El presidente Alberto Fernández se reunió el martes en Olivos con representantes del empresariado, muy inquietos por la situación actual y, sobre todo, por lo que pueda pasar con las variables económicas, financieras y sociales a partir del lunes 15 de post elección.
Según pudo averiguar Perfil de varias fuentes, el Presidente acompañado por su ministro de Economía, Martín Guzmán, recibieron a un selecto grupo de ejecutivos de compañías importantes para intercambiar miradas sobre lo que vendrá.
La cena duró unas cuatro horas y se extendió hasta la madrugada. Arrancó con brusquetas y siguió un lomo con rosty, para terminar con una maratón de café y té, según el comensal.
Según Perfil, en el intenso ida y vuelta de opiniones e ideas con Fernández y Guzmán se destacaron Antonio Aracre (Syngenta), Sergio Kaufman (Accenture) y Daniel Herrero (Toyota), entre otros invitados.
En ese ámbito, los ejecutivos volvieron a plantear la necesidad de acordar entre todas las fuerzas políticas, económicas y sociales algunos puntos urgentes que permitan acelerar, por ejemplo, un acuerdo con el FMI, proteger a los sectores más vulnerables de la sociedad y establecer un camino de disciplina fiscal.
De acuerdo a la información de Perfil, Fernández y Guzmán les respondieron a los presentes con su propio menú oficial de compromisos: No habrá default y el arreglo con el FMI será en enero o febrero, sin que implique ajuste; no habrá salto devaluatorio; fimaremos un acuerdo de diez puntos entre empresarios y sindicatos y lo mandaremos al Congreso para que la política decida qué quiere hacer con eso; convergencia fiscal; eliminar los subsidios innecesarios e impulsar el empleo nuevo; promover carreras cortas con salida laboral (ciencias del conocimiento, agroindustria) y generar ambiente para más inversiones y acentuar la lucha contra la evasión fiscal.
Los indicios de lo que sucederá comenzarán a delinearse el lunes, día después de la elección, donde se verá cuál es la capacidad que tiene el Gobierno de coalición del FdT de que ese menú se concrete, en algunos casos con imprescindibles acuerdos con sectores opositores, o sólo sea otra carta de buenas intenciones, con platos desabridos que no satisfacen a casi nadie.