El juez federal Luis Rodríguez ordenó la captura nacional e internacional de los dos prófugos identificados como parte de la banda que atacó con bombas molotov en las puertas del diario Clarín, en Barracas. Se trata de las dos personas ya identificadas a partir del nuevo detenido a quienes la policía federal fue a buscar a sus respectivos domicilios y estaban ausentes.
El juez dispuso la captura y además la prohibición de salida del país. En paralelo, rechazó la excarcelación del único detenido por el momento. El nuevo detenido fue identificado a partir de haber usado la tarjeta SUBE de su mujer para retirarse en colectivo de las inmediaciones del diario tras el ataque y de cotejar su identidad con las imágenes captadas por las distintas cámara de seguridad.
Si bien en un principio en Comodoro Py se tenían en cuenta todas las hipótesis posibles por el atentado, con el pasar de las semanas tomó mayor fuerza la teoría de que fue un ataque simbólico anarquista, a partir de que todos los sospechosos estarían vinculados a la ideología. Sin embargo, las dudas en torno al episodio siguen.
Una de ellas es, por ejemplo, si efectivamente M.G.A, el primer detenido de 44 años, tuvo algo que ver con el hecho. Vale recordar que el juez Luis Rodríguez había dado con él luego de haberlo identificado a través de las cámaras de seguridad analizadas.
De acuerdo a las fuentes consultadas por el diario Perfil, la semana pasada fue liberado por falta de mérito, es decir, porque no encontraron pruebas suficientes para procesarlo y tampoco elementos que permitan descartar su participación. Supuestamente, al momento del episodio habría estado en la zona en plena tarea de reparto y mensajería.
▶Un nuevo detenido
El jueves pasado se produjo la segunda detención. Se trata de un hombre de 32 años, identificado como J.G.A, a quién la Policía Federal apresó tras un allanamiento en una casa de Lomas del Mirador, en La Matanza.
Según supo Perfil, este habría sido identificado a partir de las cámaras de seguridad analizadas y de un peritaje clave que se hizo sobre una de las botellas que se usaron para las bombas caseras, donde se descubrió una huella dactilar que sería suya.
Clarín publicó, además, que tras el ataque el joven se fue como acompañante en una moto y algunos minutos después se subió a un colectivo de la línea 60 en la esquina de Brandsen y Montes de Oca. Pagó el boleto con la tarjeta SUBE de su pareja y tras analizar las redes sociales de la mujer se llegó a él.
El sospechoso trabaja como técnico en refrigeración, una actividad que aparece en varias publicaciones que hizo en sus redes sociales, donde también expresa su apoyo a la lucha mapuche y a la causa anarquista.