próxima, por el primer camino.
No se puede confiar en nadie.
