Luego de su participación en el acto por el el Día de la Democracia en la Plaza de Mayo, los expresidentes de Brasil Inácio Lula Da Silva y de Uruguay José “Pepe” Mujica mantuvieron el sábado un encuentro con dirigentes de la Confederación General del Trabajo (CGT).
La nueva conducción de la CGT, conformada por Héctor Daer, Carlos Acuña y Pablo Moyano, recibió a los exmandatarios.
“No tengo palabras para agradecer tanto cariño. Quería agradecerles el gesto de ustedes y su compromiso cuando pelearon por mi detención injusta. Si vuelvo a la presidencia de Brasil va a aumentar nuestra relación con la Argentina”, dijo Lula da Silva en la sede de la central obrera, en Azopardo 802.
El exmandatario brasileño señaló que le llama “la atención que la Argentina y Brasil se dieron la espalda tantos años, cuando son los dos países más importantes de América del Sur” y agregó: “Juntos somos fuertes y separados somos frágiles. Lo demostramos cuando todos nos unimos y, en la cara del presidente (George) Bush, le dijimos no al ALCA”.
“La extrema derecha está creciendo, así como los discursos fascistas. Hay que prepararse para enfrentarlo con un discurso progresista que defienda al pueblo trabajador”, aseveró.
“Si pones un zorro adentro de un gallinero diciendo que va a cuidar a las gallinas, se las va a comer, como hizo Mauricio Macri en Argentina”, ironizó Lula, al tiempo que manifestó su apoyo al Gobierno con respecto a las negociaciones por la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI): “Tiene que haber un acuerdo y el FMI sabe que el pueblo argentino paga y que hay que dejarle la oportunidad de trabajar, con un acuerdo de largo plazo”.
“Compañeros de la CGT, en 2003 el flujo de la balanza comercial entre Brasil y la Argentina era de apenas de 9 mil millones de dólares, en el 2011 llegó a 39 mil millones de dólares. Un salto extraordinario, y hoy esta apenas en 16 mil millones de dólares. 23 mil millones de dólares se perdieron como consecuencia de la política recesiva y neoliberal”, agregó
En otro tramo de su discurso, apuntó a la persecución que tanto él como su sucesora, la expresidenta Dilma Rousseff, sufrieron por parte de la justicia y de la prensa de su país y que “provocó una pérdida de 4 millones 400 mil puestos de trabajo que dejaron de existir en Brasil”, que significó que “casi 15% de la población económicamente activa quede desempleada”.
“En diciembre de 2014 cuando fue electa Dilma solo teníamos el 4,5% de desempleo en Brasil, hoy tenemos el 15%. Tenemos 33 millones de personas que están en la informalidad y otros 6 millones de personas que ya desistieron de buscar un trabajo porque no lo logran encontrar”, precisó.
Para el exmandatario “esa una demostración de la incompetencia del neoliberalismo que solo piensa en el sistema financiero, que solo da respuesta a los intereses del mercado, cuando no hay cosa más preciosa que el cuidado del pueblo”.
En ese marco, Lula advirtió que en oportunidades los pueblos “valoramos las cosas cuando las perdemos” y consideró posible “cambiar la lógica” para “entrar en un proceso de logro de la clase trabajadora” en la región.
“Estoy trabajando para derrotar al neoliberalismo en Brasil. No merece tener el Gobierno que tiene, ya probó que puede ser mejor”, dijo al referirse a la administración de Bolsonaro.
Por su parte, Mujica llamó en su discurso a “apropiarse de los nuevos recursos, que son los conocimientos de la inteligencia del futuro”.
“Hay que tener una visión geocontinental, que no la tenemos, ya que estamos viviendo una época distinta de la historia humana”, argumentó Mujica.
“En lugar de despilfarrar riqueza en lujo innecesario, tenemos que meterla en la cabeza de nuestros jóvenes del futuro”, dijo el uruguayo, mientras que advirtió que se trata de “una misión para la derecha, la izquierda y el centro”. “Avanzamos en tecnología, pero humanamente estamos estancados”, lamentó.
