Una de las consecuencias menos visible del terremoto que provocó el resultado de las PASO dentro de las tribus del oficialismo, es una decisión que se tomó ayer en los cuarteles kirchneristas del más alto nivel y tiene que ver con la Provincia de Buenos Aires.
Es el distrito por adopción de los Kirchner, en donde Cristina tiene su voto duro y donde está afincada hace ya muchos años desde lo político, más allá que en lo personal reparte su tiempo con estadías en la Ciudad de Buenos Aires o en la sureña Santa Cruz.
Desde la conducción del espacio que ejerce, Cristina impulsó la candidatura del actual gobernador Axel Kiciloff, a quien podría volver a ayudar para que compita en la próxima PASO presidenciales, pero éste tiene una piedra en el zapato a futuro -con el mismo apellido de su jefa-, el diputado Máximo Kirchner. Los dos compiten por los mismos premios, con distintos ejércitos y aliados.
Resulta que la Cámpora tiene como objetivo el control de este distrito en el cual ya posee un puñado de intendentes, presencia en ambas cámaras de la Legislatura provincial, concejales en distritos de todas las secciones y van por más. La política de acumulación en cada una de las intendencias es una constante hace años y la reciente promoción de Máximo como cabeza del PJ Provincial es una pata más del avance sobre el distrito que “nunca más vamos a perder” como decían hasta hace poco menos de una semana.
Pero no siempre las cosas salen como uno las planea. Y la derrota del domingo no solo afectó al Presidente y al Gobernador, sino que dejó demostrado que la estrategia desarrollada en el distrito (por todos) no favorecía la teoría de que la Provincia fuera invencible para la oposición. La clave para ganarla está en logra una aceitada relación del poder político nacional y el provincial con los intendentes que son los que traccionan los votos a partir de la capacidad casi quirúrgica que tienen para influir sobre la mayoría de los habitantes de sus distritos. Desde la época de los barones del Conurbano, hoy desbancados en su mayoría, pero continuando en el presente con hombres y mujeres de liderazgos fuertes, desde las intendencias se maneja el voto (y las picardías) con precisión milimétrica. Aunque a veces como el domingo pasado salga mal, si no hay que preguntarle a Mayra Mendoza que volcó en Quilmes….
La presión constante para ganarles el espacio que tienen que ha desarrollado La Cámpora sobre todos y cada uno de ellos y ellas, los ha puesto en alerta permanente sabiendo que vienen por su territorio. Ya todos tienen su estrategia para resistir, algo que hacen de la manera más diplomática posible.
A eso se suma que el gobernador Kiciloff no es precisamente un compañero de ruta para ellos sino quien más le pone palos en la rueda a sus proyectos y ambiciones y encima Axel no es muy afecto a atenderles el teléfono. La verdad es que no se quieren y no lo esconden mucho, solo en público o ante las cámaras de TV.
Los resultados de las PASO demostraron que, si los líderes territoriales no juegan al máximo, como por ejemplo en el 2019, la cuestión no es sencilla para todos aquellos que pretenden que la Provincia de Buenos Aires sea para siempre “peronista o kirchnerista”.
En ese marco y tras una ríspida discusión en la tarde de ayer, tanto desde el Instituto Patria como desde la agrupación que comandan Máximo y Wado de Pedro (de impecable actuación al frente del Ministerio del Interior en las elecciones) la decisión fue la de disminuir al mínimo la presión sobre los intendentes, no ponerles más trampas ni ratoneras cada tres pasos, dejarlos tranquilos, ayudarlos e intentar incidir en la Provincia de la manera más armoniosa posible para intentar revertir la elección en noviembre de este año. Se acabó –al menos por ahora- la guerra sin cuartel entre La Cámpora y los intendentes y solo resta saber si Kiciloff también cambiará su actitud o seguirá ninguneando a la tropa que define la contienda. O seguirá espalda contra espalda con su bandita.
Seguramente los camporistas no abandonarán su búsqueda de poder en la principal provincia argentina, pero en un lúcido análisis llegaron a la conclusión que es un riesgo demasiado alto continuar la interna cuando la oposición los supera por casi 5 puntos en estas PASO. En una decisión lógica quizás dejen para más adelante esa contradicción o directamente la abandonen y trabajen en esquemas de alianzas más estrechas con aquellos que manejan el poder. Cuentan de amigos para ello con dos expertos baqueanos provinciales como Martín Insaurralde y Sergio Massa, el tigrense que funciona como socio de Máximo en Diputados y en el territorio, y son ellos a quienes más escuchan para su estrategia de acumulación.
Si Kiciloff se suma a esta movida inteligente, quizás la misma dé resultado, pero Axel –que no comparte intereses con Máximo- debería ser presionado por Cristina para que ello suceda. La movilización debe ser perfecta, las decisiones nacionales y provinciales también en la corrección de los errores que provocaron la segunda derrota más trascendente de la historia moderna del peronismo en la Provincia de Buenos Aires. Los intendentes respiran, un problema menos…..